CONTRAFUEGO || Trump, nazifascismo en puerta

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Aurelio Ramos Méndez

Si en las trepidantes tres semanas transcurridas del presidente 47 de los Estados Unidos los líderes de las principales potencias no se han percatado de que Donald Trump es literalmente, sin hipérbole, un loco de atar, en modo alguno se antoja descabellado advertir que dentro de poco el mundo podría hallarse ante la infausta reedición de alguno de los episodios más traumáticos de la historia, el fascismo, el nazismo o una conflagración bélica de grandes dimensiones.

Son tantas, tan disparatas y peligrosas las acciones adoptadas por el mandatario gringo en tan sólo veintiún días, que ya no cabe duda acerca de su salud mental; ha cruzado todos los linderos de la razón, la sensatez y la prudencia, y hoy sólo encaja la conclusión de que está loco de remate.

No se requiere alta especialización en Psiquiatría para percibir en las actitudes y el comportamiento del presidente gringo rasgos esquizofrénicos, los cuales hacen pensar en el peligro que entrañan para el orbe las decisiones de un hombre con inmenso poder, que claramente no está en sus cabales. 

Da grima, por lo mismo, la absoluta pasividad de tanto de los gobiernos más vigorosos como de la comunidad internacional representada por instancias supranacionales como la ONU, ante las acciones de Trump semejantes a las de un paquidermo en una cristalería. 

Con el avance que lleva la administración estadunidense ha hecho patente que para la comunidad mundial el descocado Trump plantea el desafío de un gobernante a quien es imperioso deponer, someter y controlar, si se aspira a conjurar el riesgo de regresar el reloj de la historia a la Alemania de 1933.

Pagará caro la Humanidad la dejadez o complicidad de los gobiernos más fuertes con el peligroso perturbado, quien desde su llegada por segunda ocasión al poder ha anunciado medidas convulsionantes, nacionales e internacionales, a razón de varias por día. 

¿Cuáles medidas? Un verdadero alud de disposiciones, a la mayor parte de las cuales les cabría ser rubricada con una esvástica.

Entre las más recientes, el anuncio de creación de una Oficina de la Fe, cuya misión consistirá en erradicar “prejuicios anticristianos” dentro del gobierno federal de EU. Decisión ésta que, en su interpretación más extrema, podría conducir a la instauración de un Estado confesional. 

Inminente cierre del Departamento de Educación, revelado por el neonazi y magnate de la tecnología, Elon Musk, jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental y cabecilla del grupo de oligarcas que cogobierna con el enajenado de pelambrera anaranjada.

Desmantelamiento de la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), parapeto para el intervencionismo político, sí, como sucede en México, pero también decisiva para el apoyo humanitario en unos 120 países, muchos de estos afectados por políticas del propio Tío Sam. 

Y la firma de un decreto para sancionar a la Corte Penal Internacional mediante represalias financieras y denegación de visas al personal de este tribunal y sus familiares, por apuntar a Estados Unidos y sus aliados, como Israel, acusados de genocidio y crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Previamente, Trump ordenó la salida de su país del Acuerdo de Paris sobre cambio climático, así como de la Organización Mundial de la Salud y del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la OTAN y otros organismos internacionales.

Asimismo, redadas y persecución como animales aun en escuelas, iglesias y hospitales a inmigrados y sus familias, con objeto de encarcelarlos en Guantánamo –tenebroso centro de concentración– y deportarlos luego, esposados y encadenados. 

Intento de eliminar la nacionalidad por nacimiento, reconocida en las legislaciones de prácticamente la totalidad de países del orbe.

Ofrecimiento de colaborar con los esfuerzos para terminar la guerra en Ucrania a condición de que este país le ceda parte de su territorio vecino de Rusia… a los Estados Unidos.

Arancelazos a diestra y siniestra. A México, Canadá, China, la Unión Europea –27 Estados–, Colombia y Panamá, e incluso el diseño de aranceles universales para todas las importaciones estadunidenses.

Declaración de terroristas a los carteles de las drogas y anticipación por ello de la factibilidad –conforme a abusivas leyes de aplicación extraterritorial– de invasiones militares a México y otras naciones, con objeto de lograr la “eliminación total” de esos grupos delictivos.

Militarización de la frontera sur estadunidense –ya van 3,600 soldados, y contando– y retoma de la construcción del muro iniciado en el primer trumpiato.

Amenaza de apropiación –contra todo derecho internacional– del Canal de Panamá y negativa de debido pago por el cruce de barcos gubernamentales por esa vía interoceánica.

Insolente ofrecimiento al gobierno danés de compra de Groenlandia o amenaza de ocupación a la mala de ese rico territorio dizque por razones de seguridad nacional estadunidense.

