Carlos R. Aguilar Jiménez.
No existe duda alguna respecto del don o privilegio más importante y vital que tenemos, es salud física y mental; todo lo demás son anécdotas, dado que si alguien enferma y está en peligro de muerte o invalidez es un hecho que daría lo que fuese por volver a estar sano. Estando sano puede uno hacer lo que sea, pero enfermo y además pobre, la perspectiva es funesta porque el actual gobierno ha recortado el presupuesto destinado a sanar a enfermos, mujeres, ancianos y niños pobres, porque los ricos y gobernantes sanan con médicos especialistas y en hospitales privados.
Hospitales del país con presupuesto únicamente para dos meses, por lo que directores de unidades médicas muestran perspectiva lamentable reportando escasez de medicamentos y servicios básicos de salud que imposibilitan operación médica adecuada. Directores de Institutos Nacionales de Salud y de los hospitales Infantil y General de México reclamaron ante la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados el recorte y retención de 2 mil 300 millones de pesos en su presupuesto, y si bien o mal, no tiene la misma trascendencia que se recorte dinero para la cultura (que si lo tiene a futuro) y a otras áreas que administra el gobierno, con la vida no se debe jugar con populismo electorero, dilapidando dinero entregándolo a quienes gracias a dádivas y limosnas votarán por quien las entrega, porque niños enfermos, mujeres y hombres con cáncer, diabetes o cualquier enfermedad o dolor que se puede curar a tiempo, no deben esperar de ninguna forma y bajo ninguna circunstancia política a que se les proporcionen servicios de salud y menos en el IMSS donde los trabajadores aportan su dinero igual que patrones y gobierno para su funcionamiento.
Recortar dinero a servicios públicos de salud es un crimen con alevosía y ventaja porque sabiendo existen enfermedades que requieren tratamientos puntuales y suministro preciso de medicamentos, radiaciones, quimioterapia o cirugías inmediatas, que los hospitales no tengan dinero porque se los quitó el gobierno, es criminal, especialmente porque si no lo hubieran tenido antes todo se hubiese ajustado presupuestalmente a condiciones iniciales, pero si lo tiene y quitan, es condenar por inacción a la muerte de enfermos. Pronto comenzará, o ya ha debe haber comenzado, la muerte de enfermos, que como se dirá, murió de lo que sea, sin reconocer que agonizó por inacción, pasividad o indolencia gubernamental. Mucha gente se ha quedado sin empleo, sin becas, sin oportunidades, muchos delincuentes han salido libres, los profes volverán a tener poder corrupto al cancelarse la evaluación y los ladrones de gasolina operando igual que el crimen organizado que crece sin que trascienda la situación gravemente, pero si impactará cuando muera el primer niño o cualquier persona en hospitales sin dinero, que no puedan ser atendidos por médicos especialistas de Miami que cobran carísimo y vienen a vigilar la salud de ya saben quien.