Ismael Ortiz Romero Cuevas
El pasado martes, una noticia invadió sobre todo los portales culturales y de música especializada. Trascendía que el gran Plácido Domingo, el tenor español que también posee el rango de barítono, no actuará más con la Ópera Metropolitana de Nueva York en la nueva producción de Macbeth, escrita por Giuseppe Verdi y estrenada en 1847 y que a su vez, está basada en la tragedia de la autoría de William Sheakespeare y que se cree, fue representada por primera vez en el siglo XVII.
La MET, como se le conoce, envió un comunicado el pasado martes, donde anunciaba que a petición del célebre tenor y director de orquesta español, había aceptado la separación de la compañía debido a las acusaciones que pesan en su contra por acoso sexual hacia 20 mujeres. Así, el cantante que actualmente cuenta con 78 años de edad y que posee una gran fama a nivel mundial, dijo que solicitaba eso porque su presencia podría ser contraproducente tanto para sus compañeros de escena como para la misma MET: “Aunque refuto fuertemente las acusaciones que se han hecho sobre mí, y me preocupa cómo la gente es condenada sin el debido proceso, después de reflexionar, creo que mi aparición en esta producción de “Macbeth” distraería de la ardua labor de mis colegas tanto en el escenario como entre bastidores”, comentó el cantante a la agencia AFP.
No es que yo defienda a Plácido Domingo de las acusaciones que le hagan. Al contrario, si tiene que deslindar alguna responsabilidad, que lo haga, pues finalmente son 20 mujeres quienes lo acusan del delito. Sin embargo, también hay que tomar en cuenta una postura que comenta Domingo en su declaración a la agencia de noticias AFP, muchas veces, esas imputaciones se realizan sin el debido proceso y acaban con trayectorias grandiosas en los medios de entretenimiento. No vayamos muy lejos, hace unos años, en 2017 para ser precisos, la acusación sobre acoso hacia Kevin Spacey tuvo un costo altísimo para el actor ganador de dos premios Oscar, pues recordemos que justo en ese momento, era protagonista de una de las series más exitosas de Netflix: “House Of Cards”, y que para la última temporada, la actriz Robin Wright asumió el rol principal, puesto que Spacey fue despedido por Netflix, aún cuando también fungía como Productor Ejecutivo al lado de David Fincher. A inicios de este año, Spacey fue declarado inocente ya que quien lo acusaba no pudo comprobar sus señalamientos y es escudó en una enmienda de las leyes de los Estados Unidos. Así, el juez desestimó cualquier prueba en contra de Spacey por declararlas “falsas” y el actor fue absuelto de las acusaciones; pero el daño, ya estaba hecho.
Las acusaciones hechas a partir del movimiento #MeToo, que fue retomado en octubre del 2017 por la actriz Alyssa Milano, han sido verídicas en la mayoría de los casos, Woody Allen, Dustin Hoffman, Roman Polansky y el actor español Imanol Arias han sido imputados de ser acosadores hacia las actrices y que de ser culpables, tienen qué hacerse responsables del daño de acuerdo a lo que manden las leyes. Sin embargo, el linchamiento en redes antes que tomar acciones legales, ha provocado que casos como el de Spacey, hagan que esos movimientos, tan útiles en cualquier ámbito, debiliten su credibilidad, pues generan escándalo antes de realizar una denuncia formal; pero eso no es ‘de a gratis’. Muchas veces, las autoridades judiciales tratan a quienes son las víctimas de esos delitos, como si estuvieran mintiendo. Y no es un problema de quienes acusan, es un problema de las leyes, que solicitan evidencias a veces inverosímiles para poder comprobar las acusaciones. Esas acciones, derivan en que se victimice a la celebridad, aunque sean justamente ellos quienes ostenten la posición de poder. Así, estas situaciones serán polémicas por cualquier punto que la miremos porque también puede darse el caso de que alguien denuncie sin aportar evidencias suficientes, simplemente por querer tener cinco minutos de fama.
El caso de Plácido Domingo no es ajeno a este movimiento y son 20 mujeres quienes lo señalan. De ser inocente, esperamos que el caballero de la ópera, pueda volver a los escenarios. De lo contrario, debe responsabilizarse de sus actos que también fueron procedidos por su posición de fama, fortuna y celebridad. Es una noticia triste porque el talento, siempre será algo que se agradezca en un escenario. Así, la gran trayectoria de uno de los más célebres tenores de nuestro siglo, se tropieza y puede que sea el fin de su muy exitosa carrera.