Carlos R. Aguilar Jiménez.
Llegamos tarde a la fiesta, comenzamos fuera de tiempo y, no obstante, ahora los mezcaleros no quieren competir, pretendiendo que el gobierno, la divina providencia o quien sea, los proteja y ampare, para que sin perspectiva de calidad y excelencia destilen del agave cualquier clase de mezcal para así tener un monopolio y no competir, a diferencia de los tequilas que desde principios del siglo pasado se producían en el occidente de México y paulatinamente, compitiendo, superándose, buscando la mejor calidad en la bebida, (incluso clonando agaves) llegaron a internacionalizarse, convirtiéndose en la bebida alcohólica que identifica a México, como el champange a Francia o los vinos de Rioja a España, y, parecía que también el mezcal sería emblema de Oaxaca, no obstante, al no ser solidarios ni competitivos, ahora los mezcales se podrán producir y comercializar en otros estados, en regiones donde la industria y tecnología para producir alimentos, bebidas o productos es la norma, como el quesillo en Puebla o la leche en Guanajuato.
El mezcal llegó tarde a la fiesta y en consecuencia para competir con el tequila, los productores deberían producirlo igual que los tequileros, abaratando la producción con equipos y sistemas industriales, no obstante, en su afán de ser orgánicos, silvestres y artesanales, destilan cantidades ínfimas comparadas con las de tequila; siendo también tarde en la fiesta para convencer a México y al mundo que el mezcal de Oaxaca es igual o mejor, requiriendo para esto, sobre todo, excelencia y calidad, sin embargo, los actuales oaxaqueños mezcaleros, especialmente los líderes que impiden a pequeños productores, (a los de tradición como el otrora Mezcal de la Vega, hoy destilado de agave) que se industrialice la bebida y con normas de calidad y control tipo industrial, donde todo se cuantifica para que los productos siempre sean iguales en graduación de alcohol, sabor o perlado, lo que se conoce como bouquet, lo único que han conseguido es discordia, desencuentros y hasta perder la hegemonía que tuvo el mezcal oaxaqueño, porque ahora habrá mezcal de Morelos, Guerrero, Tamaulipas, Puebla y otros estados que pronto, al mejorar la calidad con sistemas químicos, industriales y tecnología moderna, marginarán al mezcal de Oaxaca, porque el consumidor, el borracho mezcalero, si bien unos cuantos exigen calidad extrema, la mayoría busca únicamente un buen mezcal, y este podrá ser de cualquier lugar de México, no únicamente de Oaxaca, que además en abuso extremo en las mezcalerías de la ciudad lo venden excesivamente caro, más caro que un buen tequila, por eso yo prefiero siempre un buen whisky o quizá un tequila porque cuesta menos que un mezcal, y en consecuencia si no se compite en buena lid, mejorando la calidad del producto, vendiéndolo a precio justo, la moda mezcalera cuando mucho durará una década más y la próxima generación, los jóvenes hoy niños, lo convertirán otra vez en lo que era hace medio siglo, una bebida de teporochos y borrachines. Conste.