CONTRAFUEGO || El Milei mexicano

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Aurelio Ramos Méndez

Si hay un empresario valentón y fanfarrón, con la audacia necesaria para desafiar al Estado e incumplir sus obligaciones de ley, en particular las fiscales, es porque hay un gobierno y en últimas una sociedad que se lo permiten. “No tiene la culpa el indio…”, podría parafrasearse, si no sonara discriminatorio y clasista.

La imagen pública del concesionario de TV-Azteca, Ricardo Salinas Pliego, encastra perfecto en esa caracterización del empresario como el matón del barrio. Y la 4T, en la del gobierno permisivo que consiente tales desplantes, en lugar de aplicar la ley con el rigor que las circunstancias imponen.

Salinas protagoniza un choque frontal con el gobierno federal debido a su negativa de pagar impuestos. Tiene adeudos acumulados durante lustros, omisión que ni por error las autoridades le toleran a un contribuyente por honorarios.

Con apoyo de jueces, magistrados y ministros venales Salinas ha logrado eternizar los juicios en su contra. Afronta denuncias iniciadas no por el obradorismo “autoritario” y “anti-IP”, sino derivadas de auditorías a sus empresas sobre ejercicios fiscales desde 2006.

El monto del adeudo –impuestos, multas y recargos– del segundo hombre más rico de México asciende a la friolera de ¡63 mil millones de pesos! 

Cifra que delata la dimensión astronómica de la fortuna amasada por el perdonavidas del Ajusco, vía el usufructo de bienes que son de todos los mexicanos.

La fabulosa riqueza de este personaje comenzó a crecer como la espuma a partir de 1993, cuando –no lo olvidemos– Carlos Salinas de Gortari le entregó, en circunstancias turbias y por un monto no de ganga sino de regalo, los medios audiovisuales públicos que conformaron TV Azteca.

Si un Salinas de Gortari desincorporó la televisión en favor de Salinas Pliego, otro Salinas de Gortari, Raúl –narco y comisionista del gobierno de su hermano– lo proveyó de recursos –un préstamo “a la palabra” de 29 millones 700 mil dólares– para solventar la adjudicación.

El poderoso medio puesto en manos de este pillastre no ha sido utilizado, más que de modo excepcional, para servir a la comunidad; se ha dedicado a promocionar las empresas de Grupo Salinas.

El capital del referido Grupo se disparó luego a la estratósfera con el Fobaproa –tiempos de Ernesto Zedillo–, instrumento por el cual todos los mexicanos tuvimos que apoquinar para cubrir las deudas de este empresario sinvergüenza.

Así, a punta de ilegalidades, formó una montaña de oro que le ha permitido darse una vida de lujos –avión de mil 500 millones de pesos, yate de cinco mil millones– ofensiva para la mayoría de los mexicanos.

Que Salinas es un sujeto despreciable lo gritan sus redes sociales, desde las cuales se jacta de su riqueza malhabida y se burla y disemina insultos en contra de políticos, funcionarios, periodistas y ciudadanos rasos, sin consideraciones de condición social, edad ni género.

¡En buena hora el gobierno recuperó para la nación el campo de golf Tangolunda! Predio de 82.5 hectáreas en el cual Salinas no gastaba ni en mantenimiento, pues éste corría por cuenta del erario; es decir, de quienes sí pagan impuestos.

Vale por ello preguntar si no va siendo hora de que le sea revocada al magnate la concesión televisiva, algo para lo cual las causales son abrumadoras. ¿Qué espera el Presidente López Obrador para obrar en tal sentido?

¿Cree de verdad que si procede en contra del barbaján sobrevendrá un desastre?

O, ¿de qué tamaño son los compromisos por favores recibidos, al grado de que maniatan y paralizan al Jefe del Estado?

La ocupación por la Guardia Nacional del predio de Huatulco puso a este ladronazo en el foco de la crítica, pero equivalió azuzar a un mastín rabioso. Desde sus redes profirió injurias que, en un orden institucional serio, habrían sido duramente sancionadas.

