Carlos R. Aguilar Jiménez
Mientras no existió la medicina científica y toda enfermedad se convertía mortal mientras se trataba con remedios caseros, hierbas o sortilegios y fantasías, la necesidad de tener muchos hijos era fundamental, porque la mayoría moría antes de alcanzar la edad reproductiva. Una simple infección era mortal por no haber antibióticos ni vacunas, pero hoy cuando casi todos los niños sobreviven e incluso quienes tienen capacidades diferentes pueden vivir bien, la sobrepoblación es causa principal de todos los problemas que aquejan a la humanidad. No es el calentamiento global, la corrupción, inseguridad, los sexenios pasados ni el PRI o lo que se nos ocurra para culpar de todos los males, porque todo deriva del hacinamiento, multitudes, falta de oportunidades, agotamiento de recursos, contaminación, deforestación y excesiva competencia entre todos, derivada de la sobrepoblación.
Afortunadamente la población humana ya no está creciendo tanto gracias a los métodos anticonceptivos y a que se ha dejado a un lado el anacrónico, obsoleto y equivocado dogma disque divino cristiano y todo el resentimiento católico, respecto de que el sexo era pecado y las relaciones íntimas inmorales, impúdicas u obscenas y ahora los jóvenes disfrutan de su cuerpo sexualmente sin miedo de cometer pecado, evitando la concepción, no obstante, hemos llegado a 7 mil millones de habitantes y este incremento tan grande se debe principalmente a la ciencia y tecnología y aunque esto representa un triunfo de la humanidad frente a las demás especies, lo cierto es que llegará un momento en que los países que no tienen ciencia ni tecnología, que cultivan sus alimentos con métodos arcaicos o incluso no son autosuficientes en producción agrícola y tienen que comprar a los países desarrollados lo que consumirán, al final habrá hambruna guerra, inseguridad, corrupción, injusticias y todos esos pecados que a AMLO le gusta inculpar para evitar su responsabilidad actual, especialmente si sucedieron en los sexenios pasados, sin que se sepa que en su política de gobierno tenga interés por incrementar las campañas de control de población, ni que en su cartilla inmoral se contemplen conceptos relacionados con el pensamiento liberal respecto de la sexualidad para disfrutar el placer que tienen los jóvenes nacidos este siglo, entendiendo que no tiene nada que ver la mentalidad de un hombre de casi setenta años, con los pensamientos, costumbres, ideologías, tendencias y perspectivas de los milenios y los que pronto serán capaces de reproducirse o de disfrutar de la sexualidad plenamente, sin riesgo del embarazo o el miedo de cometer pecado mortal, porque no es ningún pecado como nos han hecho creer los fanáticos religiosos, siendo una facultad de los seres humanos y todos los seres vivos para reproducirnos y perpetuar la especie, procurándose siempre antes tener muchos hijos para que sobrevivieran pocos, pero hoy ya no, cuando todos pueden sobrevivir y tener calidad de vida, especialmente disfrutando de la sexualidad sin miedos, prejuicios, supersticiones religiosas y demás cuentos medievales.