Ismael Ortiz Romero Cuevas*
Dedicarse a la labor educativa en tiempos digitales se ha convertido en todo un reto, sobre todo para aquellos que iniciamos nuestro quehacer docente hace más de dos décadas, cuando ya había herramientas tecnológicas, pero no al nivel de las que tenemos hoy en día.
El proceso de adaptación no ha sido fácil. Enfrentarse a jóvenes sumamente hábiles en el manejo tecnológico, ha supuesto para el docente, un proceso de apropiación prácticamente forzoso y veloz a estas tecnologías, pero además, el retener la atención de los estudiantes en los contenidos temáticos se ha convertido en un desafío aún mayor, pues ¿cómo hacer que el estudiante promedio preste atención a las teorías, a los procesos formativos o las actividades colaborativas si no sueltan el teléfono móvil y competimos con plataformas como TikTok, WhatsApp o Instagram? Muchos docentes caen en la desesperación y terminan por renunciar a esta noble labor pues, pareciera, el interés de los chicos se centra más en algún ‘influencer’ bailando o bien, prestando atención a quien no está siendo partícipe de la dinámica grupal en el salón de clases, pues la conversación en WhatsApp es más estimulante que cualquier tópico tocado en el aula. Es decir, se le presta más atención al que no está.
Entender las nuevas tecnologías de la información y las herramientas de comunicación educativa actuales resulta un esfuerzo considerable para quienes nos educamos y tenemos como antecedentes, modelos de enseñanza-aprendizaje más ortodoxos y tradicionales que con los que contamos en este momento. Es decir, estamos en una época donde la responsabilidad en cuanto a la adaptabilidad resulta necesaria en el cada vez más cambiante ejercicio docente. Y es que, debemos aceptar que, la mayoría de quienes impartimos clases en licenciatura y posgrado, hemos aprendido a hacerlo más por la experiencia que por la formación profesional.
IMPACTO TRANSFORMADOR DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
En la última década, las nuevas tecnologías han revolucionado radicalmente la forma en que enseñamos y aprendemos. Desde la integración de dispositivos móviles en el aula hasta el uso de plataformas en línea, la educación ha experimentado una metamorfosis impulsada por la innovación tecnológica y también debemos mencionarlo, por las necesidades educativas surgidas a partir de la pandemia de la Covid-19. Estas herramientas emergentes no solo han enriquecido el proceso educativo, sino que también han abierto nuevas puertas a la personalización y la accesibilidad. En este tiempo, es prácticamente imposible imaginar un salón de clases sin conectividad y sin acceso a estas nuevas tecnologías.
Sin duda, uno de los cambios más significativos ha sido la expansión del aprendizaje en línea. Las clases virtuales y los cursos a distancia han permitido a los estudiantes acceder a la educación desde cualquier lugar del mundo. Esto ha democratizado el acceso a programas académicos de calidad, eliminando las barreras geográficas y facilitando la educación continua para profesionales que trabajan.
Y debemos aceptar también que las plataformas de gestión del aprendizaje, como Moodle, Edmodo o Classroom, han optimizado la administración de cursos, permitiendo a los profesores compartir recursos, asignaciones y comunicarse con los estudiantes de manera eficiente. Estas herramientas no solo simplifican la logística académica, sino que también fomentan una mayor interacción entre profesores y estudiantes fuera del aula.
Además, la tecnología está enriqueciendo el proceso de enseñanza mediante el uso de recursos interactivos y multimedia. Los profesores pueden incorporar videos, simulaciones y juegos educativos para mejorar la comprensión y el compromiso de los estudiantes. Esto ha llevado a un cambio en el paradigma educativo, donde el aprendizaje activo y colaborativo se está convirtiendo en la norma. Es por ello por lo que, los docentes debemos entender como aliadas a las nuevas tecnologías en vez de considerarlas un obstáculo para el proceso enseñanza-aprendizaje.
Y ante esto, en tan solo un año tenemos la llegada de la inteligencia artificial, que está siendo más accesible para todos. Esta tecnología está dejando su huella en la educación superior. Los sistemas de tutoría inteligente pueden proporcionar retroalimentación personalizada a los estudiantes, identificar áreas de mejora y adaptar los materiales de estudio según el progreso individual de cada alumno. Esto optimiza el proceso de aprendizaje, promoviendo un enfoque más personalizado y efectivo. Y aunque para muchos docentes de educación superior, pensar en una IA como herramienta nos parece poco menos que apocalíptico (además de nada ético), lo cierto es que familiarizarnos con ella y aprender a utilizarla, debe ser tomado como una responsabilidad para incorporarla como herramienta y auxiliar en los contenidos temáticos, precisamente por las razones que mencioné con anterioridad.
Sin embargo, el impacto de la tecnología no se limita al aula. La investigación académica se ha visto beneficiada por herramientas avanzadas de análisis de datos y simulación, acelerando el descubrimiento científico y facilitando la colaboración entre investigadores de diferentes partes del mundo. A pesar de todas estas ventajas, la integración de tecnología en la educación superior plantea desafíos. La brecha digital y la desigualdad de acceso a recursos tecnológicos pueden exacerbar las disparidades en el rendimiento estudiantil. Además, es fundamental abordar las preocupaciones éticas y de privacidad asociadas con la recopilación masiva de datos en entornos educativos.
Los docentes entonces, debemos afrontar sin miedo, la incorporación de las nuevas tecnologías digitales al proceso de enseñanza-aprendizaje y en la educación superior, donde de antemano entendemos que el estudiante asume con responsabilidad su formación, es necesario añadirla como una aliada en vez de como enemiga, pues incluso, el diseño curricular actual y especializaciones emergentes, las incluyen como parte de esa formación vanguardista y que representa modernidad y progreso.
Entendemos entonces que, las herramientas tecnológicas están transformando profundamente la educación superior, ampliando las oportunidades de aprendizaje, mejorando la calidad educativa y fomentando la innovación en la investigación. Sin embargo, para aprovechar al máximo estos avances, es esencial abordar los desafíos emergentes y garantizar que todos los estudiantes tengan acceso equitativo a las ventajas de la educación digitalizada del siglo XXI.
*Licenciado en Comunicación. Maestro en Educación graduado con Mención Honorífica. Facilitador, Orientador Familiar y Evaluador certificado. Docente y facilitador con 22 años de experiencia. Diplomado en: Intervención Educativa; Procesos Formativos entre Adultos; Fundamentos, principios y orientaciones del marco curricular común de la Educación Media Superior de la Nueva Escuela Mexicana y Mercadotecnia Digital. Docente de licenciatura y posgrado en diversas Universidades privadas de la entidad.