CONTRAFUEGO || Cuauhtémoc y los farsantes

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Aurelio Ramos Méndez

Si tan sólo fuera por el perfil de algunos de los más persistentes y estridentes activistas en contra de Cuauhtémoc Blanco, alineados en la más obcecada, sistemática y montonera oposición al gobierno federal, más vale tomar distancia frente a su causa y hasta ubicarse en la otra orilla.

De ninguna manera el distanciamiento constituye un gesto irreflexivo y menos de empatía con la tentativa de un grave delito. Es apenas un acto reflejo ante el total descrédito de la palabra de los opositores, que satura la atmósfera. 

En nuestro sistema de información un escándalo dura hasta que llega otro que lo sustituye –más aun si ha sido artificialmente creado–, lo cual puede ocurrir incluso varias veces al día. El caso del exfutbolista sofocó la campaña sobre los “campos de exterminio nazis” en suelo mexicano.

Con el crack tepiteño, debe decirse, no obstante, está cometiéndose una verdadera infamia mediante humillaciones, insultos, juicios por duplicado y hasta triplicado por una misma presunción de delito, en comisiones y en el pleno de diputados, y sentencias a partir de indicios y suposiciones las veinticuatro horas del día en la prensa, radio, televisión, medios digitales y hasta en grafitis y en marchas y mítines.

Semejante escándalo impone reflexionar acerca de aspectos que gravita sobre el mismo, en particular el fuero legislativo y la impostura de quienes atizan la pira en que pretenden quemar al creador de la Cuauhteminha.

¿Cuántos de los que vociferan e intentan defenestrar a Cuauhtémoc pasarían la prueba del ácido, en lo concerniente al respeto genuino y riguroso a los derechos y la integridad de las mujeres?

¿Cuántos de ellos posan de feministas de ley, pero mostrarían el cobre si se les rasca por encimita su vida privada y se indaga su actitud ante el machismo y la equidad de género?

Y, ¿cuántos de los diputados y senadores que se hacen lenguas en contra del fuero legislativo, que protege al exfutbolista, actúan con honestidad intelectual y sin cálculos políticos, y a la hora de la verdad votarían a favor de eliminar esta figura jurídica?

¿Sufragarían a favor de tal eliminación a sabiendas de la vulnerabilidad que ello representaría para la libertad de expresión de los legisladores, en especial los opositores del régimen?

Hablamos de políticos que consintieron y hasta festejaron las insolencias de un expresidente que calificó a las mujeres de “lavadoras con patas” y solía llamar a su esposa con silbidos de arriero.

Y de quienes forjaron chistes del peor gusto atribuyéndole alcoholismo a la cónyuge del Jefe del Estado iniciador de la etapa neoliberal.

¿De qué feminismo hablan conductores de televisión pillados en flagrancia, columnistas en queveres con subordinadas, políticos con más parejas en su historial que dedos de las manos, payasos de televisión que cosifican y sexualizan a colaboradoras, periodistas que vilipendian a colegas y competidoras laborales? 

En cuanto al fuero, hasta las piedras saben que en las cámaras del Congreso todos están en contra de esta figura sólo de dientes para afuera. Porque a ninguno de ellos les conviene la eliminación que a muchos dejaría a merced de la justicia o de la venganza.

A esto se debe que iniciativas van e iniciativas vienen –la más reciente de Alfonso Ramírez Cuellar—y ninguna consigue luz verde en las plenarias camerales. Diputados y senadores de todos pelajes y colores partidistas juegan a base de aritmética con las expectativas de los ciudadanos.

Desde una oposición calculada suelen hacer declaraciones contrarias al fuero; mas, a la hora de la verdad, papel y lápiz en mano llevan la cuentan de los votos necesarios para el rechazo. Alcanzados los cuales brincan de gusto en una pata y vuelven a la pantomima de su férrea oposición al fuero. ¡Farsantes! Ninguno era partidario de eliminar esta coraza.

El pecado está en el engaño y la simulación, pues bien mirado el asunto en un régimen político como el nuestro el fuero sigue siendo indispensable para garantizar la libertad de expresión de los representantes populares.

Conviene reparar en el destino que sin el fuero hubieran tenido Porfirio Muñoz Ledo increpando a Miguel de la Madrid o a Carlos Salinas de Gortari; Lily Téllez y sus desafueros que frisan entre la grosería y el ridículo; o Gerardo Fernández Noroña señalando de narco a García Luna. Y los Alitos, las Rabadán, los Anaya, los Fernández de Cevallos y otros famosos tribunos lengualarga.

Cuauhtémoc Blanco le dio a la afición futbolera incontables motivos de júbilo, muchas veces en los momentos de mayor desasosiego nacional, lo cual, en efecto, en modo alguno es excluyente de responsabilidad.

