Parques públicos invadidos

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Carlos R. Aguilar Jiménez.

Desde la extraordinaria vista que se tiene en panorámica desde el Observatorio Astronómico ubicado en lo alto del cerro del Fortín, en múltiples ocasiones los visitantes me han señalado cuanto ha crecido la ciudad desde la última vez que la vieron en perspectiva periférica, destacando que sus dimensiones cubren ahora terrenos que eran antes campos de cultivo o parajes silvestres. Al respecto, mi comentario es que, efectivamente, la ciudad ha crecido, pero exclusivamente con casas, sin espacios para entretenimiento público, porque cada vez que se crea una nueva colonia quienes ahí vivirán nunca consideran un espacio o terreno amplio donde puedan convivir sus colonos, porque hasta el más miserable fragmento de terreno es codiciosamente exigido para construir cuartos o estacionamiento de sus coches, excepto para un jardín público.

La mayoría de criaturas marcan su territorio, otras crean nidos o madrigueras. Los habitantes de la ciudad de Oaxaca de Juárez también lo hacemos, pero además marcamos y creamos lugares no para vivir en ellos, sino para recreo y esparcimiento. Estos lugares eran el zócalo, la alameda, jardín de San Francisco, el Pañuelito, Labastida, incluso el nefasto Parque del Amor, que hasta mediados del siglo pasado cumplieron su función siendo lugares de encuentro familiar, convivencia social y hasta de enamoramiento y cortejo, perdiéndose su encanto al convertirse actualmente en espacios invadidos por vendedores y pordioseros de todo tipo, además de ser irrumpidos constantemente por grupos de resentidos sociales que, como el zócalo y sus portales son zona de guerra, de dizque grupos combativos que expropiaron al timorato gobierno del estado lo que debería ser de todos y no de líderes de grupos de gente que se dice indígena desplazada y que lucra jugosamente con los portales, porque lamentablemente hay gente que les compra. Lo ideal sería que cada colonia tuviera su respectivo jardín y biblioteca pública, pero no es así y, si acaso deciden destinar un terreno para todos, es para una iglesia donde un cura les prometa inmortalidad en el más allá. No obstante, seguro es que si las colonias tuvieran parques y jardines, estos de inmediato serían invadidos por líderes venales de vendedores ambulantes a quienes venden espacios y protección sabiendo que con amenazas, bloqueos o secuestro de oficinas, pondrán de rodillas al gobierno; aunque quizá esto esté por cambiar, luego que en Tabasco los legisladores han decidido encarcelar a quienes con pretextos de lucha social, y atropellos, violentan las ordenanzas y leyes, perjudicando a gente que no tiene que ver con sus mezquinos intereses, Oaxaca ha perdido sus jardines, porque hasta el Conzzati que se remodeló y rescato en 2007 de un grotesco tianguis, ahora tiene en cada esquina puestos de tortas y fritangas que en breve crecerán y expropiaran a los vecinos del lugar, porque no hay autoridad que aplique la ley, excepto parece ahora sí, pero en Tabasco.

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