Antonio Gutiérrez
“Justicia Más Cerca de Ti” es una iniciativa que busca sacar del marasmo a las y los operadores de sistema de justicia de Oaxaca.
Con esta iniciativa de la magistrada Erika María Rodríguez Rodríguez, al frente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca, se advierte un renovado impulso a la participación de operadores de justicia para atender “las necesidades” y los reclamos de justicia de un tipo de ciudadanía caracterizada por su propensión permanente a ganar sus derechos.
En tan sólo unos días Justicia Más Cerca de Ti dio sus primeros pasos. Mujeres y hombres operadores del sistema de justicia visitaron San Pedro Pochutla e Ixtlán de Juárez; dos acercamientos a la ciudadanía que en los hechos significan también reconocimiento de la ausencia y la lejanía en que estaba de ellas, hasta ahora, el aparato de justicia
Es también un reconocimiento de las carencias y rechazo expreso a la indiferencia; pero en contrapartida se opta por el diálogo que puede fortalecer el derecho a la diferencia, tan necesario para consolidar el pluralismo jurídico, una tendencia que no es otra cosa: sino la coexistencia de distintas formas de entender la ley y la autoridad.
Menos mal que este renovado impulso a la participación —tan característico de las y los oaxaqueños en el ejercicio pleno de sus derechos— encuentra eco en acciones concretas como esta, que buscan acercar la justicia a la ciudadanía con grandes posibilidades de éxito.
Considerando, sobre todo, que en Oaxaca la democracia no conoce el descansa; como lo demuestra el hecho de que a lo largo de las cuatro estaciones del año se manifiesta en el acto de elegir: algunas comunidades renuevan autoridades en primavera, otras en otoño, en verano o pleno invierno. Ni el frío ni el calor impiden la participación.
El constante ejercicio del sufragio marca aquí el ritmo de la vida cívica durante los doce meses del año, una propensión a la participación que difícilmente se replica en el resto del país. Por ello, hablando en clave electoral, no es exagerado afirmar que Oaxaca ha construido métodos de convivencia civilizada que podrían replicarse en otras entidades con amplias posibilidades de éxito.
Más aún: si a los oaxaqueños se nos pidiera elegir el régimen político ideal, es muy probable que la mayoría reconocería que los regímenes oaxaqueños —si bien no son los más perfectos— son los menos malos, porque al menos nos enseñan a autogobernarnos.
En esa dirección, fue un acierto que el Congreso de Oaxaca aprobara en 1995 el reconocimiento de los métodos de elección utilizados por los 16 pueblos indígenas de la entidad. Con ello, el Estado reconoció por fin, el pluralismo jurídico. Ese reconocimiento dejó atrás el gobierno de los pocos y abrió paso a la construcción de la igualdad sustantiva, al menos para votar y ser votados; porque, como sabemos, la igualdad sustantiva implica el ejercicio pleno de los derechos humanos, un ideal que trasciende la mera igualdad electoral.
El derecho a disentir y a distinguirse y a ser desigual culturalmente hablando —es decir, el derecho a la diferencia— se hace patente cada vez con mayor fuerza en Oaxaca, y ahora puede encontrar también resonancia en el quehacer cotidiano de las y los operadores de justicia. En los pueblos y comunidades, este derecho no solo existe: es ya un hábito reconocido constitucional y convencionalmente.
Como ha quedado dicho, el derecho a la diferencia en Oaxaca se actualiza todo el año. En algunos municipios, cada año; en otros, cada año y medio, cada dos, cada tres o seis años, según los usos normativos vigentes en cada comunidad.
De los 570 municipios del estado, 418 se rigen por sistemas normativos indígenas y 152 por el régimen de partidos políticos.
El Estado, a través del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca, garantiza ese derecho a la diferencia en las comunidades de los municipios que eligen autoridades por sistemas normativos indígenas.
Este fortalecimiento progresivo de los Sistemas Normativos Internos, ampliamente comprobable en Oaxaca, obedece sin duda, a que la democracia excesivamente formal le ha quedado a deber a la ciudadanía lo sustancial: la justicia.
Pero en esta democracia del nosotros los pueblos y las comunidades saben que la democracia excesivamente formal no es el único camina, la colaboración a favor del prójimo es parte de nuestra natural inclinación a hacer el bien, un acto de bondad en busca de justicia.
No debemos olvidar que uno de los derechos que se actualiza con el reconocimiento de los métodos de elección es el derecho a hablar: el derecho a opinar y discrepar en asambleas. Ese mismo derecho a hablar y ser escuchados puede revitalizarse mediante iniciativas como “Justicia Más Cerca de Ti”, un nuevo andar en busca de justicia.
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