Carlos R. Aguilar Jiménez
No se trata de si las autoridades policiacas se concentran en dar abrazos en lugar de balazos, como ordena el presidente a las fuerzas armadas del país, al soldado que en cada hijo te dio, sino de la aplicación de la ley que establece se debe utilizar la fuerza con los protocolos correspondientes para someter a delincuentes, porque históricamente sabemos que nunca, especialmente el crimen organizado, con todo el poder, armamento y crueldad que les caracteriza, se someterán a policías “por la buena”, intercambiando en el momento de la detención o arresto, abrazos y besos, no balazos.
Impunidad de 100 por ciento es lo que impera en el país; torpeza, corrupción y extorsión, lo que determina el comportamiento de ministerio públicos, donde las victimas resultan victimas dobles al sufrir la burocracia y prepotencia del MP, que debieran ayudar a ofendidos, de la misma forma que los irresponsables de Derechos ‘Inhumanos’, quienes amparan más a delincuentes que a víctimas, porque en la ideología del presidente de respeto a la vida en general, incluye en el mismo parámetro la de criminales más despiadados y brutales con la de inocentes víctimas, saludando cariñosamente a la mamá del Chapo y liberando a su hijo, al tiempo que desprecia a víctimas de feminicidios, secuestros, asesinatos y extorsión y además, sin que le importe la vida de periodistas durante su gestión, porque para la 4T en el sentido de transformación, primero están los delincuentes antes que las víctimas, y si bien los devotos seguidores del gobierno actual podrán defender esta ideología, esto se deberá a que aún no son víctimas, a que aún no han sufrido extorsión del crimen organizado, secuestro de un familiar, desaparición de un hijo o en último caso a que no tienen nada que perder y su vida no vale nada, sobreviviendo de las dádivas que reparte el gobierno.
La independencia de México, las Leyes de Reforma que separaron la iglesia del estado, la Revolución y creación de la República Mexicana no se consiguió besando a españoles, abrazando a sacerdotes o acariciando a estadounidenses en el castillo de Chapultepec, sino con el soldado que Dios en cada hijo nos dio, no obstante, ese soldado del que habla el Himno Nacional, en este sexenio no existe, no tiene dignidad ni honor porque son humillados, puestos de rodillas o echados a correr por delincuentes, a quienes les viene como anillo al dedo (igual que le vino la pandemia de la Covid-19, al Presidente) los abrazos oficiales, el apapacho presidencial, dejando en la indefensión a mujeres, comerciantes, empresarios, periodistas y a todos los habitantes de México que no se pueden defender de la delincuencia organizada o desorganizada, que se siente protegida por el abrazador gobierno. Si se comete un delito se debe castigar de acuerdo con la ley y no apadrinar a delincuentes, resultando así esta conducta oficial de abrazos en absoluta corrupción, impunidad, humillación y deshonra a las fuerzas armadas, al soldado, policía, agente de migración o guardia nacional que en cada hijo te dio.
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