- Paréntesis
- Música. Cine. Entretenimiento. Tendencias.
Ismael Ortiz Romero Cuevas
No hace mucho que terminé la miniserie de Netflix de nombre “Eric” (a pesar de que se estrenó hace un poco más de un mes), estelarizada por el grandioso Benedict Cumberbatch y créanme, menuda sorpresa que me llevé. Y no es para menos, la serie es un perturbador retrato de todo lo que aqueja a la sociedad, de cualquier parte del mundo y de cualquier metrópoli, donde en las calles como en las entrañas de cualquier ser humano, se ocultan secretos que serían la pesadilla de muchos habitantes y que, por eso, es mejor no mostrar.
La historia, ubicada en Nueva York en la década de los ochenta, muestra a la sociedad estadounidense con los temores propios de esa época en una de las grandes urbes del planeta. Primero, la corrupción de los servidores públicos que parece no ha cambiado en mucho, sin embargo, sin redes sociales, era más fácil esconderlo y cometer estos actos que tienen un gran peso dentro de la miniserie escrita por la nominada al BAFTA, Abi Morgan y que le dan ese toque de contemporaneidad a la serie, pues esas prácticas siguen siendo uno de los más grandes vicios de los gobiernos de cualquier parte del mundo. En segundo plano, tenemos la epidemia de SIDA que también en esos años, azotó a ciertos sectores de la población, pero, además, que se tenía como estereotipo, que solo era una enfermedad que afectaba a los homosexuales, y el tercer elemento, la discriminación sistemática a la población afroamericana y a la diversidad sexual, obligando al detective Michael Ledroit (McKinley Belcher III), uno de los personajes claves del drama, a vivir en la clandestinidad su relación de pareja.
“Eric” cuenta la historia de Vincent (Benedict Cumberbatch) que es uno de los titiriteros más famosos de Nueva York y es el creador de un famoso programa infantil tipo “Plaza Sésamo”. Sin embargo, su vida da un giro desastroso cuando su hijo de nueve años llamado Edgar (Ivan Howe), desaparece de camino a su escuela. Al no saber cómo sobrellevar la situación, a Vincent se le ocurre crear una marioneta de un monstruo azul llamado Eric, el cual dibujó su hijo, y con eso se convence de que Edgar regresará a casa. Eric, en una especie de alucinación por su colapso mental por su desesperación y tristeza, se convertirá el único aliado de Vincent, quien, desesperado por encontrar a su hijo, se aleja de su familia, su trabajo y los detectives que lo intentan ayudar mientras él se mantiene en los límites entre la cordura y el desequilibrio.
La miniserie, nos lleva en un recorrido emocional y en una combinación de géneros literarios que crean una narrativa realmente vertiginosa y que atrapa al espectador. La producción, como es costumbre en este tiempo, pasa del melodrama a la comedia negra, del misterio al género policiaco y del thriller psicológico al más puro estilo del “noir” francés. Y claro, hay que reconocer la calidad histriónica de Benedict Cumberbatch que realmente es brutal y, sin complicaciones, lleva el peso de la serie y del elenco como el gran artista que es. Por cierto, él mismo hace la voz del personaje de Eric.
No puedo negar que este nuevo drama de Netflix es realmente una serie que atrapa y te lleva a un recorrido emocional intenso, y aunque quizá su problema sea la saturación de sub tramas que no terminan de desarrollarse del todo, eso termina por olvidarse si disfrutamos la serie como un producto final acabado y no nos ponemos quisquillosos con los demás elementos. Lo que sí, es que “Eric” ha sido de lo mejor que ha presentado el gigante del ‘streaming’ en lo que va del año.
Encuéntrame en:
X: @iorcuevas
Threads: @iortizromero1