Aurelio Ramos Méndez
La hostilidad manifiesta de Donald Trump hacia México representa una prueba para la voluntad del papa estadunidense León XIV de pasar de las palabras, las parábolas, los eufemismos y la retórica a los hechos en la búsqueda de la paz, el diálogo, la concordia y la justicia.
¿Consentirá el norteamericano políticamente más importante del mundo, cuyo primer discurso como sucesor de Pedro constituyó una exaltación de la paz, la justicia, la fidelidad al Evangelio y otros valores, los desafueros de su energúmeno paisano ocupante de la Casa Blanca?
¡Hará valer Robert Prevost el liderazgo que ejerce sobre mil 400 millones de católicos, frente al despreciable gringo que llegó al poder con apoyo de unos 77 millones de votantes, muchos ahora en acelerado proceso de arrepentimiento?
O, por el contrario, ¿en mancuerna con Trump y fiel a su recóndito conservadurismo, reeditará este orgulloso agustiniano el activismo reaccionario de Juan Pablo II para intentar forzar un viraje a la derecha en nuestro país y en el mundo, así sea ya sin la compinchería de Ronald Reagan y Margaret Thatcher?
Por sus obras los conoceréis, dice la Biblia, y este postulado rige asimismo para el nuevo embajador de Estados Unidos, Ronald Johnson, quien llegó el jueves precedido de una repulsiva fama de intervencionista y aun de invasor para tratar de recomponer unas relaciones diplomáticas virtualmente rotas por su gobierno.
Sin exageración alguna las relaciones binacionales están a nivel de Encargado de Negocios, pues en lo político la comunicación sobre asuntos de interés común sencillamente no existe.
Ni una palabra se ha dignado dirigirle a nuestro gobierno el despreciable Trump respecto al impuesto de cinco por ciento a las remesas, el retiro de visa a la gobernadora Marina del Pilar Ávila y su esposo y el cierre de la frontera al ganado mexicano so pretexto del gusano barrenador.
Tampoco ha tenido la cortesía de notificarle la militarización de la frontera común con el aumento de dos mil 500 a nueve mil soldados, ni el empleo de drones, helicópteros artillados y buques de guerra. Peor que hostilidad, descaradas agresiones.
Menos aún el gobierno de Trump ha informado de la abusiva y maniquea decisión de elaborar una lista negra de presuntos narcopolíticos y restringir tratos con políticos mexicanos, de todos signos partidistas, manchados de corrupción.
O sea, restringir tratos con personajes de esos que en Estados Unidos no hay ni uno entre los políticos blancos, anglosajones y protestantes -los detestables WASP–, segmento poblacional en el que todos son probos, inmaculados y santos labrados por la divinidad en una madera mejor que la del resto de los seres humanos…
Con prepotencia imperial Trump tampoco ha avisado de las
componendas que tramó con la dinastía de “narcoterroristas” del Chapo Guzmán, a la cual se atribuye el secuestro en suelo mexicano del Mayo Zambada y su entrega al Tío Sam para que cante lo que se le pida.
Tal como cantarán lo que la justicia gringa quiera escuchar los 17 parientes de El Ratón Ovidio Guzmán López, a quienes el FBI les tendió alfombra roja en San Isidro.
No sorprende tanto apapacho a narcos y tanto acoso y desprecio al gobierno de Claudia Sheinbaum; es el sello del trumpismo, acaudillado por un delincuente convicto de 34 delitos. No se quejen después los gringos de que sus socios y vecinos busquen alianzas en el ancho mundo.
Con más de medio siglo en el servicio público desde su ingreso como soldado raso a la Guardia Nacional en 1971, tres lustros en el ejército y dos décadas en la tenebrosa CIA, Ron Johnson poco podrá hacer para reflotar las relaciones entre los dos países.
La explicación es simple: El que manda es Trump y éste, como Gabino Barrera andando en la borrachera, nomás no entiende razones.
Aunque tampoco es cosa de decir que al siniestro Ron, cuyo primer acto en México fue visitar –acompañado de su esposa Alina—a la Virgen de Guadalupe, no le tiemblan las corvas frente al desquiciado gobernante de EU.
El nuevo embajador ocupó la legación estadunidense en El Salvador durante el primer mandato de Trump, pero su experiencia ha servido lo mismo que un sombrero en una tormenta.
Su gobierno dispuso hace pocas semanas el envío de 255 venezolanos a una cárcel salvadoreña, con el argumento de que se trataba de peligrosísimos pandilleros, descendientes directos de Belcebú.
El diario The New York Times –no la prensa de Cuba, Venezuela o Corea del Norte—documentó de la manera más minuciosa que docenas de los encarcelados no tenían vínculos con bandas criminales ni antecedentes penales. Ron no dijo ni mu frente a tan descomunal patraña. Linda personita. Ejemplar servidor público.
