Carlos R. Aguilar Jiménez.
Como si fuera una sustancia satánica, un producto químico diabólico, una especie de hereje o brujo maligno, los gobernantes impulsados y apoyados por fundamentalistas verdes y fanáticos ecologistas, han conseguido que se prohíban o satanicen algunos productos y utensilios de plástico, y van por más, hasta que logren que en el mundo no se utilice nada de plástico, pretendiendo volver a practicas del pasado, obsoletas y arcaicas pero que en su ignorancia ecológica ,como ciencia no ideología, y falta de cultura científica, creen que con prohibir, prohibir y prohibir van a salvar al planeta, cuando la realidad es diferente respecto de los plásticos.
La idea es sustituir envases y bolsas de plástico por lo mismo, pero de cartón o papel, implicando con ello una tala de árboles y deforestación de bosques elevada, además de un consumo de agua excesivo, porque alrededor de un 80 por ciento de las personas reciclan sus bolsas de plástico, mientras que las de papel se utilizan una única vez y así aumentan los desperdicios, acrecentando el consumo de metales para su fabricación como aluminio, boro, potasio o zinc, además de otros minerales relativamente tóxicos que se usan para fabricar papel. En el caso de los envases que se sustituirían por vidrio, su fabricación requiere un elevado consumo de energía eléctrica y gas para su fabricación o reciclaje, aumentando la contaminación y costo por el flete de sustancias a bordo de camiones llevando más peso bruto, y si se trata de desperdicios, una botella o cualquier cosa de cristal tarda casi un millón de año en deshacerse, mientras que el plástico no dura más que 20 años, siendo además el plástico un material que se utiliza para guardar al vacío alimentos y sustancias perecederas con mayos duración, por lo que muchos de los alimentos que se trasladan de un lugar a otro se llevan en envases o envolturas de plástico al vacío, así que si no hubiera plástico, habría más carne en descomposición y se tendría que producir más ganado, siendo estos animales los que generan grandes cantidades de metano, considerado un gas de invernadero, además que el plástico es el único material que en bolsas contiene o detiene los malos olores de desperdicios, evitando además que bacterias e insectos se introduzcan o salgan e infecten el ambiente, dejando, por otra parte, a miles de comercios, tiendas, restaurantes, negocios y hospitales sin bolsas de plástico donde guardar o desechar sustancias contaminantes o tóxicas, aumentando la basura en las calles, por lo que el plástico no es el problema, sino los ecologistas, los fanáticos verdes y fundamentalistas del ambiente, porque el plástico no requiere tala de árboles, y su fabricación casi no genera humos, pero eso no le interesa a los ecologistas ni a los ignorantes gobernantes que les encanta prohibir, convirtiendo al plástico en una especie de chivo expiatorio, que al prohibir, su inexistencia servirá para que se genere más contaminación, basura y suban los costos, entre otras consecuencias, porque todo tiene una consecuencia directa.