Carlos R. Aguilar Jiménez.
Si para bien el propósito de los operativos viales para medir alcoholemia de conductores de vehículos en operativos de la policía vial equipados con alcoholímetros, se justifica legal y socialmente y son irrefutables sus resultados salvando vidas, evitando heridos, lisiados y todo tipo de accidentes de tránsito al restringir que los conductores manejen sus vehículos en ebriedad, debido a lo que implica ser detenido y de manera inconmutable arrestado, además de obligar a pagar multas correspondientes, lo cierto es que al margen de la actitud y relativa consideración de los operativos que organizan los agentes viales de Oaxaca de Juárez que se conducen según dictan las ordenanzas municipales, fuera de la capital, principalmente en el municipio de Santa Lucía del Camino, los operativos viales son en excelente negocio para el presidente municipal de ese pueblo conurbado.
Operativos con alcoholímetro en el municipio de Santa Lucía a cualquier hora desde la puesta de sol de jueves a domingo, podríamos evaluar es correcto y atinado porque limita a bebedores a no consumir alcohol en exceso y después manejar, porque si se hace confianza y conocen donde se instalan, se buscan atajos o formas de evitar arrestos y multas, que en estos casos además de cárcel inconmutable implica detención del vehículo, traslado al encierro, además de no liberar al vehículo si no están en regla sus documentos oficiales y vigentes, lo que significa un enorme costo para los borrachos en Santa Lucía del Camino porque los operativos con alcoholímetro o sin él son negocio para todos, porque si el ebrio conductor paga en flagrancia la suma de dinero que exigen los policías, lo dejan libre aunque su vehículo sea retenido, pero sin entregar recibos por pagos que se efectúan al margen de la ley ante la horrible perspectiva de ser arrestado, así que los conductores ebrios hacen lo imposible por pagar, no obstante no haya comprobante del dinero que ingresa a los bolsillos de los agentes viales de Santa Lucía y su proporción para el presidente municipal de Santa Lucía, pueblo donde por un lado castigan a conductores alcoholizados, pero por otro, Santa Lucía es la gran cantina de Oaxaca, el rumbo de la ciudad donde sus presidentes municipales promueven y facilitan la proliferación del consumo de alcohol en bares, tugurios, burdeles, antros y todo lo que implica ganancias en cuanto a placeres derivados del embrutecimiento en relación con drogas y prostitución, así que si alguien pretende emborracharse drogarse o alquilar mujeres u hombres, sabe que Santa Lucía es el pueblo adecuado para hacerlo hasta el amanecer porque los tugurios no tienen horario y operan sin restricción municipal, incluso utilizando mujeres que parecen adolescentes sabiendo que ninguna autoridad, ni del gobierno estatal hacen algo para aplicar las leyes que establecen cómo deben funcionar los negocios donde se vende alcohol y “fichan” con lo que sea. Como sea, lo cierto es que “Si Toma, no maneje”, y menos si tiene que circular por Santa Lucía o lleve algunos miles de pesos para salvarse del arresto inconmutable. Lo demás son anécdotas de cantinas y borrachos…