CONRAFUEGO || Fobaproa intencional   

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Aurelio Ramos Méndez

Si ningún mexicano tiene la suerte de topase hoy con Melchor, Gaspar o Baltazar deambulando extenuados al término de su jornada de reparto de regalos, nadie interprete olvido de nuestro país por los Reyes Magos. Es una leve demora. El próximo viernes, con el expresidente Ernesto Zedillo como heraldo, de seguro nos darán el mejor presente del último cuarto de siglo: el derecho de conocer toda la verdad sobre el Fobabroa.

Conocer, por ejemplo, si la serie de traumáticos episodios político y sociales ocurridos al final del salinato, entre 1993 y 94 –Posadas Ocampo, EZLN, Ruiz Massieu, Colosio—no fueron obra del azar sino infames maquinaciones desde la cúpula del poder, orientadas a gestar una crisis económica y propiciar el negocio del siglo para unos cuantos, mediante el rescate con dinero público de bancos y empresarios tramposos.

Con suprema expectación se aguarda la conferencia magistral virtual que Zedillo dará el 10 de enero en el seminario Perspectivas económicas 2025, en el ITAM, pues tendrá oportunidad de hablarles sin engaños a los mexicanos y aportar detalles sobre la gestación del Fobaproa, cogollo del indecente negocio referido.

El Fobaproa fue ideado por Salinas en 1990 supuestamente para la eventualidad de una crisis económica similar a otras precedentes, como las desatadas en el cierre de los gobiernos de Echeverría y López Portillo.

Una sucesión de extraños episodios de sangre ocurrió al final del sexenio 1988-94, aunque no hubo entonces crisis económica declarada; la catástrofe intencional estallaría a los veinte días del zedillato.

Salinas consiguió controlar el curso de la economía y heredarle a Zedillo indicadores macroeconómicos pegados con babas, los cuales detonaron lo que por boca de ganso y con el cobarde afán de eludir responsabilidades Salinas bautizó “el error de diciembre”.

Enemistado con Zedillo porque éste metió a la cárcel al hamponazo Raúl Salinas, “el hermano incómodo”, Carlos Salinas vio con satisfacción la llegada de la crisis económica –devaluación del peso en 300 por ciento–, se configuraba por fin el anhelado escenario para la absorción por el Estado de las deudas privadas de sus compinches, banqueros y megaricos.

Es decir, para la aplicación del Fobaproa, cuyos cimientos él había colocado anticipada y malvadamente, y la consumación por esta vía de un negocio infame, obsceno, que les dejó a todos los mexicanos una deuda eterna, cuya cancelación por el gobierno federal por fortuna ya despunta en el horizonte.

El negociazo consistió en el rescate de quienes están en la punta de la pirámide social salvándolos de una crisis fraguada a cuatro manos entre Salinas y Zedillo, en sus buenos tiempos, despojando de su patrimonio –a partir del 12 de diciembre de 1998, cuando fue decretada la deuda pública– aun a los mexicanos más humildes.

¿Ganones? Los dos expresidentes, un puñado de altos funcionarios, empresarios y machuchones voraces, y políticos del PRI y del PAN. 

El error les reportó a todos ellos más oro del que Midas acumuló mientras tuvo la facultad de convertir en este codiciado metal todo lo que tocaba. Y, desde luego, muchísimo más oro del que Gaspar le llevó al pesebre al Niño Dios.

Tan descomunal fue el impacto sobre la economía popular que acabó por desplazar del poder a priistas y panistas. Ahora hasta los usufructuarios de los despojos de ambos partidos ponderan la conveniencia de eliminar aquel nefasto programa financiero.

Durante la discusión parlamentaria del Presupuesto de Egresos 2024, el diputado priista Rubén Moreira pidió en la tribuna de la cámara baja recortar 40 mil millones de pesos a los recursos destinados al fondo succionador de la savia vital de la nación y redirigirlos a la reconstrucción de Acapulco. 

“Quitemos a los banqueros la prebenda del Fobaproa”, dijo el ex gobernador de Coahuila, sin explicar cómo se dejarían de abonar las obligaciones aprobadas en su momento por el PRI y el PAN. Descaradamente oportunista y electorera, su propuesta se quedó flotando en la atmósfera. 

Para el presente año fueron asignados al denominado ramo 34 –el pago de intereses de la deuda depredadora– 52 mil 500 millones de pesos. En su origen la deuda era de 552,000 millones, pero ya han sido pagados más de 1.3 billones en intereses y el pesado fardo aun permanecerá siete décadas sobre los hombros de la nación.

En noviembre pasado, el 27, los diputados por el PT Reginaldo Sandoval y Magdalena Núñez presentaron una iniciativa de reformas a la Ley de Protección al Ahorro Bancario con objeto de eliminar el pago de la deuda del fondo en cuestión, lo cual ya es materia de análisis por Morena.

Tan verboso de un tiempo acá y tan aguerrido defensor de sus acciones de gobierno, entre estas el desmantelamiento de la Corte en 1994 –a punta de patadas en el rabo envió a casa 26 ministros–, Zedillo mal podrá disertar sobre las perspectivas económicas para el presente año sin hablar sobre el Fobaproa, su despreciable herencia.

Y hablar, por añadidura, de la imperdonable aniquilación de los ferrocarriles nacionales vía su privatización; es decir, su entrega a precio de regalo a extranjeros de quienes a la postre él se convertiría en el más abyecto de sus empleados. 

Su alocución del próximo viernes podrá significar el aval más importante rumbo a la cancelación de la asfixiante deuda del Fobaproa. A condición, claro, de que con honestidad intelectual desembuche toda la verdad acerca de su confabulación con Salinas.

Y que explique, con profusión de detalles, el tamaño de las respectivas tajadas asignadas a cada uno de estos expresidentes por los beneficiarios directos del macronegocio del rescate bancario. De oquis no habrá sido. 

RESCOLDOS

De nuevo, mediante un reportaje chambón The New York Times trató de apuntalar una eventual intervención militar gringa en nuestro país. Y pretendió verles cara de estúpidos a sus lectores. Les mostró fotos de un montaje sobre supuestas cocinas para la fabricación de fentanilo en pleno centro de Culiacán. La información gráfica muestra un habitáculo que podría ser útil para cocinar un puchero o freír unos tamales, pero no para producir la mortal droga que fascina a los gringos. Hizo mal la Presidenta Sheinbaum al responderle a ese diario desde su alta investidura. Una carta de la vocera presidencial habría bastado para tratar de atajar el bulo… 

Ciudadanos estadunidenses, no migrantes, fueron los autores de los más recientes actos terroristas en Estados Unidos, en Nueva Orleans –quince muertos– y Las Vegas. Para mayor agravio, se trata de Boinas verdes –soldado activos– y de veteranos del Ejército de Estados Unidos. El despreciable boquiflojo Donald Trump, sin embargo, se apresuró a culpar a trabajadores indocumentados y arreció su vomitiva cantaleta en contra de estos. Y medios como la cadena Fox News, tan rigurosos y éticos como The New York Times, mintieron con descaro: difundieron que el camión con que fue embestida una multitud en la ciudad del jazz había entrado a EU cruzando la frontera por Coahuila. Falso. Son gringos matando a gringos…

aurelio.contrafuego@gmail.com

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.

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