Aurelio Ramos Méndez
Resuelto con cabal apego a la Constitución el reparto de diputaciones de representación proporcional, lo que toca a la oposición es deponer su actitud esquizofrénica, entre energúmena y plañidera, y abocarse a la reestructuración de los diversos membretes que la conforman. En términos que seducen a la derecha, hacer un rebranding.
Mueve a la compasión el ver quejumbrosos o iracundos a los dirigentes opositores, al no haber logrado imponer su exigencia de bloquear de manera inconstitucional la configuración en el Congreso de una mayoría calificada, a modo de la cláusula de gobernabilidad que los benefició durante décadas.
Así como las empresas deben reconvertirse para seguir siendo relevantes y enfrentar a su competencia o expandirse territorialmente, los partidos tienen que recurrir a la referida estrategia mercadológica, modificarse para reflotar su identidad de marca. Algo que los adversarios de la 4T deberían emprender sin dilaciones, en lugar de estar lamiéndose las heridas.
Tarea nada sencilla. Los institutos políticos deben ofrecerle a la sociedad voces y rostros nuevos, frescos, un discurso asimismo novedoso, imaginativo, y una praxis honesta y democrática.
Si en la metamorfosis se constata que van a seguir haciendo de las suyas Alito Moreno, Marko Cortés, Los Chuchos, Fox, Calderón, el Jefe Diego, Manlio y otros íconos de la podredumbre de nuestra clase política, aglutinados en el coctel nauseabundo e impasable del Frente Amplio por México, el fracaso está garantizado.
Las nuevas formaciones tendrán que mejorar su sintonía con la sociedad y defender honradamente, sin ánimo clientelista, a los grupos sociales que dicen representar. Deberán contar con militantes, ser realidades no sólo jurídicas sino sociales, no membretes o cascarones como en la actualidad.
Sus líderes estarán obligados a acatar los documentos básicos partidistas, objetivo en el cual las autoridades electorales tienen que mostrarse enérgicas y dejar de ser permisivas con la excusa de evitar inhibir el ejercicio de la política.
Será menester impedir el transfuguismo. La sociedad está harta de quienes se acuestan priistas y amanecen panistas, lo mismo que de partidos casquivanos, esos que con menoscabo de sus principios se montan en el primer microbús que pasa porque cualquiera los deja en las inmediaciones…
Se impone, con especial rigor, que las fuerzas políticas renuncien a sus vínculos con bandas delictivas. Olvidarse de actuar como el PRIAN, que habilitaba a narcos como operadores electorales. ¿Dudas de que eso ocurría? Es cosa de preguntarles a Mario López Valdés, Francisco Labastida, Jesús Aguilar Padilla o Juan Millán Lizárraga. Si El Mayo hablara…
No admite más demoras el contar con partidos rehabilitados de su adicción al dinero. Anuentes a una drástica reducción del costo del sistema electoral –7.3 mil millones de pesos para los partidos en 2025–, cuyas instancias de honor, justicia y disciplina partidaria no pasan de ser chistes desopilantes.
Nuestra democracia requiere de una oposición fuerte, pero bien definida en lo ideológico, propositiva, nacionalista, limpia de corrupción y congruente en el decir y el hacer.
Del estado del sistema de partidos hablan los números. En las votaciones del 2 de junio el PRD, como acólito de la derecha, ganó ¡sólo uno de los 300 distritos electorales!, el agonizante PRI 9, el octogenario PAN 32 y MC también 1.
¿No son estos resultados para darles vergüenza a los dirigentes opositores? ¿No deberían ser razones de peso para echarlos a empellones?
En la elección presidencial, con un padrón de cien millones de ciudadanos, el PRD obtuvo 1.1 millones de sufragios, el PRI 5.7, el PAN 9, y MC 6.2 millones. La relación voto-costo clasifica a nuestra democracia como la más cara del mundo. ¿Es razonable que así sea en un país pobre y con un océano de necesidades?
La conformación del Congreso con indiscutible legalidad y legitimidad debe ser ocasión propicia para un alto en el camino y reconfigurar la oposición.
Envión para el cual, ya se ha dicho, es apremiante despachar con su música a otra parte voceros y consejeros como Héctor Aguilar Camín, María Amparo Casar, Jorge Castañeda, Carlos Loret de Mola, Raymundo Riva Palacio, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga, Denise Dreser, entre muchos contratistas y beneficiarios económicos del viejo régimen. Charlatanes que hoy alimentan el más grande chamuscadero de comunicadores de que se tenga memoria.
No merecen ni el beneficio de la duda quienes, con una docena de encuestas a la mano, que marcaban diferencias de hasta 30 puntos entre el primero y el segundo lugar de la contienda, hablaron de empate y hasta de rebase, en franca burla y violencia política y de género contra su correligionaria Xóchitl Gálvez.
BRASAS
El embajador de Estados Unidos incurrió, mediante un penoso reversazo y una baladronada, en un acto hostil e injerencista, al afirmar que la reforma judicial pone en peligro la democracia.
Reversazo, porque en sólo semanas pasó de apoyar la elección de jueces, ministros y magistrados, “como en Colorado”, a combatirla con rudeza.