Insultante propuesta de convertir el muy rico Canadá en el estado 51 de EU, sin que haya mediado ni la menor insinuación para ello por el gobierno canadiense, cuyo primer ministro, Justin Trudeau, ya advirtió que cuando Trump habla de anexión “no está bromeando, habla en serio”. 

Hitleriano anuncio de limpieza étnica y de vaciar Gaza de dos millones de palestinos e invadir y controlar aquella franja geográfica, como si de piedras y de una operación inmobiliaria se tratase.

A la par, aceptación de la gustosa entrega a EU por su criado Benjamín Netanyahu de los territorios ocupados por Israel. ¡Fuera máscaras! El asentamiento directo de la potencia en aquella parte del mundo, ahora custodiada por un cachicán genocida.

Se necesitaría estar más deschavetado que Trump para creer que semejante catarata de disposiciones –más las que se acumulen– podrá ser finiquitada en cuatro años…

Sería, no obstante, suprema irresponsabilidad y desatino de los líderes del mundo soslayar que el verbo incendiario del enajenado de la Casa Blanca puede tener, así sea sobre tan sólo uno de estos asuntos, el efecto de una chispa en la pradera.

BRASAS

¡Bien por la Presidenta Claudia Sheinbaum, que ha decido mediante una iniciativa de reformas constitucionales tratar de extirpar el cáncer de la relección y el nepotismo en la política y el servicio público, y abrir las ventanas para la entrada de vivificante aire fresco y savia nueva!

Está por verse si conseguirá aniquilar el monstruo conformado por tan añejos vicios, agazapado en todos los partidos, depredador de presupuestos y causante en gran medida de la densa corrupción que carcome la cosa pública.

En todo caso, la sociedad está harta de políticos y funcionarios que, al llegar a sus cargos, ni siquiera hacen la pantomima de tratar de integrar sus equipos con lo mejorcito que hay en el mercado…

Estos señores buscan de modo prioritario heredarles el hueso a miembros de su parentela, y desde luego a incondicionales, socios y cómplices.

Es cosa de recordar a Fox tratando de cederle la silla a Martita y a Calderón haciendo hasta el ridículo para terciarle la banda en el pecho a Margarita.

O, a Evelyn Salgado chanchulleando para escriturarle a su padre el sufrido Guerrero.

Y hasta Andy López Beltrán, aterrizando en paracaídas en la secretaría de Organización de Morena, en una maniobra que sin ser técnicamente nepotista sí entraña el ventajoso usufructo del capital político de su progenitor.

Suman millares a lo largo de la geografía nacional los casos de cínicos trepadores del servicio público por la vía civil o de la consanguinidad y la afinidad.

Sólo como botones de muestra valga mencionar a los coahuilenses Moreira, Humberto y Rubén, cuya asociación se ha extendido a Hidalgo, apoyados en la cónyuge del segundo, Carolina Viggiano; o los Monreal Ávila –¡quince fichitas!– acaudillados por Ricardo.

Sin olvidar a los Murat Hinojosa, abanderados por José Murat Casab, verdaderos saqueadores del erario y negociantes de la política, amparados por la 4T, por estos días en el foco del escándalo debido a astronómicos fraudes en el Infonavit dirigido por Alejandro.

La iniciativa propone modificaciones a la Carta Magna que recuperan el espíritu democrático de la No relección, impulsado por diversos movimientos históricos, en particular la Revolución, traicionado por políticos de variado pelaje, en especial del PAN, partido de reconocida raigambre familiar.

La relección inmediata de diputados, senadores y presidentes municipales, al igual que otras muchas disposiciones –la creación de los organismos electorales estatales, por ejemplo–, obedecieron a intereses del panismo cachamigajas.

Y el cáncer al parecer inextirpable del nepotismo avanzó pierna arriba de los partidos y los tres órdenes de gobierno. “El orgullo de mi nepotismo”, se ufanó López Portillo al darle suculenta chamba a su vástago José Ramón. Pobre. De seguro ni se imaginó lo que vendría.

RESCOLDOS

Tan malo el pinto como el colorado, reza el refrán alusivo a una yunta de Silao, en el cual encastran perfecto tanto el exfiscal como el exgobernador de Morenos, Uriel Carmona y Cuauhtémoc Blanco. El primero es abierto encubridor de asesinos y está involucrado hasta el cogote en el femicidio de Ariadna Fernanda López Díaz. El segundo hizo de la política una mercancía, vendió su popularidad para ser candidato a gobernador y anda en malas compañías. Que entre el diablo y escoja.

aurelio.contrafuego@gmail.com

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.

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