Enrique Domville
Durante nuestra vida, desde siempre nos estamos construyendo como seres especiales, con interés en ciertos aspectos sociales, culturales, o como muchos pensadores, mejorando nuestras habilidades para buscar nuestra propia meta (mi Yo positivo) para desligarnos de la parte negativa de nuestro ser y tratar de mejorar como uno de los caminos a seguir, porque nosotros decidimos hacerlo. Somos sociales, nos gusta ser parte de un grupo y por lo tanto, siempre estamos de acuerdo si así nos conviene o nos da satisfacción. Los líderes en la historia utilizan sus pensamientos y convencen para lograr sus objetivos. Uno de los primeros autores del tema, Gustave Le Bon (1841- 1931), médico y sociólogo, en uno de sus libros más conocidos, “Psicología de las masas”, menciona algunas de las ideas que motivan al ser para ser individual o convertirse en parte del grupo; como individuo, como “YO” tengo en mente qué soy, pero no necesariamente qué quiero, como cualquier ser, tengo aspiraciones. Si esto lo enfocamos a una personalidad tenemos: miedo, inseguridad, dudas sobre el sistema (con enojo ancestral, multifactorial) que nos despierta deseo de venganza. Otro autor, E.D. Martin nos habla de liberación momentánea, misma que conseguimos de diferentes maneras cuando participamos en grupo, como las respuestas en los espectáculos deportivos o conciertos cuando coreamos un hecho o aplaudimos y todos lo hacemos, los eventos culturales, políticos, sociales, nos permiten ser parte del grupo, dejamos de ser un “Yo”, para ser parte de un grupo. A este fenómeno se conoce como polarización grupal, que realza nuestro sentido de pertenencia y como recompensa nos sentimos bien y hasta felices por momentos; aquí se nota la influencia que otros iguales ejercen en nuestro comportamiento, si uno aplaude todos lo hacen.
Esto es positivo pero también contagioso en lo negativo, Edmund L. Barnay en su libro “Propaganda”, nos hace mención del siguiente concepto que es de reflexión: nos habla de la manipulación deliberada e inteligente de algunos líderes o dictadores, con el conocimiento de los hábitos estructurados de los seres y su comportamiento cuando dejan de ser individuos y se tornan parte del grupo con las opiniones de las masas.
Lo cierto es que vivimos una dualidad, somos individuos privados pero también somos parte de las masas que son manipuladas, por nosotros mismos a través de nuestras ideas o pensamientos con fines de interés comercial, político, social o divulgando ideas para hacer crecer nuestro entorno y nuestro grupo.
Cuando hablamos de motivación social, es claro que somos seres en busca de un espacio y de pertenecer, todos los días nos recuerdan a través de los medios hablados, escritos, electrónicos, que podemos pertenecer a un grupo determinado. Un ejemplo es la moda, los equipos deportivos, todo modificado por la opinión pública. Gustave Le Bon no habló de una liberación momentánea cuando participamos en forma grupal de manera muy positiva, pero puede ser negativa cuando la construcción del Yo está llena de dudas, ira, coraje, haciendo a un lado los valores (no buscar quién la hizo, sino quién la paga).
Los deseos reprimidos, nos pueden obligar a escondernos en el anonimato, para romper el acuerdo social de límites entre nosotros, nuestras pertenecías, nuestro cultura (Religiosa o Laica), establecido entre nosotros de respeto, paz y armonía. Cuando actuamos y nos cubrimos para no ser identificados estamos buscando impunidad, a nuestras acciones, nos volvemos tolerantes, y nuestro albedrio entra en juego nosotros escogemos, somos productos de nuestras equívocas ideas y resabios (utilizado por líderes con el conocimiento de usar otro ser en su beneficio, es recomendable siempre pensar antes de actuar) nosotros consideramos que somos únicos y especiales, pero es porque tenemos el don de decidir nuestro camino. Una frase del Le Bon dice así, “Pensar colectivamente es la regla general. Pensar individualmente es la excepción”. Debemos buscar objetivos de beneficio colectivo e individual que nos permitan construir no destruir, el conocimiento es esencial, como lo es la Fe, asociado al respeto a nuestros iguales y a las obras positivas de otros seres, Stuart Mills nos dijo hablando de las personas: “La disciplina es más poderosa que el número, y la disciplina, esto es, la perfecta cooperación, es un atributo de la civilización”.
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