Carlos R. Aguilar Jiménez.
Según las tendencias ecologistas iniciadas desde finales del siglo pasado, a diferencia de épocas anteriores en las que la utilización de recursos naturales era aceptable, deseable y natural, ahora exageradamente debido al fanatismo ecológico de fundamentalistas verdes y ecologistas de todo tipo, talar un árbol, matar una foca o tirar agua, según los ambientalistas es un ecocidio, un atentado grave contra el ambiente, un desastre artificial contra lo natural y casi el Apocalipsis que nos llevará al agotamiento de oxígeno, extinción del agua y calentamiento global extremo, estorbando o impidiendo con estos pretextos toda obra o infraestructura que se pretenda realizar donde haya árboles, bosques selvas o lo que sen proteger los ecologistas, desde el hábitat de lagartijas y pájaros hasta osos pandas y venados..
Los fanáticos verdes oaxaqueños en su momento se opusieron a los cuatro carriles del Fortín, la construcción de la tienda Chedraui de la colonia Reforma, la autopista a Puebla y especialmente a la utilización del Libramiento Norte, argumentando que estas obras y otras más serían nefastas para el ambiente, incluidos ahora 7 arboles eucaliptos derribados en San Agustín de las Juntas, que según su perspectiva será el inicio del fin del mundo, cuando en realidad lo que interesa a ecologistas y autoridades son las ventajas, celebridad o el dinero que puedan obtener con pretextos ecológicos, comenzando con la verificación vehicular que se cobra anualmente a todo dueño de vehículos de motor de combustión interna, obligación vial que se ha convertido en el impuesto más rentable del gobierno, sin que tenga consecuencias optimas en la calidad del aire, porque verificados o no, según las leyes de la termodinámica, aunque el humo no se vea, sale por el tubo de escape, y si son millones como en cdmx el aire siempre estará impregnado de humo, como sucede en los permanentes embotellamiento de la carretera 190 desde el Monumento a Juárez rumbo a Tuxtepec hasta el otro monumento en Viguera, por no haber opción de tránsito, porque los ecologistas y fanáticos verdes se oponen a la utilización del Libramiento Norte, generándose kilómetros cúbicos de humos tóxicos emitidos por vehículos embotellados o moviéndose a vuelta de rueda y, sin que por un momento reflexionen que la base de todos los problemas ecológicos es la sobrepoblación, el impacto ambiental que tiene cada nuevo niño que nace y requerirá de toda clase de recursos naturales y artificiales para su existencia: agua, metales, telas, madera, plásticos, energía, papeles, aparatos electrónicos, transporte, salud, entretenimiento, educación y todos y cada uno de los satisfactores que se deben obtener de la naturaleza, de la que los seres humanos no somos parte del paisaje, sino que lo transformamos para nuestro bienestar y calidad de vida, sabiendo que los problemas no se resuelven con impuestos, prohibiciones o castigos, sino con educación de calidad y disminución de nacimientos por todos los medios posibles, porque todo impacto ambiental es consecuencia de la explosión demográfica, la sobrepoblación que agota recursos de países pobres sin ciencia ni tecnología propia.