Carlos r. Aguilar Jiménez.
Se cumplen hoy aniversarios del terremoto de 1985 que devastó la cdmx y del de 2017 que en la misma fecha también causo daños y perjuicios no únicamente a los habitantes de la capital del país, sino también del istmo y otras regiones de México, por lo que se han organizado para hoy simulacros y estrategias de seguridad y protección civil para que en el caso altamente probable de que en cualquier momento de este año o de los próximos, vuelva a ocurrir otro terremoto, estemos mejor preparados, sepamos que hacer, como conducirnos durante las vibraciones telúricas y así las pérdidas de vidas humanas sean mínimas.
Todos los años ocurren por lo menos mil sismos que prácticamente no sentimos y únicamente registran sismógrafos, suceden 100 que apenas se sienten si esta uno tranquilo y sensible, acontecen 10 que todos sienten y causan daños, manifestándose en el promedio de esta estadística cada 30 años, terremotos que exceden los 8 grados Richter y causan graves daños estructurales y miles de muertos, no siempre en el mismo lugar pero si en cualquier zona donde las vibraciones y liberación de energía telúrica de las fallas y separaciones de la corteza terrestre, cuando chocan o deslizan hacen vibrar suelo y subsuelo, porque la deriva continental y tectónica de placas de la corteza terrestre que flota sobre el manto, se mantienen en una dinámica que constantemente hace el suelo bajo se mueva, sin que a la fecha exista la menor posibilidad de predecir y anticipar cuando y donde ocurrirá un terremoto, pudiendo suceder cuando sea y sin que nadie absolutamente pueda saberlo, así que la única opción que tenemos para minimizar daños, heridos y pérdida de vidas en escuelas, hospitales, edificios públicos y construcciones donde se concentre mucha gente, es mediante protocolos de seguridad sísmica, ensayos de comportamiento con simulacros, pero sobre todo reforzando estructuralmente edificios y casas, construyendo toboganes, salidas de emergencia y todo tipo de sistemas que faciliten la gente pueda salir de cualquier lugar a zonas seguras, no en minutos, sino en segundos, porque las alarmas sísmicas tienen un rango de seguridad de minutos, en lo que llegan las ondas sísmicas que viajan lentas ante la velocidad de la luz que utilizan los sismógrafos de las costas que nos dan esa mínima ventaja.
Hoy habrá simulacros de sismos, pero debiera haber también protocolos de vialidad en sismos, porque la ciudad de Oaxaca carece de carriles de emergencia ante desastre para ambulancias o bomberos y, cuando ocurren terremotos, todos salen en sus carros a buscar familiares taponando calles, evitando que los servicios de seguridad se puedan desplazar rápidamente. En 1999 ocurrió un fuerte temblor en Oaxaca, salí de mi casa que está en Talixtac a buscar a mi hijo, únicamente pude llegar a Ixcotel, el embotellamiento era inmenso, deje mi carro y corrí varias calles viendo como era imposible circular en vehículos y una ambulancia estuvo detenida sin posibilidad de moverse.