Carlos R. Aguilar Jiménez.
Si bien desde tiempos medievales en Europa y después de la Conquista, en México, los vendedores y comerciantes se emplazaban alrededor de la Plaza de Armas, templo principal o en portales de mercaderes, cuando después se establecían ordenanzas de control respecto de actividades públicas, se determinaba ubicar a los mercaderes en mercados o plazas donde vendedores y compradores realizaban transacciones, buscando siempre los mercaderes salirse de mercados para ubicarse en sitios de mayor afluencia de personas para vender más, desbordando cuando la autoridad lo permitía el lugar dedicado a ventas, tal como sucede en Oaxaca donde como grotesco mercado se ha convertido el Andador Turístico y calles alrededor de los mercados Benito Juárez y 20 de noviembre además del trayecto entre el Mercado de Abasto y Centro Histórico.
En el Centro Histórico está la sede de los poderes espiritual y terrenal, la Catedral y el Edificio de Gobierno y el Zócalo o Plaza de Armas incluida la Alameda, espacios públicos que fueron sitios de convivencia familiar, pero después, no únicamente esta zona, sino prácticamente todo el primer cuadro de la ciudad se transformó en espacio para el modus vivendi de manifestantes políticos, resentidos sociales, vendedores ambulantes, pordioseros y turistas, no así de los habitantes de Oaxaca, de los pobladores de vecindarios, barrios y colonias de la ciudad, quienes ahora optamos por realizar cualquier actividad lejos del Centro Histórico, acudiendo a cafés, restaurantes, comercios, empresas y negocios de la colonia Reforma, Jalatlaco, Xochimilco o incluso las Plazas Comerciales donde se encuentra tranquilidad, relativa seguridad y prácticamente todo lo que antes se buscaba en negocios y comercios del Centro Histórico, porque a excepción de los pueblos que se respetan a si mismos y cuidan su Centro Histórico, los oaxaqueños hemos permitido se ultraje, no obstante sea ahora una zona peatonal donde se asientan también museos prehispánicos y de arte moderno, casas de gran valor histórico donde vivieron personajes ilustres y muchos otros espacios que debieran estar libres a su alrededor de puestos mugrosos y horrendos, como estaba hasta hace una semana el costad del Templo de Santo Domingo, frente al IAGO y que afortunadamente esta administración municipal eliminó de ahí, pero no es suficiente porque toda la calle de Gurrión, Allende, la zona del Pañuelito y hasta el Jardín Labastida, otra vez, se están convirtiendo en horrendo mercad, no obstante la trascendencia cultural, artística, turística, económica y social de esta zona de la ciudad, que debiera ser para caminarla y disfrutar a plenitud sin estorbos de vendedores, sin pordioseros y sin ningún tipo de seguridad, porque si deja uno su vehículo en la calle para caminar por el Centro Histórico es altamente probable que de regreso ya no esté o lo hayan saqueado impunemente los rateros o vendedores ambulantes que han hecho del Centro Histórico su centro de operaciones ilícitas, abusivas y arbitrarias, con el consentimiento del gobierno y los oaxaqueños.