Aurelio Ramos Méndez
Si los gobernantes de América Latina se obstinan en la desunión, y si indolentes, medrosos y pusilánimes persisten en consentir las presiones, arbitrariedades, atropellos y crímenes de Donald Trump, se habrán ganado a pulso la humillación de que el gringo desquiciado les aseste un puntapié en el rabo y los deponga del poder.
La admonición atañe en especial a los mandatarios de izquierda, pero también a los de derecha, por ahora fascinados con la candorosa suposición de que su afinidad ideológica con la bestia rabiosa del Salón Oval los pone a salvo del acoso y los intentos de derrocamiento.
Trump se ha vuelto escalofriantemente más peligroso en la medida en que su inconsistencia política y comercial, sus negociazos personales desde el poder y su abyección ante Vladimir Putin y Xi Jinping han quedado en evidencia frente al mundo entero.
Esta caída de careta explica sus más recientes arrebatos coléricos y excesos verbales, exhibidos al llamar cerdita a una periodista, hijos de perra a narcos no estadunidenses, basura a los migrantes y país que apesta a Somalia.
Desmanes estos que, en aras de la equidad en el trato, autorizan referirse a él con idéntico vocabulario, aun a riesgo de que las diferencias sean disipadas y el léxico equipare con él a sus antagonistas.
Así, puede decirse que el hijo de perra de Trump un día pone aranceles y al siguiente los quita, y que por la mañana arremete y llama comunista al electo alcalde neoyorkino Zohrán Mamdani, y por la tarde lo recibe en su despacho y anticipa un gobierno fantástico para Nueva York…
Que el cerdo mandatario presenta un “definitivo” plan de paz para Ucrania y días después lo cambia por otro. Y que propone convertir Gaza en un centro turístico de alta gama y luego se retracta.
Errática manera de razonar, idéntica a la de Cantinflas en Caballero a la medida: “Así como digo una cosa, digo otra”. Estilo que lo ha expuesto al ridículo y devaluado hasta la incredibilidad su palabra.
En América Latina el acoso, el intervencionismo y la violencia de esa basura que gobierna EU han llegado a un punto inadmisible.
Agresiones que se acentuarán ahora que el delincuente-presidente ya resucitó la bicentenaria Doctrina Monroe –América para los americanos— y ha hecho explícito, en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, que será aplicada a rajatabla.
En el documento difundido el viernes pasado la potencia devela sin ambages su propósito de adueñarse del petróleo, los minerales estratégicos y todos los recursos naturales de nuestra región, con el señuelo de protegerlos:
“Negaremos a competidores no hemisféricos la habilidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de adueñarse o estratégicamente controlar bienes vitales en nuestro hemisferio”, reservados –debe entenderse— únicamente para los EU.
Por su propia sobrevivencia los gobiernos latinoamericanos de todo signo deberían estar ya en proceso de coalición, preguntándose qué ley o que rey ampara a Trump y le permite semejantes desafueros.
Abusos como el de infestar los océanos con armas, equipos y transportes bélicos, que en un mes y medio han asesinado a 87 personas y bombardeado 23 lanchas en el Caribe y el Pacifico.
O, cerrar por sus pistolas el espacio aéreo de Venezuela, acosar militarmente a Nicolás Maduro, presidente electo de manera democrática, y aniquilar de plano la democracia regional entrometiéndose en elecciones.
De ahora en adelante los gobiernos deberán luchar en lo electoral ya no contra adversarios internos, en condiciones de relativa equidad, sino contra Estados Unidos, cuya intromisión para inclinar la balanza a la derecha se ha vuelto descarada.
Este inquietante pronóstico podría hacerse realidad en México en 2030, tal como sucedió en Honduras en las elecciones presidenciales del domingo pasado, en las cuales Trump, a menos de 48 horas de las votaciones, cínicamente metió su cuchara, aupó a la ultraderecha y sepultó a la izquierda.
Llegaron a la meta cabeza con cabeza y aun se disputan el triunfo el candidato de Trump, Nasry Asfura, y Salvador Nasralla, el primero de ultraderecha y el segundo de derecha a secas.
No es que en el pasado la potencia civilizadamente se haya abstenido de hundir sus narices en los procesos electorales, sólo que esta vez su intervención fue abierta y rompió todo precedente.
De hecho, un mes antes, el mandatario se metió de lleno en las elecciones legislativas de Argentina, en rescate del bocabajeado Javier Milei.
Avergüenza que el entrometimiento de Trump se ha dado a punta de eficaces aunque vagas promesas. Circunstancia ésta que recuerda el postulado del priista ex gobernador Tulio Hernández, quien a mediados de los 80 declaró sin sonrojo que “Tlaxcala se gobierna con saliva y pulque”.
Con respecto a Honduras Trump prometió que de ganar Asfura “habrá mucho apoyo” para este país. En cuanto a Argentina, le lanzó a Milei una tabla de salvación en la forma de crédito –de puro pico– por 20 mil millones de dólares, duplicable de ser necesario.