Con semejantes antecedentes de apego a la verdad, valor político y autonomía de criterio se antoja un desvarío suponer que el nuevo embajador pueda tener arrestos para decirle No al presidentedelincuente.
Y menos para acompañar las gestiones de un grupo plural de senadores mexicanos que viajara a Washington para tratar de atajar el todavía latente, leonino impuesto a las remesas.
No se tendrá el respaldo del diplomático ni siquiera porque este asunto ha obrado el milagro de unir en el rechazo a todas las fuerzas política de nuestro país.
En su furiosa acometida contra nuestro gobierno el gringo tiene la simpatía de un puñado de desnacionalizados que en México apuntalan su discurso y lo justifican con descaro.
Descuella en este triste encargo el periodista Raymundo Riva Palacio, quien cotidianamente satura la atmósfera con mentiras, calumnias, agravios e informaciones ultraconfidenciales que en realidad son versiones de versiones.
Son chismes del tipo de uno que se encontró con otro que estuvo en una reunión y cuyo nombre e identidad se reserva, quien le dio datos cuya comprobación por la realidad en 99 por ciento de los casos jamás se concreta.
Para colmo, se trata de bulos presentados con una redacción calamitosa, impropia de un periodista certificado por el gringaje –¡en
Harvard!–, profesor de periodismo y autor de manuales de redacción…
Con su elección como papa Robert Prevost desbancó a Trump como el estadunidense más importante, representativo e influyente de la primera potencia mundial.
En los hechos esta situación se traducirá en que el presidente estadunidense ya no podrá hacer por sus pistolas lo que se le venga en gana, sin al menos consultarlo o conversarlo con el vicario de Cristo.
En esta nueva coyuntura los abusos, las injusticias, el maltrato de EU a otras naciones, en particular México, no podrán explicarse sin el aval de la Santa Sede.
Y, a la inversa, será en gran parte mérito de León XIV si consigue amansar al chúcaro mandamás y ofrecerle al menos un poco de paz y justicia a los mexicanos y al género humano todo.
BRASAS
Ni siquiera porque están a punto de ser removidos como el cochambre algunos miembros del Poder Judicial ceden en su propensión a la corrupción y los cochupos.
Es el caso de la jueza Jovita Vargas Alarcón, quien le extendió amorosamente el amparo de la justicia al exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles.
Este angelito está acusado de peculado, operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa y administración fraudulenta. Les causó a las arcas de su estado un quebranto por 3412 millones de pesos.
Las trapacerías de Silvano consistieron en la compra con sobreprecio cuarteles para la Guardia Civil en media docena de municipios.
La jueza les torció el cuello a las leyes y tuteló al exmandatario para evitar que sea capturado y responda por sus actos ante la justicia. Le dio una “escandalosa protección”, a decir del fiscal Alejandro Gertz Manero.
Doña Jovita, según todos los indicios, le dio la razón a Cantinflas, quién en Caballero a la medida, en 1954, dijo que en efecto la justicia es ciega, no ve, pero agarra lo que puede.
Sobre la jueza ya pesan una denuncia penal y una queja procesal, aunque, la verdad, nada garantiza que no habrá impunidad. No sería la primera vez que en la 4T que los pillos se salieran con la suya.
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De cara a la inminente elección de ministros, magistrados y jueces, la derrengada oposición da prueba de que es dura de entendederas.
Al igual que en otros procesos democráticos, promueve a todo vapor una campaña para no acudir a votar el 1 de junio.
O sea, de nuevo le dejará el terreno libre en toda su amplitud al gobierno y su partido.
Impulsan este desatino –parece mentira—el experto en temas
electorales, Lorenzo Córdova, e intelectuales y políticos de la talla de Paty Chapoy y Vicente Fox.
“No votes por la farsa”, es el lema de la absurda y antidemocrática campaña.
Los organizadores convocan en cambio a un mitin ese día en el Ángel de la Independencia, en la capital del país. Pobres, parece desconocer que los partidos se ganan jugando.
Empleados del concesionario de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, atizan con especial empeño la campaña con los hashtag Domingo Negro y No al fraude electoral.
Se comprende que así sea. Una nueva conformación del Poder Judicial puede significar el fin de las marrullerías de Salinas Pliego para no pagar –robarle al Estado, pues—60 mil millones de pesos que adeuda en impuestos.
RESCOLDOS
Casi medio siglo de la CNTE luchando por reivindicaciones laborales y democracia sindical habla más de un jugoso modus vivendi, que de limpio sindicalismo. Esta organización disidente del SNTE está en plena acción y tiene de cabeza a la capital del país. Funcional a toda clase de gobiernos e intereses, cabe preguntar quiénes titiritean ahora a este grupo de maestros que tiene en Oaxaca su enclave más importante.
aurelio.contrafuego@mail.com
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