Ismael Ortiz Romero Cuevas
El pasado 04 de febrero, se cumplieron 38 años de la muerte de Karen Carpenter, la talentosa vocalista del dúo “The Carpenters” que formó al lado de su hermano Richard y que sin duda, marcaron toda una época en la década de los setenta.
Recuerdo haber escuchado a “The Carpenters” gracias a mi padre, quien era un amante de la música y un coleccionista en aquellos años, de discos LP, hoy llamados vinilos y los casetes, que en esa época eran símbolos de la modernidad. A mí, no me tocó crecer en la década de los setenta, pues más bien soy parte de la generación X, pero eso no era impedimento para que muchos de los materiales que mi papá tenía en su colección fueran de mi completo agrado. Así, pude escuchar a “The Carpenters”, artistas que, con su estilo, han trascendido en la historia.
Pasados los años, mi gustó por la música y las baladas, me llevó directamente a “The Carpenters” quienes fueron influencia en un sinfín de artistas modernos, sin mencionar que a estas alturas de mi vida, considero a Karen Carpenter como una de las mejores voces en toda la historia de la música. La carrera de “The Carpenters” es una de las más sólidas y exitosas en la industria, pero déjenme el día de hoy, queridos lectores, centrarme en Karen, pues su trágica historia no ha sido un ejemplo, pero sí una inspiración y ayudó a visibilizar un problema de salud serio.
Karen no solo era una cantante extraordinaria, sino también una talentosa baterista que fue víctima de la vorágine del éxito. Ella vivió gran parte de su carrera artística sumida en la depresión y con un trastorno del que poco se conocía en aquellos años: la anorexia. Desde que el éxito, los premios, las presentaciones y el reconocimiento mundial le llegó al dúo, se le vio a Karen desmejorada en parte por las presiones y la apretada agenda de trabajo, así como las pocas decisiones que la disquera y su hermano Richard la dejaban tomar con respecto al dueto que formaban, donde ella además de la voz, era la imagen.
Eso derivó en que Karen se sumiera en una tristeza profunda pues sentía que no podía desplegar todo su talento en la música a pesar de su increíble voz, pues las disqueras siempre privilegiarán el valor comercial de los cantantes, antes que el artístico. Pero la decadencia de “The Carpenters” vino también con un ambicioso proyecto de Karen que tanto el sello A&M y su hermano Richard forzaron para que no saliera al mercado.
Richard tenía muchos problemas por el consumo de drogas, así que, a mediados de 1979, decidió tomarse un año sabático e internarse en una clínica de rehabilitación. Y también quiso convencer a Karen que tratara su problema, pues, aunque no sabía a ciencia cierta qué tenía, percibía que su extrema delgadez y su afligido ánimo no eran del todo normales. Pero ante esto, los ejecutivos de A&M la convencieron de que, durante ese año que Richard se tomaba, ella grabara un disco como solista, cosa que la entusiasmó mucho. Al final de cuentas, ella era el corazón, imagen y voz de “The Carpenters”. Para ello, la casa discográfica consiguió que el elitista productor Phil Ramone le realizara un álbum a Karen y digo, ¿quién podía negarse con tremendo talento de la cantante?, para ello, Karen ya de 29 años deja Los Ángeles y se traslada a Nueva York, donde radicaba Ramone para realizar el disco y al fin, tomar el rumbo que ella quería para su carrera.
En 1980, el disco estuvo completo y ella se encontraba muy entusiasmada de presentarlo, pero Richard ya había salido de la rehabilitación y las cosas tomaron un rumbo distinto. Tanto su hermano como la disquera boicotearon y cancelaron el lanzamiento del disco de Karen porque temieron que ella tuviera mucho más éxito que el grupo; a pesar de que el disco era “una pieza impecable y con un gran valor artístico” según palabras del gran Stevie Wonder, quien, en algún momento tuvo la oportunidad de escucharlo. Aunado a eso, mantenía un noviazgo con Tom Burris a quien conoció en una cita montada por unos amigos y que terminó en una fastuosa boda; sin embargo, a los pocos meses, se supo que Burris era todo un patán y fue cuando Karen tocó fondo. Ahora sí, buscó ayuda y se fue a Nueva York con un especialista en anorexia, una enfermedad de la que apenas se sabía en esos años.
El 03 de febrero de 1983, Karen había estado en la casa de sus padres y fue de compras con su madre; de regreso en la residencia, les dijo que se sentía demasiado cansada para regresar a su departamento, por lo que se quedó con ellos en su antigua habitación. A la mañana siguiente, es decir, el 04 de febrero su madre relata que escuchó a Karen levantarse y dirigirse a la cocina para preparar café y regresó a su habitación. Después de un tiempo considerable y al no escuchar sonidos, su madre se asomó y encontró a Karen en el suelo, inconsciente. La ambulancia llegó por ella, pero no pudieron hacer nada, en el hospital unos minutos más tarde llegó la fatídica noticia: “Karen ha muerto”. Tenía solo 32 años.
La causa de su deceso según el parte médico fue una insuficiencia cardiaca, consecuencia de la anorexia que padeció por años. Esto sirvió para que la enfermedad fuera visible, se realizaran más investigaciones a cerca de ella y poder ayudar a las personas que la viven. El deceso de Karen ha sido uno de los primeros casos de muertes relacionadas con este aflicción nerviosa del que ahora, se conoce más y que la ventana, fue justamente Karen, quien sufrió en silencio este embate. Poco a poco, más figuras públicas aceptaron estar viviendo con esta enfermedad y se conoce ahora, es un trastorno mucho más común de lo que se piensa, pero hoy, existen más métodos científicos y médicos para tratarlo, asimismo, hasta hace pocos años, se pensaba que era una enfermedad que solo afectaba a las mujeres y hoy, sabemos que no, pues también hay hombres que la sufren.
Las investigaciones que llevan a los tratamientos y salvación de muchas personas con anorexia en estos años, se lo debemos en cierta medida a Karen Carpenter, una de las más grandes cantantes que han existido en el planeta, pero también, una persona que tuvo la valentía de afrontar la enfermedad sin saber que la tenía, pero con coraje. Por ello, sostengo que el legado de Karen Carpenter va mucho más allá de lo artístico, pues hay investigaciones médicas sobre trastornos alimenticios, que relatan su caso, asentándolo como uno de los pioneros para el tratamiento. Mi Twitter: @iorcuevas.