Baladronada, porque amenazó con denunciar el T-MEC, algo que ni en la peor pesadilla el Tío Sam está dispuesto a cumplir. La dependencia México-EU, a estas alturas de la historia, es recíproca.
No podría la potencia vecina prescindir más de veinticuatro horas del intercambio comercial binacional sin desatar un desastre. Por ello, es mentirosa la amenaza del personero gringo.
La explicación de su grosera injerencia radica en el proceso electoral de su país. En la necesidad de los demócratas de no darle al republicano Donald Trump la exclusividad de captar votos atacando a México. Retórica pura.
En la campaña estadunidense, por azares de la geografía, nuestro país es blanco fácil. Tal como se vio cuando Elon Musk anunció la cancelación de una megaplanta de Tesla en Nuevo León. Ni modo de dar la impresión de que los amigos del vomitivo Trump no crean empleos en Estados Unidos, pero sí en México.
Esta vez le tocó el turno a Salazar, quien parecía amigo de México. La urgencia de apuntalar a Kamala Harris lo obligó a mostrarse más trumpista que Trump.
Campaña o no, los mexicanos estamos ante el imperativo nacionalista de rechazar el entrometimiento gringo y protestar porque nuestro país es tomado por piñata. El metiche Ken no es amigo leal. Su país –dice el axioma– no tiene amigos sino intereses.
De más está decir que la asimetría –bélica, económica, comercial, política—implica que, si de usar la fuerza se trata, la potencia vecina puede hacer lo que le venga en gana. Tres invasiones a nuestro territorio lo confirman.
Cuesta trabajo, no obstante, creer que por la reforma judicial pueda atreverse a cumplir sus amenazas.
Por lo pronto Claudia Sheinbaum ya exhibió la hipocresía gringa. Le dijo a Ken que en 43 de los 50 estados de EU los jueces son electos en forma directa por los ciudadanos. ¿Por qué eso no puede ser posible en nuestro país?
Túndanse Kamala y Trump, pero no metan a México en su lodazal.
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El narcotráfico en nuestro país y en particular Sinaloa, contrario a lo que propala la oposición, no empezó en 2018. Data al menos de los años 60 del siglo pasado. Y fue potenciado desde la Presidencia por Carlos Salinas de Gortari, primero, y Felipe Calderón, después.
Conviene no olvidarlo. Menos ahora que operadores políticos, voceros mediáticos y fundadores de medios con dinero público y por encargo de funcionarios, se afanan en lavarles la cara a sus mecenas.
La captura de Ismael El Mayo Zambada, como era de esperarse, reflotó los intentos de vincular al Presidente López Obrador y su sucesora, y al gobernador Rubén Rocha con cárteles de las drogas.
Los medios hegemónicos perifonean 24/7 que Sinaloa está en manos de la mafia, como si esta escalofriante realidad fuese nueva y develara complicidades sólo de Morena, no de toda la clase política.
La biografía de asesinado exrector Héctor Melesio Cuén es elocuente. En los últimos tres lustros brincó de partido en partido. De Nueva Alianza al PRI, PAN, PRD, Verde, MC y Morena. ¿Cómo pudo ser, si hasta los niños de pecho sabían de la densa corrupción al paso de Cuén por la Universidad de Sinaloa, la alcaldía de Culiacán, la secretaría estatal de Salud y el congreso local?
Vox populi afirma que con dinero del erario y de fuentes inconfesables financió su carrera política, durante la cual trató de alcanzar la gubernatura y hasta fundó su propio partido, más fuerte que el PRI y el PAN.
La trayectoria de este político hace que uno se pregunte, ¿dónde estaban Lorenzo Córdoba, Ciro Murayama y los demás consejeros del IFE-INE y el Organismo Público Local Electoral mientras Cuén recorría todo el abanico partidista, merced a un reguero de dinero?
Estas indolentes y omisas autoridades electorales deben darles explicaciones a los mexicanos, cuyos impuestos solventaban los regios sueldos que ellas alegremente se embuchacaban.
Vale preguntar cuántos otros Cuén pululan por el país, arropados por la complicidad del INE y las dirigencias de partidos.
Si el currículo del malogrado exrector devela el estado de la política sinaloense, la biografía de Carlos Salinas habla del empoderamiento del narco. Su hermano Raúl fue desenmascarado por Miguel de la Madrid, que lo vinculó con temibles carteles.
Al hampón Raúl Salinas también lo exhibió como narco el gobierno de Suiza, país donde él escondió más de ¡cien millones de dólares, producto de sobornos de mafiosos! Dinero—por cierto– que un juez ordenó devolverle contante y sonante.
Otro hermano de Carlos Salinas, Enrique, fue asesinado en oscuras circunstancias. Y de Felipe Calderón, baste tan sólo mencionar el nombre de Genaro García Luna.
RESCOLDOS
Se quedaron con los crespos hechos los ultraderechistas que pensaban abrazar y besar a Javier Milei. Qué bueno. El presidente argentino canceló su visita a México para atender el incendio que amenaza consumir su gobierno.
aurelio.contrafuego@gmail.com