Carlos R. Aguilar Jiménez
Desde que existen los políticos que es bien sabido mienten para ser populares, cuando obtienen el poder, “inexplicablemente” se enriquecen y todos sabemos que así ha sido, es y será, considerando normal que cada nuevo gobernante al margen de su estipendio, al dejar el cargo tienen riquezas que no corresponden con su sueldo, sin que se les pueda culpar porque casi siempre escamotean bien, siendo difícil demostrar el robo cometido, por lo que después construyen mansiones y vuelven a ocupar cargos públicos, considerándose normal esta situación de hurto, no así el plagio, piratería o engaño académico respecto del perfil profesional del político o funcionario hasta la dizque 4T, que ahora lo considera admisible.
En el mundo de los políticos es bien aceptado ocupen cargos públicos profesionales con título y cedula y lo mismo si no están licenciados o graduados, reconociéndose en todo lo que vale no tener un título profesional, como hay muchos políticos porque con sentido común, entendimiento o razón se puede gobernar o inventar leyes que sean para beneficio común o no, no obstante, lo que es inaceptable e inadmisible es el robo descarado, contrabando, piratería y especialmente el plagio de obras artísticas o académicas porque existen leyes de derechos de autor, marcas registradas, denominaciones de origen y hasta consejos reguladores, para que nadie imite, remede o copie lo autentico y legítimo, existiendo sanciones y prisión para quienes roben, copien sin permiso, falsifiquen o plagien, como se ha comprobado con una dizque licenciada y ministra de la Tremenda Corte, quien se fusiló, pirateó, plagió, una tesis profesional, la investigación de otro pasante de licenciatura, quien si realizo la investigación y estudios correspondientes para obtener legal y éticamente su título profesional, no así la supuesta licenciada, quien sin escrúpulos y vergüenza la calcó y plagió, violando todo principio de ética, respeto y conducta legal, y quien sin vergüenza o pena alguna, sabiéndose defendida por el presidente y sin que los ministros actúen en consecuencia, sigue en su puesto y ni por dignidad o decencia renuncia, configurándose así en ejemplo de extrema corrupción del gobierno e impunidad.
La UNAM deberá invalidar el título y su dizque licenciatura, si no lo hace será ejemplo para universitarios y profesionistas del país, abriendo la posibilidad de titularse en la UNAM pirateando, falseando o plagiando, porque si la rectoría evade su responsabilidad, será cómplice de plagio, encubridora de robo, y por la raza ya no hablará su espíritu.