Y como prometer no empobrece, suscribió con la administración mileísta un Acuerdo Marco –mera declaración de intenciones—orientado a la negociación de un TLC argentino-estadunidense.
Demás está decir que el deschavetado y escandalosamente corrupto mandatario gaucho –estafador con criptomonedas, cobrador junto con su hermana de jugosos sobornos, enajenador a precio de oro del derecho de audiencia, comisionista en adquisiciones a precios inflados de medicamentos para discapacitados—celebró brincando en una pata el incipiente acuerdo.
Este estrafalario gobernante que suele hablar con perros muertos y un día es elogiado y al siguiente basureado por el magnate neoyorkino, festejó el incipiente acuerdo como si por efecto del mismo Argentina ya estuviera inundada de dólares y hubiese saturado el mercado gringo con millones de toneladas de trigo, carne y otras exportaciones…
La intrusión de Trump en Honduras, dejó un remanente adicional. Confirmó –por si alguien aún dudaba– que a EU jamás le ha interesado combatir el narcotráfico, sólo usarlo como arma de presión con fines intervencionistas.
La injerencia incluyó la amnistía al ex presidente Juan Orlando Hernández, copartidario de Asfura, condenado a 45 años de prisión por narco en EU. Ver para creer. Si el propio gobierno norteamericano lo había bosquejado como el perro del mal…
Le atribuyó ¡dos décadas en el negocio de las drogas!, haber introducido en EU “centenares de miles” de kilos de cocaína, recibido sobornos por un millón de dólares de El ChapoGuzmán y hasta cometido numerosos asesinatos.
Así y todo, el peligroso ocupante de la Casa Blanca no tuvo empacho en salir con el chorro de babas de que Hernández en realidad es inocente.
Lo dicho: Sólo la unidad de los gobernantes y líderes políticos, al margen de colores partidistas, podrá ponerlos a salvo de este perturbado irrefrenable.
BRASAS
Nada mal le fue a la presidenta Sheinbaum en su primer encuentro personal con Trump y el primer ministro canadiense Mark Carney, en Washington.
Dirigiéndose a un periodista mexicano, en el Kennedy Center, poco antes de la ceremonia del sorteo de la Copa Mundial de Fútbol 2026, el presidente gringo la llenó de elogios. Si hasta pareció un hombre educado, civilizado y decente…
Le dijo al comunicador:
“Tu presidenta está aquí y está haciendo un muy buen trabajo; es una buena mujer. Muy, muy excelente trabajo… Es un honor. Estamos estableciendo todos los récords (en el ejercicio de un buen gobierno) y nos está ayudando a establecer esos récords”.
¡Lástima que ya muy pocos toman en serio al magnate neoyorkino! Han perdido efecto tanto sus encomios como sus ataques.
Por lo pronto, el inefable gobernante enfureció a los malquerientes de nuestra Jefa del Estado. No es para menos. Les quitó la escalera y los dejó colgados de la brocha.
En todo el arco político y la comentocracia se ansiaba un desaguisado. Una grosería, un insulto, una burla, un exabrupto; que el encuentro saliera pésimo. No ocurrió, lo cual no significa que no ocurrirá.
Lo procedente, en todo caso, es esperar el reversazo que de seguro llegara más temprano que tarde.
Y como las desgracias no llegan solas, los adversarios de Sheimbaum deben estar retorciéndose como chinicuiles de tanta furia. Porque fue un éxito, el sábado pasado, la demostración de la fuerza popular que envuelve a la mandataria, a siete años de la llegada de la 4T al poder.
Más de medio millón de personas se congregaron en el Zócalo de la capital del país, ante quienes la Presidenta dijo, entre otras muchas cosas, lo siguiente:
“La Cuarta Transformación nació como una ruptura con el viejo régimen, no sólo con sus prácticas, sino también con la forma en que gobernaban. Se trata de construir o seguir construyendo una nueva ética desde el poder, donde el servidor público entienda que no está nunca por encima del pueblo, sino al servicio del pueblo; que gobernar no es para tener privilegios, sino es una responsabilidad profundamente humana”.
RESCOLDOS
El Chapito Joaquín Guzmán López intenta sacarle las castañas de la lumbre al gobierno estadunidense. Y a los mexicanos, adelantarnos el calendario hasta el Día de los Inocentes. Se declaró culpable de narcotráfico y delincuencia organizada, y asumió la entera responsabilidad del rocambolesco secuestro de Ismael El Mayo Zambada, y de haberlo trasladado a Texas. Aseguró que el gobierno gringo no aprobó ni indujo ni participó, y para acaba pronto ni se enteró por anticipado el plagio del capo. ¡Sí, Chucha! ¡Menos mal que el avión privado en que viajaron ingresó sin contratiempos al espacio aéreo de EU y no se dirigió al One World Trade Center ni a otro rascacielos de la Zona Cero de Nueva York!
aurelio.contrafuego@gmail.com
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