Carlos R. Aguilar Jiménez
Por tradición, miedo o incertidumbre, en general nos resistimos al cambio, a la transformación o modificación de lo que sea tengamos costumbre o hábitos, de tal forma que hasta inventamos un refrán que dice más vale bueno por conocido, que malo por conocer o, frases como que todo tiempo pasado fue mejor, cuando en realidad, lo mejor está por venir; así que ahora cuando el gobierno quiere modificar el INE para adecuarlo a su conveniencia, descalificándolo luego que le sirvió para asumir democráticamente el poder, se deduce; que, si pretende el presidente que integrantes y consejeros electorales sean elegidos por voto popular para democratizarlo, lo que realmente quiere hacer es asumir el control de la institución al saber que su popularidad todavía es alta y con sus votos mayoritarios, que tendrían sus recomendados y elegidos, colocar como autoridad electoral a sus incondicionales y hacerlos subordinados empleados.
El INE, que desde el año 2000 facilitó acabara la hegemonía del PRI al ganar electoralmente la presidencia el PAN y ahora Morena, es ejemplo de transparencia, no exclusivamente por sus directivos, sino principalmente gracias a internet y redes sociales, porque en cada casilla electoral están presente ciudadanos voluntarios honestos, asimismo, representantes de los partidos que vigilan las elecciones y sus resultados, que de inmediato son fotografiados y subidos a la “nube” Facebook, Twitter, partidos políticos, prensa e instituciones oficiales y al árbitro y juez, el INE, siendo casi imposible el fraude, de tal forma que si para mal el INE puede tener fallas, estas se pueden modificar, no así la independencia, autonomía y profesionalismo de sus directivos que tienen absolutamente que ser emancipados y ajenos a cualquier intento democrático que les convertiría en tendenciosos o partidarios y parciales, porque en consecuencia favorecerían a quienes los eligieron en justa correspondencia.
El INE es el árbitro, regulador o juez que dictamina luego del conteo de votos de ciudadanos en todas las casillas quien obtuvo mayoría, en que proporción, diferencia o equilibrio de manera independiente y sin preferencia, dado que el árbitro no debe en ninguna circunstancia tener favoritismo, compromiso, favor o intereses con ninguno de los contendientes, de la misma forma que en toda justa deportiva, que por eso justa es sinónimo de certamen, torneo o concurso, en este caso, concurso electoral o justa democrática, porque si bien la democracia en indispensable para elegir contendientes, jugadores o entrenadores, los árbitros deben ser completamente ajenos y justos. En los mundiales de futbol, por ejemplo, aunque los árbitros sean honestos a toda prueba, incluso vigilados por el VAR, no pueden ser oriundos de los países que compiten. Así en el INE no deben sus integrantes ser elegidos popularmente, como no se puede elegir entre pasajeros de un avión quien lo pilotee, tiene que ser un profesional, de la misma forma que los directivos del INE, no recomendados del presidente o su partido hegemónico.
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