Carlos R. Aguilar Jiménez
“De las Lunas, la de octubre es más hermosa, porque en ella se refleja la quietud”, según frase de una popular canción, indicando la calma luego de la temporada de lluvias y cielos nublados que desde octubre facilitan su observación diáfana luego de casi cinco meses de no verla lucir en el cielo, y que también como señala un poema de Jaime Sabines: “la Luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante Y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía. Un pedazo de Luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo” … Y en mi perspectiva, es la Luna, ese astro luminoso de radiante aspecto, musa de poetas, inspiración de enamorados y motivación de astrónomos, científicos e ingenieros.
La Luna ya no es lo que era desde 1969 cuando llegaron a su superficie ensuciándose de regolito dos astronautas, transformándola, de ese astro luminoso inspiración hasta de hombres que se transformaban en lobos o lunáticos, en un lugar a donde podemos ir, obviamente, sin que haya perdido su encanto y embrujo, porque cada vez que la vemos u observamos a partir de octubre, en otoño, con cielos despejados y transparentes luego de echarla de menos y extrañar su presencia oculta tras nubes, nos parece más hermosa e inspiradora, igual que sucede con las personas a quienes dejamos de ver por un tiempo y extrañamos y, al verlas de nuevo nos parecen más atractivas o interesantes que antes, no obstante sean las mismas; igual que la Luna, que es la misma desde hace millones de años porque en la Luna no sucede nada que cambie el paisaje, excepto por los diferentes puntos de vista que tenemos desde la Tierra y por el ánimo o capacidad de asombro de cada quien, de tal forma que se han clasificado varias Lunas: rosa, de sangre, azul, súper luna, luna de esturión, luna vieja y plenilunio, cuartos creciente y menguante además de novilunio, fases que no son otra cosa que denominaciones convencionales que dependen de cómo se ve, de determinadas creencias místicas o de supersticiones medievales y zodiacales, que más allá del embeleso que produce la contemplación de la luna, lo cierto es que desde octubre al comenzar los cielos sin nubes y la transparencia del aire, la Luna es el primer astro que destaca y que en estas noches estará acompañada del brillante Venus y Júpiter toda la noche y que, lamentablemente, por las restricciones derivadas de la pandemia, la Luna no podrá ser observada en detalle con los telescopios del Observatorio Astronómico Municipal, hasta probablemente el viernes 29 de octubre, cuando se realice de manera semi presencial la “Lunada poética cultural” que como ha sucedido cada año desde 1985, nos permitirá reunir el humanismo con la ciencias exactas, la poesía con las ecuaciones, la contemplación con la observación, la música con las fórmulas y los lunáticos con los astrónomos. Mientras pongamos una hoja tierna de la Luna debajo de la almohada y mirarás lo que quieras ver.