Iglesia: del antisemitismo a la molestia, por acusaciones

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+ La pederastia debe castigarse; el encubrimiento, también

El Viernes Santo, en la Catedral de San Pedro, en El Vaticano, El predicador Raniero Cantalamessa comparó los ataques a la Iglesia Católica, y al papa Benedicto XVI, con el antisemitismo que se practicó en la Alemania nazi, previo a la Segunda Guerra Mundial. En la habitual rueda de prensa dominical, el arzobispo José Luis Chávez Botello calificó como una “campaña orquestada en contra de la Iglesia” las acusaciones de pederastia que se han ventilado públicamente en contra de clérigos católicos, y que indirectamente han alcanzado al Sumo Pontífice. Todo esto es consecuencia de una manipulación artera de quienes se dicen víctimas.

En efecto, de entrada el calificativo de “manipulación artera” podría parecer excesivo. Sin embargo, esto es apenas lo que se alcanza a equiparar con los intentos de la cúpula católica, en sus jerarquías altas y bajas, por esconder la realidad y tergiversar hechos, señalamientos y responsabilidades. Nada es más alejado de la realidad, que considerar que los señalamientos por pederastia se asemejan con el antisemitismo; o que todo se debe a una campaña de desprestigio. Es necesario poner cada uno de los conceptos en su dimensión real.

México es uno de los países en los que más se han señalado casos impunes de pederastia. Resulta revelador, y hasta paradigmático, el conjunto de acusaciones en contra del sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Desde 1997, algunos medios informativos de la capital del país —la revista Proceso, el periódico La Jornada y la Televisora hoy desaparecida CNI Canal 40— dieron cuenta a la opinión pública, de diversas acusaciones hechas desde Estados Unidos y México en contra del Clérigo.

La respuesta a esos reportajes, fue una brutal represión, y los no menos graves actos tendientes a lograr la censura de esa información. ¿Por parte de quién? De un poderoso grupo de empresarios fuertemente ligados a la organización religiosa que encabezaba el padre Maciel, que emprendieron una campaña de ahorcamiento financiero particularmente en contra de la empresa televisiva entonces propiedad de Javier Moreno Valle.

En diversos momentos, el periodista Ciro Gómez Leyva ha relatado cómo primero recibieron amenazas de boicot financiero si Canal 40 continuaba transmitiendo la información que involucraba al líder de Los Legionarios de Cristo, y luego cómo vieron cancelados sus contratos publicitarios más importantes, como consecuencia de la difusión de las acusaciones de pederastia.

Finalmente, el tiempo dio la razón a quienes desde entonces sostuvieron los señalamientos. En 2006, el jefe de la Iglesia Católica, Joseph Ratzinger, determinó el retiro de la vida pública del padre Maciel. Y aún cuando éste falleció en 2008, hace apenas unas semanas la organización Legionarios de Cristo se vio obligada a reconocer tanto a los hijos procreados por su Fundador y líder espiritual, como los casos de presuntos abusos sexuales en los que se le involucró y responsabilizó.

Sin embargo, aunque este podría ser el caso de mayor trascendencia —por el calado del padre Maciel tanto en el catolicismo, como la innegable influencia social, económica y política de la organización que fundó y encabezó—, hoy la Iglesia Católica se ve copada por las docenas de acusaciones sobre la comisión de delitos sexuales, que han surgido en diversos países de Europa. Sólo en Alemania, los señalamientos hoy rebasan el medio centenar. Y, en todo esto, se acusa también que Ratzinger tuvo conocimiento oportuno de los hechos, pero que se negó a indagar. Por lo que también le acusan corresponsabilidad en la comisión de esos delitos.

¿ANTISEMITISMO?

Sin embargo, esas acusaciones bajo ninguna lógica se pueden considerar como una práctica discriminadora, fomentadora de odio, o incluso como una campaña de desprestigio en contra de institución alguna. Lo que se conoce como antisemitismo, es la inducción al prejuicio y la hostilidad que se fomentó en contra de los judíos. Esos prejuicios no sólo tenían que ver con su procedencia geográfica, sino que más bien era un conjunto de factores que incluía las aversiones por motivos religiosos, políticos, raciales, culturales y étnicos. Esa fue la base de la brutal persecución y aniquilamiento de que fueron objeto previo y durante la Segunda Guerra Mundial.

Evidentemente, en las acusaciones actuales en contra de algunos integrantes de la Iglesia Católica —incluyendo al Papa— no existe rasgo alguno de antisemitismo. De hecho, las acusaciones nada tienen que ver con las características personales, religiosas, morales o políticas de los mismos integrantes. En todo caso, el pederasta pudo haber sido el más modesto de los clérigos católicos, que el jefe de una poderosa organización religiosa —que también involucra intereses económicos o políticos de primer orden—, y la acusación sería exactamente la misma.

El problema, en sí, radica en cómo la Iglesia Católica se ha visto orillada a aceptar los errores y los delitos cometidos por algunos de sus integrantes. Por las reacciones personales e institucionales de los integrantes del apostolado católico, tal pareciera que para ellos el mejor escenario habría sido el del ocultamiento de las acusaciones y la simulación de que nada grave ocurre. Sólo han aceptado las cosas, cuando esto resulta ser algo francamente irremediable. Y esa, sin duda, sí es una actitud reprochable no sólo al catolicismo, sino a cualquier organización que pretende encubrir a sus integrantes en la comisión de ilícitos.

Señalar a las personas, no necesariamente equivale a descalificar a las instituciones. Es imposible descalificar, como organización, a Los Legionarios de Cristo, cuando ellos, en sus formas, han contribuido de modo importante a la transformación social de diversas naciones. Lo mismo ocurre con el catolicismo. Pero es inaceptable tratar de manipular ventajosamente los hechos. La presunta comisión de delitos sexuales, al ventilarse públicamente, nada tiene que ver con una persecución o campaña de odio en contra del catolicismo. Decir eso, es negar las responsabilidades.

MUY SUFRIDOS

Ahora aguanten a los camioneros: ante el incremento de los combustibles, de nuevo se erigen en mártires de la economía, y exigen aumento a la tarifa del pasaje. ¿Por qué no imploran con la misma vehemencia cuando sus unidades provocan daños, heridos y muertos? La desfachatez, en su máxima expresión.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

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