Juan Carlos Salamanca
Dicen que la salud mental es un lujo.
Algo para quien tiene tiempo.
Para quien puede pagar terapia.
Para quien no tiene “problemas reales”.
¡Pero no es cierto!
Sentir no es un lujo.
Es parte de estar vivo.
Y al menos una vez al día, deberíamos preguntarnos con sinceridad:
¿Cómo me siento hoy?
Porque lo que sentimos nos cambia el día, y también cambia cómo tratamos a quienes nos rodean.
Nuestras emociones se cuelan en todo:
En la ropa que elegimos, en lo que comemos, en cómo respondemos, en lo que callamos y hasta en la música que escuchamos.
No reconocer lo que sentimos no lo hace desaparecer, por el contrario, lo esconde… pero lo esconde mal, ahí sigue, saliendo en forma de enojo, ansiedad, insomnio, cansancio, culpa o distanciamiento con nuestros seres queridos.
¡No, no es un lujo hablar de salud mental!
Es una necesidad, es una forma de cuidarnos para poder cuidar, es ponerle nombre a lo que nos pasa, para que no nos controle desde nuestro interior.
Dicen que la salud mental es un lujo.
Pero en realidad, es la base para vivir con dignidad.
Empieza por ti.
Pregúntate hoy: ¿cómo me siento?
—————————————————————-
Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.