Carlos R. Aguilar Jiménez.
A 500 años después de haber dejado de vivir en el Neolítico, cuando los pueblos prehispánicos vivían en la Era de Piedra porque no conocieron la metalurgia ni sus aplicaciones, enfrentándose en total desventaja ejércitos europeos con mazas de piedras y flechas, frente a armas de fuego y metal, habitantes de los pueblos actuales de Oaxaca, pretendiendo vivir como sus antepasados zapotecos o mixtecos, se oponen a la minería, igual que a cualquier industria, obra o infraestructura, con un doble discurso inmoral y convenenciero, porque por un lado los pueblerinos ansían todo lo que sea metálico, desde vehículos de motor hasta teléfonos o cualquier cosa que utilice para su fabricación y funcionamiento minerales, y, por otra, quieren que se extraigan estos de donde sea, pero lejos de sus aldeas, sin que falten a ellos productos y aparatos metalmecánicos con los que se fabrican palas, arados, tractores, camiones, machetes o clavos y tornillos que a diario utilizan para vivir o trabajar.
Al respecto, oponiéndose a todo, la “Asamblea de los Valles Centrales Contra la Minería” denunció que se ha otorgado un total de 322 concesiones mineras en la entidad que abarcan unas 100 mil hectáreas de suelo oaxaqueño donde extraerán plata, oro, cobre y zinc, siendo los beneficiarios empresas de Canadá, EU e Inglaterra, sin que les hayan consultado a aldeanos y sus líderes, quienes, como sabemos, lo único que quieren es dinero para permitir extraigan los minerales, porque los habitantes de esos pueblos jamás nunca podrían aprovechar estos minerales debido a que las minas requieren para su explotación de avanzada tecnología, vehículos, grúas, poderosas bombas, taladros neumáticos y excavadoras hidráulicas, además de moderna infraestructura minera, patentes y métodos con derechos de propiedad que no puede utilizar cualquier pueblerino, porque son reservados, así que, oponiéndose a todo, los metales que podrían servir para mejorar la calidad de vida de los pueblos, se quedarán enterrados, en el subsuelo como han estado durante millones de años, sin ningún beneficio para nadie, porque en la necedad pueblerina vale más que nadie gane a que ganen todos, en un juego de suma cero, Un juego de suma cero es una interacción en la que las ganancias que obtiene una de las partes igualan a las pérdidas que sufre la parte contraria, con lo que la suma de ganancias y pérdidas es cero, pero, en un juego de suma positiva una de las partes beneficia a la otra al permitirle disfrutar de las mismas opciones que le benefician, que es igual a lo que solemos denominar situaciones de ganador-ganador, como los juegos o transacciones de suma positiva, captando dicha idea con estereotipos como el de que “todo el mundo sale beneficiado”, pero eso no interesa a los que se dicen dueños del subsuelo donde estarían las minas, porque prefieren que nadie gane, a que ganen unos o se beneficien todos, prefiriendo seguir viviendo como en la Edad Piedra, pero eso si, usando todos los metales y minerales que se extraigan de otra parte, perdiendo todos.