Carlos R. Aguilar Jiménez
Después del tiempo de creencias y supersticiones, de la época del pensamiento mágico y animismo donde proliferaron chamanes, brujos y hechiceros, surgió el pensamiento religioso y, de venerar a muchos dioses, politeísmo, uno para cada fenómeno natural, inexplicable en ese entonces, nació la religión monoteísta, de un solo Dios verdadero, obviamente, para sus devotos, porque todas las religiones dicen que la suya es la verdadera, y en eso tienen razón, así que como en todas las civilizaciones, la prehispánica no fue excepción y veneraron a múltiples dioses en cada pueblo o región, siendo los más famosos y populares los de los mexicas o aztecas.
Quetzalcóatl, Tláloc o Huitzilopochtli eran los dioses principales venerados por nuestros antepasados durante siglos, hasta que, con la llegada de Colón y Cortés, fueron dados de baja, eliminados del panteón prehispánico al considerarlos ídolos satánicos, deidades paganas del mal y fetiches heréticos, imponiendo a su Dios “verdadero” del cristianismo, que a su vez fue impuesto a todos los europeos por el imperio romano.
Hoy, que vivimos una era de ilustración, científica, de conocimientos basados en experimentos que nos explican matemática y físicamente los fenómenos de la naturaleza, ya no se necesitan dioses de la lluvia, el trueno, la fertilidad o lo que sea, porque todo tiene una explicación como fenómeno natural; ni tenemos que hacer sacrificios ofreciendo corazones humanos a Tonatiuh para que el sol salga todos los días, no obstante, la disociación cognitiva determine que soslayemos la ciencia para aferrarnos a nuestra creencias sagradas, aunque sean cuentos para niños, como serpientes que hablan o arcas donde quepan todos los animales del mundo.
Hoy que todos son cristianos, católicos, apostólicos, romanos y guadalupanos, fervientes veneradores de las distintas advocaciones de la Virgen María, gracias a la llegada de los españoles ya no iremos directo al infierno por idolatras, porque ahora se cree en el único Dios verdadero y, todo aquel que venere a Quetzalcóatl o cualquier dios precolombino comete pecado, apostasía y repudio a Cristo, al Papa, a los católicos y principalmente a los devotos guadalupanos mexicanos que ya comienzan a preparar para su peregrinación anual del 12 de diciembre, no para venerar a Tonatiuh en el Museo de Antropología, sino a la “Madre” de México en la Basílica.
Apolo, Thor, Zeus, Júpiter, Afrodita, Brahma, Visnú o Huehueteotl hoy son dioses dados de baja, descontinuados y llevados a mitologías, como en el futuro le ocurrirá al cristianismo, así que venerar a dioses mitológicos como Quetzalcóatl es una falta de respeto a las creencias mas profundas de los cristianos guadalupanos mexicanos.
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