Carlos R. Aguilar Jiménez.
Sabemos ya cuando apareció la vida en la Tierra, pero no sabemos cómo comenzó a existir, aunque suponemos que de manera natural y espontánea dado que en el planeta existían las condiciones adecuadas, energía y sustancias convenientes, y que, como expresión de leyes químicas y bioquímicas una molécula compleja de repente, espontáneamente adquirió características de lo que llamamos vivo. Obviamente, la palabra espontánea, plantea dudas y hasta oposición, porque son mayoría quienes defienden que la aparición de los seres vivos incluida la humanidad fue un acto de creación divina o sobrenatural, como lo cuenta el Génesis de la Biblia y otros libros que sus creyentes llamados sagrados.
Para la gente que cree que la vida fue creada por un acto divino o sobrenatural, la aparición de la vida no constituye un problema que haya que resolver, sino más bien una demostración de que la Tierra es un lugar especial, elegido por un Dios que su infinita bondad decidió crear la luz, un planeta, agua, animales, plantas y un hombre hecho a su imagen y semejanza, del cual después extrajo una costilla para hacer una mujer, la primer pareja, que al desobedecer esta sus instrucciones, comió el fruto prohibido y tuvieron hijos, cuya vida dependía también de hálito divino, llámese alma o espíritu, sim embargo, existen importantes diferencias entre los que creen que los seres humanos descendemos de Adán y Eva y los que creen en la evolución de las especies, con la diferencia que la aparición de la vida por voluntad divina no tiene evidencia ni prueba, sustentándose únicamente en la fe y creencias enseñadas a niños de determinada religión, mientras que la evolución se sustenta en evidencias, pruebas y ejemplos, como fósiles o la biología y embriología que demuestra: la filogenia refleja la ontogenia, siendo la filogenia, la historia evolutiva de los grupos taxonómicos o especies a partir de un antepasado común, lo que significa que representa la relación existente entre especies, género, familias, orden y clases, comprendiendo la Ley Biogenética, propuesta por Haeckel en 1886, en la que mencionaba que la ontogenia recapitulaba la filogenia; las etapas evolutivas de una especie eran recapituladas durante el breve tiempo del desarrollo embrionario de un individuo de esa misma especie, entendiéndose que la ontogenia estudia el desarrollo de los seres vivos desde la concepción como un grupo de células, pasando por la etapa embrionaria, hasta el nacimiento y después la muerte, de tal forma que a partir de la concepción y durante las primeras semanas de gestación el embrión recapitula diferentes etapas de la evolución de su especie, hasta que llega un momento, en el desarrollo del ser, que alcanza la categoría por herencia de ese mismo ser, no antes, cuando es apenas un grupo de células, una especie de organismo multicelular, huevo, un pez, anfibio, reptil, mamífero y después, en el caso del ser humano, un humano, que en su desarrollo embrionario, durante los primeros meses de gestación fue todo lo que ha sido la historia de la evolución de su especie, hasta después de tres meses, ser un ser humano.