Aurelio Ramos Méndez
Entre el amanecer y la medianoche del pasado martes 10, casi al término de una jornada de agitación y violencia política, el senador por Veracruz, Miguel Ángel Yunes Márquez, empezó a ser visto por sus correligionarios panistas y la oposición toda como un horripilante engendro, cruza de arácnido venenoso, ofidio y ave rapaz, cuyo principal rasgo taxonómico es la traición.
Hasta entonces Yunes Márquez, que para los ciudadanos comunes ha sido un corruptazo, cínico y ladrón de marca mayor, dentro del PAN era visto con respeto y admiración, tratado con consideraciones y encubierto con complicidad, como el pichón que es de Miguel Ángel Yunes Linares, verdadero depredador de la política y el erario.
La metamorfosis del legislador había comenzado la víspera, cuando dejó de contestar ¡más de un centenar de llamadas telefónicas! de copartidarios suyos, puniblemente interesados no en el sentido de su voto sino en obligarlo a votar por el no la reforma judicial.
Yunes Márquez se esfumó, lo cual exacerbó la furia de la cúpula panista, que a despecho de la Constitución y la Ley Orgánica del Congreso, y con total permisividad del INE, se creía en aptitud de imponerle la obligación de votar en contra, como contraprestación de favores recibidos.
¿Cuáles favores? ¡Una ringlera interminable! El legislador es portaestandarte de una dinastía que ha medrado a sus anchas en la administración pública y la política, al amparo primero del PRI y después de Nueva Alianza y el PAN.
Un cacicazgo que en tres décadas y a punta de transas se ha hecho de diputaciones, senadurías, presidencias municipales, la gubernatura de Veracruz e infinidad de cargos partidistas y de gobierno, y posiciones en sindicatos, organizaciones civiles y hasta instituciones religiosas.
Protegido la mayor parte de su trayectoria pública por el PAN, el patriarca del clan, Yunes Linares, no ha tenido empacho en meter en el lodazal de su praxis política a hijos, sobrinos, esposas y otros parientes cercanos, muchas veces vía la herencia de cargos o en sucesiones virtualmente por derecho de sangre.
Con decir que este personaje es ahora senador suplente de su hijo Miguel y que su nuera Patricia Lobeira es alcaldesa del puerto de Veracruz, en remplazo de su hijo Fernando.
Son estos sólo dos botones de muestra de un acaparamiento de puestos regionales avalado sin pudor por el PAN, entre loas a la democracia, y cohonestado por sucesivas administraciones del INE, incluidas las de Córdova, Murayama y otros próceres.
Semejante perfil de los Yunes no fue impedimento sino más bien requisito indispensable para su matrícula e ingreso sobre alfombra roja en el blanquiazul, mas ahora se pretende expulsarlos como prueba de que en el PAN es menos grave ser corrupto y ladrón que disidente e indisciplinado.
El jefe de esta compañía de acróbatas atisbó en la reforma judicial la oportunidad de dar maromas para congraciarse con la 4T, mediante el canje de un decisorio voto a favor a cambio de impunidad. Atinó en la apuesta.
Necesitados como estaban de un solo sufragio para alcanzar las dos terceras partes de senadores y sacar avante la reforma, los líderes de Morena aceptaron la oferta dichosos, con fingida resignación, sin siquiera taparse las narices.
Yunes Márquez se convirtió así en el centavo que el gobierno y su partido necesitaban para completar el peso de la aprobación de la reforma judicial, al muy alto precio de ser acusados de chantaje y coacción… por quienes aúpan delincuentes a puestos públicos.
El martes por la mañana, cuando a los ojos de los panistas el senador por Veracruz empezaba a metamorfosearse en el perro del mal, éste no se apareció en la junta de su bancada, preparatoria de una plenaria senatorial que sería interrumpida por una turba presumiblemente asalariada.
El progenitor del legislador entró a la cancha en calidad de suplente y aprovechó su cuarto de hora para champarle al líder panista Marko Cortés verdades de veinticuatro kilates. La más penosa, que el 2 de junio su retoño le aportó al PAN un millón de votos, gracias a los cuales Cortés estaba sentado muy orondo en su escaño de plurinominal, sin haber conseguido ni un solo sufragio.
El propietario del pupitre senatorial remplazó a su padre y alrededor de las 23 horas, cuando sus rasgos esperpénticos estaban definidos y una legión de panistas lo desollaban en los medios –“traidor”, “vendido”, “corrupto”, “cobarde”, “mafioso”–, él le dio al abstruso Cortés una zamarreada memorable.
Lo acusó, entre otros delitos, de haber violado la Carta Fundamental imponiéndoles a los legisladores del PAN el voto en contra de la reforma.
La modificación constitucional finalmente tuvo luz verde en la cámara alta, donde se registró otra ausencia opositora, la del campechano Daniel Barreda, quien declaró que su inasistencia fue voluntaria pero la obcecación derechista –duro y dale– la achacó a presiones gubernamentales.
En el paseíllo de la reforma por los congresos locales una docena de priistas, panistas y emecistas votaron a favor, pese a amenazas de expulsión de las cúpulas partidistas.
Las autoridades electorales duermen a pierna suelta. No se han enterado de esta flagrante violación masiva de derechos políticos de legisladores.
Ni el más leve pronunciamiento –un boletín, un discurso, una declaración banquetera o cuando menos la filtración de una postura—ha formulado el INE ni el tribunal electoral, en repudio de tan descarada violación a la Carta Magna.
Este asunto llegará a los estrados judiciales, donde los Yunes, con toda razón, esperan ganar la partida. No sólo ganar, sino exhibir a Cortés haciendo el ridículo.
El fallo está más cantando que La Bikina, pero lo bueno para el líder panista es que él también ha experimentado una metamorfosis: ya le perdió el miedo al escarnio público.
RESCOLDOS
El tribunal electoral anuló la reforma a los estatutos del PRI realizada en tiempo de veda. Con ello le retiró la escalera a Alito Moreno, quien había alcanzado la relección en la presidencia partidista apoyado en tales documentos. Viene la elección de nuevo líder y esto ha hecho que se froten las manos aun quienes concitan mayor repudio. Es el caso de Claudia Ruiz Massieu, sobrina del azufroso Carlos Salinas de Gortari…
Con la reforma judicial México entra en una larga noche autoritaria, con mando unipersonal y absoluto, producto de un golpe de Estado. Eso afirman, ansiosos por reincidir en el papelazo, columnistas de la derecha golpista más delirante y bufa. Y, de nuevo pronostican el fin de los contrapesos y el Apocalipsis, como si ellos mismos no sigan siendo hoy el más rotundo contrapeso del gobierno nacional…
aurelio.contrafuego@gmail.com