Si deberá pagar por un amago de violación, tendrán que pagar, pero vía un proceso justo, con apego a la legalidad, al margen de gérmenes políticos y menos de confabulaciones como las que traslucen el episodio en que tristemente se debate.

Tiene fuero porque este es beneficio que rige para todos los legisladores y él accedió a la Cámara baja desprovisto de este grueso caparazón, mucho antes de que fuese acusado de intento de violación, no a una media hermana suya –según ha dicho– sino del mayor de sus cinco hermanos.

Podrá decirse que buscó ingresar al Congreso en pos de inmunidad por delitos cometidos durante su vida política, en especial su desempeño como gobernador, sólo que… ¿no es esta una maniobra ordinaria de todas las fuerzas políticas? ¿Hay alguna libre de culpa capaz de lanzar la primera piedra?

El ex gobernador de Morelos no entró al Legislativo para protegerse del delito que ahora con razón o sin ella se le atribuye, con relación al cual ya expuso su verdad ante el pleno de su bancada e hizo señalamientos valerosos que merecen ser tomados en cuenta.

El dato más sobresaliente fue la acusación directa de vinculación con el narcotráfico al exfiscal morelense Uriel Carmona –de muy dudosa reputación-, algo sobre lo cual las autoridades deben deslindar responsabilidades con prontitud.

Blanco Bravo dijo su verdad entre sollozos, pero un coro de farsantes ripostó con burlas. “Lágrimas de cocodrilo”, dijeron algunos, a pesar de que el también exalcalde de Cuernavaca cumplió su palabra de presentarse ante la fiscalía estatal para rendir declaración ministerial.

El deplorable caso está sirviendo menos para hacerle justicia a la real o supuesta víctima del exfutbolista, que para persistir –duro y dale– en el furioso ataque de quienes son capaces de maquinar cualquier patraña y tripular cualquier causa con tal golpear a un gobierno con 80 por ciento de aceptación popular.

BRASAS

Tan enamorado está Nayib Bukele de su imagen personal y de su gobierno, que –cual moderno Narciso– ya recibió de su némesis un castigo letal en lo político, equivalente a quedarse absorto contemplando su figura en el agua, y acabar arrojándose para perecer ahogado en el arroyo.

“Espejito, espejito”, le preguntó el presidente de El Salvador a la inteligencia artificial Grok, “¿quién es el presidente más popular del mundo? Responde con una palabra”. “Sheinbaum”, fue la –para él– descorazonadora respuesta.

Toda una tarde ocupó el mandatario haciéndole a Grok preguntas debidamente fraseadas, cuyas respuestas unívocas lo aludían a él, su país o su gobierno.

“Cuál es el país más seguro de América Latina”, “¿quién es el presidente que más ha reducido los homicidios en el mundo?”, fueron algunos de los interrogantes del émulo del personaje mitológico símbolo del excesivo amor propio.

Las respuestas que satisfacían el ego del gobernante –quien días antes le había recomendado a Sheinbaum imitar sus políticas de seguridad– fueron republicadas en las redes hasta la náusea.

El ejercicio narcisista duró hasta que Bukele disparó por la culata. La contestación al cuestionamiento sobre el presidente más popular del mundo le acarreó un aluvión de burlas.

El salvadoreño está urgido de legitimidad para sus políticas de seguridad, escandalosamente violatorias de los derechos humanos. 

Políticas entre las cuales ahora destaca, por exigencias de Donald Trump, la conversión de su país en una inmensa cárcel para presos de Estados Unidos.

El Narciso salvadoreño se ha entregado mansito al mandatario gringo menos por admiración y afinidad ideológica que por miedo cerval.

En julio de 2024, en la clausura de la convención republicana, al hablar sobre migración, esto dijo Trump sobre Nayib Bukele:

“Tiene mucha popularidad por ser un buen pastor de su país, su criminalidad está bajando (…) y me di cuenta de que envía los criminales a Estados Unidos. Él no lo dice, trata de convencer a todos de que hace un trabajo maravilloso, pero no hace un trabajo maravilloso”.

Añádase que la corte de Nueva York investiga un presunto pacto secreto de Bukele con los líderes de las pandillas de su país, algo que podría conducirlo a una cárcel de alta seguridad en EU.

No sería para menos. A los cabecillas de las maras les habría ofrecido impunidad a cambio de colaboración para llenar las cárceles con maleantes de poca monta y aun con inocentes.

RESCOLDOS

¡Qué decepción! Gerardo Fernández Noroña no viajó a Francia en primera clase, pero este es el momento en que Joaquín López Dóriga no se despide de sus audiencias. Había dicho que renunciaría a su oficio, si el presidente del Senado demostraba que no viajó en primera. Lo demostraron el legislador, el Senado y la línea aérea; pero el Güero, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí…

aurelio.contrafuego@gmail.com

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.

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