- Texto y foto:
Omar Rodríguez
París, Francia.- En una tarde dorada de verano, cuatro adolescentes encuentran su refugio en las orillas del majestuoso río Sena. Como notas de una sinfonía parisina, se despliegan sobre el viejo muelle de piedra, sus risas y conversaciones se entremezclan con el murmullo del agua. El sol acaricia sus rostros jóvenes, iluminando sus sueños y promesas no dichas.
Sentados en un improvisado picnic, comparten bocados y secretos, mientras las corrientes del Sena, testigo eterno de historias, acarician suavemente las piedras centenarias. La vida cotidiana no necesita de grandes escenarios; en la simplicidad de un sábado de verano, la ciudad revela su esencia más pura. Aquí, en este rincón a la orilla del río, la juventud se encuentra y el tiempo se suspende.
Es en estos instantes efímeros, llenos de luz y espontaneidad, donde la magia de París brilla con mayor intensidad. La luz se convierte en una musa que acaricia cada rincón, y el momento decisivo, irrepetible, se manifiesta en la intersección perfecta de miradas y sonrisas. La cámara captura lo que el ojo apenas vislumbra, congelando en un suspiro lo que el corazón siente, pero no puede retener.
La fotografía de calle es más que un arte; es un testimonio de la vida misma, poesía que emerge de lo simple. Cada imagen es un verso visual, una oda a lo pasajero y a la eterna danza entre la luz y la sombra.
Comparte este instante, deja que la poesía visual fluya como el Sena, y que el mundo descubra que la verdadera belleza reside en los momentos simples y compartidos.
Sígueme en mis redes sociales y visita mi página de internet:
Instagram: @or_.photography
www.omrphoto.com