Carlos R. Aguilar Jiménez.
Inició ayer la Mariolatría (adoración a la Virgen de Juquila), del griego Latreia: Adoración y María, derivación latina del griego Miriam, que en sus distintas advocaciones como Madre de Cristo-Dios, en México se adora principalmente el 12 de diciembre como la Virgen Morena, del Tepeyac, de Guadalupe o de la Soledad el 18 de diciembre en Oaxaca, que los católicos en general llaman Virgen María, Santa María Madre de Dios o Madona.
María ––según el Nuevo Testamento–– casó con José, quien al descubrir estaba embarazada resolvió repudiarla por infiel, pero, un ángel de Dios le informó que su embarazo se debía, no a adulterio, sino que había quedado encinta por obra y gracia del Espíritu Santo, por lo que convencido José la recibió en casa, pero no la conoció y María dio a luz a un hijo, Jesucristo, quien se dice nació el 24 de diciembre, día de la Natividad, siendo así que luego de la muerte y resurrección de Jesús, de su vida se sabe poco, excepto por algunas menciones respecto de su entierro al pie del Monte de los Olivos en Jerusalén, no obstante, el dogma católico refiere su traslado directo a los cielos, la Asunción, siendo desde entonces objeto de adoración, considerándola intermediaria entre cristianos y su divino hijo o sea Dios, porque es a través de las peticiones dirigidas a la Virgen, ya sea en la Villa de Guadalupe, el santuario de Juquila, la Iglesia de San Juan Chapultepec o de la Soledad, donde estas fechas se implora su intercesión para que obre milagros a favor de devotos creyentes que peregrinan o auto infligen castigos para demostrar su devoción y fe, que suponen hará merecedores de su intervención divina, dado que sus sublimes prerrogativas y santidad la ponen muy por encima en la jerarquía divina de todas las criaturas, en especial por ser la Madre de Dios, que de México es su Patrona, porque según la leyenda pocos años después de la Conquista, el 9 de diciembre de 1531 el indígena Juan Diego que iba a la ciudad de México a oír la misa dominical, aunque no entendiera porque era en latín, al pasar por el Monte Tepeyac se le apareció la Virgen expresándole su voluntad de ser adorada en ese mismo sitio y, si bien se dice los sacerdotes no le creyeron por ser indio, después se le volvió a aparecer ordenándole recogiera y llevara rosas que milagrosamente habían aparecido y las mostrara al Obispo, y así lo hizo extendiendo su tilma para mostrar las rosas que cayeron apareciendo la imagen de la Inmaculada Concepción. Convencido del milagro el primer obispo Fray Juan de Zumárraga dio su aprobación y luego se erigió una iglesia que es actualmente la basílica de Guadalupe, siendo desde entonces, por bula de Benedicto XIV Patrona de México y de todos los mexicanos guadalupanos, siendo además subliminalmente el nombre del partido político en el poder que utiliza con subterfugios la devoción de millones de mexicanos a la Virgen Morena por asociación.