Carlos R. Aguilar Jiménez
La población de las urbes respecto de lo relativo a ciudad, cuando exceden cierto número de habitantes y no cuentan, en proporción con servicios públicos municipales, estatales o federales convenientes, cuyas autoridades cumplan sus compromisos, en el caso de Oaxaca de Juárez y municipios conurbados, para garantizar seguridad o retirar la basura, además de gobernar con lógica, en principio heredan conflictos, corrupción y deudas de la administración municipal anterior, que si para bien o mal conocían o desconocían, lo cierto es que cuando aceptan cargos públicos, es a nivel de “paquete completo”, no únicamente las partes deseables o de reconocimiento social, sino todo, con todas sus consecuencias o secuelas.
La administración municipal actual recibió una deuda inmensa derivada de la colosal corrupción de Oswaldo García Jarquín y sus cercanos funcionarios, quienes felizmente pasean sin condena alguna, sabedores que impunidad y abrazos les salvaguardan, desentendiéndose luego de abandonar el cargo que nefastamente ocuparon tres años, de los perjuicios que causaron a la ciudad, como se evidenció con el problema de la basura que incluso llevó a barrenderos a tirar desechos en Plaza de la Danza y la mansión del expresidente municipal, a quienes después no pagó sueldos ni aguinaldos, heredando el grave e insalubre problema de la basura a esta administración, que al margen de antecedentes, debiera resolverse buscando un nuevo basurero que cumpla estándares y requisitos de salubridad, ambientales, ecológicos y de reciclaje sin afectar derechos sindicales de los combativos barrenderos, y que, mientras se encuentra solución a la basura, principalmente residuos biológicos, durante el tiempo que se mantienen en casa, serán criaderos de insectos, gérmenes, bacilos, bacterias y viveros de todo tipo de fauna nociva que proliferara en caldo de cultivo, en lo que el municipio encuentra solución. Los políticos están acostumbrados a resolver todo con política y diálogo, no obstante, construir un edificio, puente o carretera, no es asunto únicamente de políticos, sino de especialistas, ingenieros, arquitectos o científicos, de la misma forma que la eliminación o procesamiento de basura debe encargarse a expertos a quienes se debe respetar sus diagnósticos.
Oaxaca no es una urbe pequeña. Oaxaca y municipios conurbados están cerca del millón de habitantes, por lo que sus problemas son directamente proporcionales a su población e inversamente al cubo de su basura, y debe estar también en la misma ecuación, la solución de problemas. La tramitación al inconveniente de la basura deben solucionarlo expertos. Juntos, en equipo, especialistas y políticos deberán tomar la decisión respecto qué corresponde y proporcionar los recursos, el dinero. Si no hay solución inmediata, la urbe oaxaqueña y cada casa será fuente de infección, un agar para gérmenes, hongos, parásitos, microbios e insectos que enfermarán a oaxaqueños por infección de cólera, disentería, dengue, hepatitis o martirios gastrointestinales que se incuban en los caldos de cultivo que proliferan en cada casa que guarda cívicamente su basura orgánica, extendiéndose el agar nutritivo oaxaqueño.
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