CONTRAFUEGO || Violenta oposición

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Aurelio Ramos Méndez

El provocador vandalismo de la suplantada Generación Z en el zócalo de la capital del país, el pasado sábado, corroboró que la esmirriada oposición ya renunció a la política y optó por la violencia para intentar regresar por sus fueros.

Desde hace rato los adversarios de la 4T han explorado la vía de la violencia, de cara al 2030. El indicio más claro de ello, sin embargo, lo aportó el dirigente del PRI, Alejandro AlitoMoreno, a finales de agosto pasado.

Al frente de un piquete de compinches y al grito de “te voy a partir la madre, te voy a matar”, al término de una sesión del Senado, el inefable Alito arremetió a golpes en contra del presidente de esa cámara legislativa, Gerardo Fernández Noroña.

Se trató de la señal más patente hasta entonces de la desesperación opositora y de su irresponsable determinación de dejar de lado el rejuego democrático, la civilidad y la retórica, y usar en cambio a la violencia física con tal de intentar reinstalarse en el poder.

En esta línea de violencia inadmisible, merecedora del repudio de la sociedad entera, se inscribe la jornada de vandalismo, ataques a las fuerzas del orden, destrucción de inmuebles de dependencias públicas y aun de daños al patrimonio histórico, corolario de la escasamente concurrida “marcha de la Generación Z”.

La manifestación originalmente fue convocada desde la penumbra de las redes sociales, con obvias intenciones de reeditar episodios de violencia atizados al costo de centenares de muertos en otros países como Nepal e Indonesia.

Aunque, justo es decirlo, no fue la totalidad de los asistentes quienes dieron pruebas de primitivismo. El Palacio Nacional y otros inmuebles históricos estaban protegidos por vallas metálicas, que voceros de la derecha más rancia equipararon con el muro de Berlín.

Uno de tales voceros, el columnista Raymundo Riva Palacio, aquejado de amnesia o ceguera selectiva se olvidó o nunca vio en lustros que dependencias como la Secretaría de Gobernación y la SEP estuvieron cercadas hasta 2018 y desde tiempos de Salinas de Gortari, varias cuadras a la redonda.

En medio de gritos de “sí se puede”, algunos jóvenes consiguieron trepar a las vallas y emprenderla a marrazos, mas un considerable número de manifestantes coreó consignas tales como “no me representas” y “fuera encapuchados”, y comenzaron a abandonar la Plaza de la Constitución.

Develada la pretendidamente anónima estrategia digital, en realidad promovida por profesionales de la desestabilización a punta de boots y de mentiras los estrategas de la ultraderecha vernácula le pusieron algunos rostros a la convocatoria, Vicente Fox y Ricardo Salinas Pliego, entre otros.

Tales especialistas en desestabilizar provienen de España, Brasil y Argentina, del español partido Vox y tenebrosos asesores del cavernícola Jair Bolsonaro y el estrafalario primate Javier Milei. Fernando Cerimedo y Javier Negre son sólo dos botones de muestra.

El concesionario de TV Azteca asumió como causa de vida el intento de demolición de la 4T: se le acabaron las fichas en el casino del antiguo Poder Judicial y, a querer o no, ahora tendrá que pagar impuestos escamoteados al erario desde hace dos décadas.

Tal vez el odio cerval de este potentado por el fallo unánime en su contra en siete casos de amparo explica las razones por las cuales los manifestantes, bien provistos de las herramientas necesarias –picos, marros, cinceles–, se ensañaron especialmente en la destrucción de la escalinata de la Corte…

La moda de clasificar y denominar a partir de estereotipos las distintas generaciones etarias es una maniobra mercadológica, urbana y comercial, con fines de consumo masivo y compulsivo, no una caracterización sociológica seria.

Esto explica por qué en las zonas marginadas, entre los tarahumaras, mixes, tzotziles o tzeltales, por ejemplo, donde los recursos económicos son precarios y alcanzan apenas para la sobrevivencia no para el consumismo, suena a burla considerar a los jóvenes X, Z, milenials o con otras estigmatizantes denominaciones por el estilo.

Peor burla significó, no obstante, la suplantación de los veinteañeros Z por vejestorios como el casi nonagenario Fox, el sexagenario Claudio X. González o el cincuentón de pantalón corto, Alito.

Y por esos acabados ejemplos de oportunismo que son Guadalupe Acosta Naranjo y Emilio Álvarez Icaza, presentes en las marchas juvenil sin el menor recato.

Estos y otros personajes se incorporaron con premura a la convocatoria de la marcha, cuyos pretextos fueron la inseguridad y la corrupción, cánceres que desde hace décadas avanzan pierna arriba en nuestra sociedad, y de los cuales son metástasis esos mismos personajes, hipócritas y maniqueos.

Quienes en las sombras maquinaron la protesta, hicieron confluir a la misma hora y en el mismo lugar, el Paseo de la Reforma y el Zócalo, virtualmente a la misma gente. 

