Enrique Domville
Somos iguales pero pensamos de diferentes maneras, cada uno tiene su propia versión de su persona, de lo que piensa, de lo quiere hacer, ahí se involucran las emociones, los deseos (siempre buscando la verdad que se acomode a nuestro pensamiento) de ahí se desprende nuestra actitud. ¿Nos estamos valorando o nos estamos tolerando?, lo que es cierto como dijo Platón en uno de sus diálogos, los pensamientos son de nuestra autoría y por eso somos responsables de nuestras acciones, las que nos pueden imputar. Cuando mostramos nuestras ideas a otros, estamos mostrando una parte de nuestro interior, quienes lo ven lo asimilan, de acuerdo a su visión personal y a su propia interpretación de lo mostrado, hacen juicios; lo nuestro está basado en los conocimientos aprendidos, experiencias previas y luego razonado y entonces ser el autor al mostrarlo como nuestra creación; las ideas que pueden ser juzgadas de varias ópticas, como las positivas otorgando buena crítica o las negativas, siempre haciendo menos a quien expone sus ideas, siempre esperando que lo expuesto sea honesto, ético, dentro las reglas positivas en las que llevamos tiempo trabajando para obtener paz, armonía y buscar lo que Aristóteles nos habló de Eudaimonía o la búsqueda de la felicidad.
Desde siempre el ser humano, primero con gráficos, después con escritura (que ha evolucionado junto con las habilidades de comunicación), ha dado a conocer sus ideas y sentimientos a través de su exposición ya sea artística o literaria que se torna legado de la humanidad y cada uno tiene la libertad de gustarle o no. También puede ser expuesta sólo por la palabra, lo que se torna en la comunicación interpersonal entre los que debe haber una motivación para ser veraz, ética con valores y no la oculta, deshonesta, porque siempre existe la posibilidad del reclamo, de tú me lo dijiste o prometiste por lo que, cumple con lo que dijiste y si no, la respuesta será con enojo, ira y hasta violencia, por lo que las ideas, antes de exponerlas deben tener los valores e integridad buscados desde siempre. La intención individual se verá reflejada en lo que cada quien da a conocer de sí mismo, que es juzgado siempre por otros, quienes usando su libertad podrán o no estar de acuerdo con lo expresado o lo llevado a cabo.
El conocerse a sí mismo y ser autor de algo que van a juzgar nuestros iguales; la percepción según el diccionario de Nicola Abbagnano, tiene tres esferas una en que entra cualquier conocimiento en general, la segunda en que se designa de manera más específica un conocimiento de un objeto real y la tercera la del conocimiento técnico para una operación determinada; no se distingue ahí el pensamiento, en las actividades en las que el pensamiento del ser humano, interviene o complementa la información expuesta tiene manera de ser imputada. Cuando mencionamos la responsabilidad, la primera que aparece es la de los padres a los hijos que abarca múltiples aspectos desde la nutrición, el cuidado, y sobre todo la educación en los valores de la ética, honestidad y el sistema de reglas para la convivencia pacífica, que después ellos transmitirán a sus hijos.
Podemos considerar que es de gran importancia el conocerse como persona y marcarse límites en la tolerancia, porque se va a transmitir a los descendientes, las reglas sobre los valores cada uno tiene la libertad de llevarlas a cabo, es una elección desde el mismo yo.
A través del tiempo las discusiones, los ensayos, libros, discursos sobre la búsqueda de la felicidad dentro del marco ético de no dañar de forma voluntaria, ha permitido el progreso, claro está que
siendo humanos podemos errar, pero podemos corregir, nosotros somos egoístas por naturaleza y nuestra atención se enfoca principalmente en lo cotidiano en la costumbre, por lo que este comportamiento racional debe ser acorde a las metas que buscamos en cualquier terreno y especialmente en el idioma que hoy domina al mundo, el poder económico y con éste el político descrito por Noam Chomsky, los que tienen este poder tienen la gran responsabilidad de la justicia, la equidad y la armonía para con el resto de la población. Un filósofo alemán Hans Jonas (1903- 1993), escribió sobre una responsabilidad universal, su trabajo lo titulo: “El Principio de Responsabilidad” y nos habla del compromiso de heredar un mundo mejor o igual al que recibimos, en esto todos debemos trabajar.
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