Los destinatarios de sus insultos y homofobia fueron, entre muchos, Denise Maerker, Genaro Lozano, Vicente Serrano, Álvaro Delgado…

A Maerker la llamó “bruja” y dijo que un “sesgo hormonal” en contra de él la domina. A Lozano lo tildó de “lamesuelas” y “el finito del arcoíris”. Y, con referencia a otros comunicadores, se solazó en su repugnante coprolalia.

Si en tres décadas sucesivos gobiernos han observado temor o complicidad y sólo levemente se han atrevido importunar al cavernícola, da grima la amplia cobertura social de que éste ha gozado, por efecto del uso de su televisora no para fines públicos sino de promoción particular.

Ni una palabra han dicho las organizaciones gremiales defensoras de periodistas agredidos o agraviados. 

Tampoco han dado señales de vida los dirigentes de colectivos feministas o protectores de derechos sobre sexualidad. 

Menos aún han dicho esta boca es mía los funcionarios de instituciones encargadas de prevenir o castigar la discriminación. 

Y tampoco quienes, desde Gobernación, la SEP o Comunicaciones, tienen el encargo de velar por el buen uso de las concesiones de radio y tv. 

Concesiones que, según mañosa interpretación de Salinas, son en realidad “licencias” debidamente “pagadas” y “compradas”. Sacrosanta propiedad privada, pues.

La atmósfera, en cambio, se ha llenado de ditirambos de empleados y exempleados de este patético Barrabás.

Una de esas lisonjas, la del columnista Sergio Sarmiento (SS), quien, colérico porque la Guardia Nacional expulsó a su patrón del campo del golf, escribió en Reforma: “el presidente se comporta a veces como un gángster”. ¡Caramba! SS se comporta a veces como un abyecto.

Otros periodistas han visto que el accionar del gobierno “no es un acto de justicia sino una vendetta”, y han ensalzado la valentía del adinerado al retar al Presidente y tenerlo ya “acorralado”.

Alguno más ha columbrado que lo que quiere el gobierno es llevar la quiebra a Grupo Salinas para quedarse con TV-Azteca.

De este modo, apuntalado por el periodismo alcahuete, Salinas Pliego ha empezado a metamorfosearse en el Milei mexicano.

Los gerentes de Va por México ya ponderan la conveniencia de bajar a Xóchitl y subir al insufrible patán –que con su pan se lo coman–, pues todavía hay tiempo para la sustitución de candidatos.

Salinas, por lo pronto, se defiende del SAT como alimaña patas arriba. Interpondrá denuncia en contra del vocero presidencial Jesús Ramírez por haber divulgado su expediente fiscal. Y emprenderá una gira nacional para hacerse conocer por la gente.

Periplo éste que no será del todo malo. Llegado el caso, los ciudadanos podrán decir de Salinas P.: “¡que lo voten quienes no lo conocen, nosotros sí lo conocemos!”.

RESCOLDOS

Como patada en su parte más vulnerable, así recibió Carlos Salinas de Gortari la adhesión –con foto y todo—de Cuauhtémoc Cárdenas a la candidatura de Claudia Sheinbaum. Escribanos del exmandatario dijeron que el líder moral de la izquierda resultó “un fraude”. Salinas aborrece al Inge porque, mientras éste viva, se mantendrá ardiente el recuerdo del fraude electoral de 1988… 

La única propuesta seria y efectiva con respecto a la violencia atroz que convulsiona a nuestro país ha sido planteada por Jorge Álvarez Máynez: legalizar las drogas. Lástima que a Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez el asunto no les quita el sueño. Lo cual revela que, digan ellas lo que digan respecto a la seguridad pública, vienen seis años más de barbarie. Se registra…

Entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero, reza el refrán. Y la sabiduría de este dicho ha sido bien asimilada por la candidata frentista. Ya pasa la charola para recoger aportaciones –“desde diez pesos hasta dos millones de pesos”– para su campaña. Saltan como chapulines las preguntas: ¿Puede alguien regalar dos millones de pesos sin esperar una contraprestación? ¿Qué les ofrece Gálvez a sus donantes?

Xóchitl también les pidió dinero a los dirigentes de los partidos que la candidatean. El PRD está en condiciones más de pedir que de dar, pero Marko Cortés y Alito Moreno se comprometieron a darle 80 millones de pesos cada uno. Otra forma de comprar candidaturas…

aurelio.contrafuego@gmail.com

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