Además de los Z, otra manifestación fue la del “sombrero”, ambas en realidad en indecentes manipuleos de la memoria del asesinado alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. Las dos manifestaciones reunieron concurrentes suficientes para una porra futbolera pero nada más.

En algunas ciudades -algo así como andar paseando el féretro del malogrado munícipe por el país– tuvieron lugar manifestaciones igualmente desangeladas. 

Y en Madrid, la marcha de plano fue suspendida –símbolo de total fracaso– por falta de incautos; es decir, de concurrentes que se tragasen el cuento de la protesta genuina y democrática.

Desde el punto de vista político la marcha nada representó, pero el accionar del piquete de violentos cobardemente encapuchados –¿se imagina alguien a Juárez, los hermanos Flores Magón, Madero, Zapata o Villa encapuchados agitando al pueblo—sentó un deplorable precedente.

No se requiere tener el don de la profecía para anticipar que la violencia será el signo característico de las sucesivas manifestaciones de la oposición. Lo cual impone al gobierno la obligación de hallar, con la ley en la mano, un eficaz contraveneno.

BRASAS

 Ricardo Salinas Pliego, uno de los cinco hombres más ricos de México, gracias a sus chanchullos con los sucesivos gobiernos a lo largo de medio siglo, ha empezado por fin a amansarse. 

Ya pasó del “al SAT no voy a pagarle ni un rábano”, de 2021, cuando soñando con una condonación de impuestos le bebía los alientos al presidente López Obrador, al mentiroso y abusivo “siempre hemos estado dispuestos a pagar lo que es justo y correcto”. 

En una de esas, no estaría mal aplicarle un régimen especial. Tomarle la palabra si, a cambio, él aceptase que los clientes de sus negocios Elektra, TV Azteca, Totalplay, Banco Azteca, Italika, GS-Motors, Seguros Azteca, Afores Azteca y muchos más, pagasen “lo que es justo y correcto” por los bienes y servicios que estos ofrecen.

Por lo pronto, este sedicente empresario –en realidad un traficante de influencias, un caco cum laude—ya fue sentenciado por el Poder Judicial, por unanimidad y en última instancia, a pagar 48 329.9 millones de pesos.

Este monto constituye el importe de siete créditos fiscales, en tanto que están pendientes de resolución recursos judiciales que amparan otros créditos, con los cuales se completaría un adeudo total de ¡74 mil millones de pesos!

El fallo adverso para este lanudo fue dictado el jueves pasado por la Suprema Corte de Justicia, lo cual hizo que su changarro, Grupo Salinas, emitiese un comunicado insultante para el gobierno federal y todos los mexicanos.

Deslenguado por el odio y la codicia, Salinas Pliego agravió al Ejecutivo, al Poder Judicial y al Congreso, y en últimas a los mexicanos que en nuestra democracia representativa, en votación libre y con todas las de la ley, avalaron la reforma constitucional de la cual surgió un nuevo Poder Judicial y una Corte que él llama “espuria”.

Salinas Pliego se ha defendido a base de mentiras y hasta con las uñas vía TV Azteca, bailando una sabrosa polka sobre el título de concesión y la ética periodística, que obliga a no usar en beneficio propio un medio de comunicación, que es un instrumento de servicio público.

El periodista estrella de Salinas Pliego, Javier Alatorre, ha perdido la vergüenza y se ha desgañitado en defensa del patrón con falacias punibles –genuino terrorismo financiero– como una supuesta fuga de capitales, desde el primer momento en que la Corte dictó su resolución.

A la espera del procedimiento administrativo para la ejecución del fallo, vale ensayar una breve consulta a los mexicanos que cumplen puntualmente con el pago de los impuestos aprobados por la representación popular, el Poder Legislativo. 

¿Aceptarán los causantes cautivos, trabajadores a quienes sus patrones les retienen impuestos con la obligación –en muchos casos incumplida– de transferirlos a la hacienda pública, pagar de su peculio los 74 mil millones de pesos que el empresario Ricardo Salinas Pliego, contra todo derecho, por sus pistolas, se niega a pagarle a la hacienda pública?

¿Consentirán tal abuso el grueso de las personas físicas, que deben entregarle al fisco una tasa de hasta 35 por ciento de sus ingresos anuales, o las personas morales que contribuyen con 30 por ciento?

¿Cómo se explica que, a diferencia de Salinas Pliego –uno de los cinco hombres más ricos de México–, la generalidad de los empresarios cumple quizá a regañadientes pero puntualmente con sus pagos al SAT?

RESCOLDOS

Tómese con las reservas que requieren los dichos de aquellos cuya palabra ha perdido por entero su valor, pero el canciller Marco Rubio dejó colgados de la brocha a quienes en México lo pintan como el más duro entre los duros colaboradores de Trump. Dijo que EU no tiene ni la menor intención de invadir México para detener o dar de baja a “narcosterroristas”.

aurelio.contrafuego@gmail.com

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista. 

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