Despedir a un amigo

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Ismael Ortiz Romero Cuevas

Hoy, quiero tomarme una licencia queridos lectores y permítanme este día, no escribir de música, ni de cine, ni de series ni de entretenimiento; déjenme hacerles partícipes de algo que me sale del alma. Como ya han de saber, el martes pasado falleció mi amigo Roberto Molina, médico de formación y director general de los portales de noticias Libertad Oaxaca y Viral Noticias, donde se publica esta columna a la par de Al Margen, página en donde nació este espacio. Y no puedo negar que fue una noticia que me cimbró, que me entristeció y que me puso a reflexionar en lo vulnerables que somos todos y más, ante esta emergencia sanitaria provocada por el Covid-19 y a la que no le vemos salida. 

Mi querido doctor Molina dejó este mundo por complicaciones derivadas de esta pandemia, por la que él mismo recomendaba no salir de casa, tomar las cosas en serio y cuidarnos lo más que pudiéramos; “no es una mentira” decía en su cuenta de Twitter; tomen las medidas de precaución necesarias también recomendaba y nos exhortaba prácticamente, evitar realizar cualquier tipo de actividad de contacto y cercanía con personas. Ya no vale en este momento preguntarnos qué fue lo que sucedió o cómo se contagió; eso está demás. Nos dejó y con una profunda tristeza e impotencia por no poderlo ayudar y más cuando esa mañana del martes 03 de noviembre, escuchábamos al presidente decir que el uso del cubre bocas no era necesario porque no estaba “científicamente” comprobada su eficacia (el presidente y su realidad de los ‘otros datos’); lo despedimos, no como merecía sino como nos obliga esta nueva realidad, con el corazón destrozado y con la desolación de saber que un amigo se ha ido; que ya no lo veré más. 

Despedir a un amigo siempre es duro. Al menos para mí, ha sido una experiencia que me ha dejado una tristeza tremenda, de esas que se sienten en el fondo del alma, de esas que como decía Alberto Cortez, no cura la llegada de otro amigo. Como experiencia personal, les platico queridos lectores que me ha tocado despedir a varias amigas y amigos a lo largo de mi vida; desde el bachillerato cuando recién egresados, una de mis amigas más cercanas murió a causa de una apendicitis mal atendida. En mi vida de adulto han sido otras más y que se han ido por accidentes, cáncer y diabetes. Más recientemente, en 2018 tuve que despedir a mi amiga Pati Molina, con quien crecí profesional y personalmente y también a mi gran amiga Edith Juárez, alguien que me ofreció su amistad incondicional, que fue mi maestra en aspectos importantes y con quien viví momentos extraordinarios en el trabajo y en lo personal. Perder a un amigo va más allá de hacer amistad con personas grandes o de la misma edad, la naturaleza de la vida no conoce de eso y simplemente cumple con su ciclo. Y aun entendiendo eso, perder a un amigo y despedirlo, es un dolor que cala, un dolor profundo, un sentimiento de desconsuelo. 

Y lo que escribo no es para victimizarme en lo absoluto, sino porque busco entender que quizá también son lecciones que me dejan; lo quiero tomar así. También he decidido recordar a mis amigos que se han ido, celebrando su vida y lo que vivimos, para que la tristeza de su ausencia no me consuma; por mi y por ellos, prefiero que en mi mente se queden los momentos en los que gozamos y en los que la pasamos bien. 

Aún recuerdo la última vez que hablé con Roberto. Recuerdo también como si fuera ayer el día que platicamos cuando se gestaba el proyecto de Libertad Oaxaca TV y me invitaba a realizar las cápsulas “Cine-Debate” para el portal, fue el viernes 01 de febrero de 2019 para ser precisos y ese día además, conocí a parte del equipo que conformaría aquél proyecto; esa producción que se convirtió en una especie de escape los días lunes, día en el que grabábamos, donde el trabajo se complementaba con pláticas que no queríamos que terminaran y con actitudes relajadas; con gente que se convirtieron en mis amigos también, un legado de amistad en el que sin duda, Molina, fue el responsable. 

No sé ni cómo terminar este texto, porque las vivencias y recuerdos baten mi cabeza queriendo salir, pero también debo quedarme con varios que son solo para mí. La pandemia es una realidad que nos ha golpeado en diferentes formas y la partida de personas amadas es una de esas maneras. Creo que no me resta más que reiterar lo que el doctor Molina siempre nos recomendaba, cuidarnos mucho, porque la pandemia es una realidad. Hasta luego querido amigo, seguro, nos encontraremos en el plano siguiente, en el gran día. Mi Twitter: @iorcuevas.

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