Mariano Estrada Martínez
Con las nuevas ciclovías, tantos buenos y solidarios colectivos ciclistas (CONVIVENCIA CICLISTA OAXACA, NOCTURNOS, etc.), toda la incipiente posibilidad de ser un gran pueblo bicicletero, por salud y por placer me fui a comprar una nueva bicicleta, así que como neófito e ignorante me fui a famosa tienda ‘gabacha’ por una bicicleta porque se ven muy atractivas, brillantes, formaditas, y a meses sin intereses; cinco mil 800 pesos y 18 meses sin intereses. ¡Una ganga que no tiene ni Obama!
Lo que yo no sabía es que estaban pegadas todas las piezas como con pritt, así que mis ganas de subirme con mi rocinante, encontrar a mi Dulcinea y darle la vuelta al Tour de Ixtlán, tuvo que esperar, busqué un taller a que me la ajustaran. 100 pesos de una camioneta amarilla y 300 más del taller.
La primera vez que me subí y la manejé del tallercito cerca de la Unidad militar a la Col. Reforma, el pedal se chasqueó. Se amarró de tal forma que, como burócrata en lunes, nada mas ya no quiso. Regresé al mismo taller cargando la bici y no la bici a mí, y tuve que cambiarle a mi nueva bici unos nuevos pedales. 300 pesos más.
Mi primer viaje en grupo fue el paseo nocturno del colectivo que organiza Mundo Ceiba en el Centro Histórico de Oaxaca. Todo iba de maravilla hasta que unas cinco cuadras antes del Jardín Conzatti (la meta), la masa de la bici empezó a sonar mucho, pensé que eran mis rodillas por falta de uso, pero desafortunadamente era mi bici nueva. 260 pesos más.
Fue un martes negro en la mañana cuando valientemente decidí ir al trabajo en la bici. En vez de llegar relajado y puntual al instituto, tuve que tomar una desviación a otro taller por la Casa de la Cultura, resulta que el manubrio se desprendió de la tijera, quedándome a pocos centímetros de conocer a mis ancestros. Con el manubrio de un lado y la tijera de otro, yo nunca supe porque se rompió esa parte de mi bici, lo que si supe fue que tuve que pagar 400 pesos no, menos; como 500.
Un buen día, dado mi gran espíritu altruista y filantrópico (humildemente debo decir que soy una persona tremendamente buena y generosa) decidí prestar la bici roja a mi sobrino para que fuera con su novia al paseo ciclista del domingo por la mañana. A medio día me marcó que fuera por él al Tule ya que las velocidades no servían y la cadena se iba en banda. 200 de la camioneta amarilla y un mil 399 pesos, de todo el nuevo sistema de velocidades Shimano.
Después de haberle cambiado casi casi todos los componentes a mi bici nueva, emprendí la mayor aventura del universo, me fui hasta Rojas de Cuauhtémoc. Desde el Puente de Cinco Señores hasta allá hice como tres horas, a medio camino uno de los brazos del pedal se “barrió” haciendo el regreso insoportable, por el chirrido del pedalazo y por mi pierna que adolorida iba haciendo un esfuerzo doble descompuesto e inequitativo con respecto a la otra pierna. Llegué a casa exhausto y adolorido.
Al día siguiente al bañarme me percato de una pequeña bola cerca de mi ingle y mi testículo derecho. El doctor dijo franca y sinceramente: cuchillito y de urgencia. 30 mil pesos de la operación de la hernia y una complicación ya que por circunstancias galenas y/o del maldito destino que hizo un “compló” …. un ligero piquete de más, terminó por reventar mi testículo derecho poniéndolo del tamaño de una bola de beisbol. Absteniéndome de tomarle fotos y presumir a mis amigos del tremendo paquete, mejor me fui cabizbajo y meditabundo a pagar la mensualidad de mi bici nueva de famosa tienda ‘gabacha’.
PEDALAZO FINAL: No han pasado los 18 meses sin intereses de mi bicicleta de cinco mil 800 y ya había gastado más de 40 mil pesos en componentes y daños colaterales. Obvio que cuando por fin termine de pagar mi bicicleta tengan por seguro que irá al ¡FIEEEEERRO VIEJO QUE VENDAN!
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