Actos de terrorismo, en México son “fáciles” de perpetrar

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+ Tovex, material utilizado para coche bomba, en mercado negro

Las autoridades federales se niegan a reconocer que la explosión de un coche bomba, ocurrida la semana pasada, en Ciudad Juárez, Chihuahua, constituye un acto de terrorismo. Mientras se escandalizan y tratan de alejar dicho término de cualquier forma de responsabilidad o reconocimiento por parte del gobierno mexicano, salta a la vista no sólo la magnitud del hecho, sino la facilidad en que una acción como ésta puede ser concretada. No se trata sólo de lo grave del acto, sino también del modo y los elementos con que éste fue perpetrado.

Como terrorismo, podemos entender que es un acto violento que tiene como objetivo víctimas civiles, perpetrado para crear temor o incertidumbre generalizada. A nivel internacional, está ampliamente documentado que los actos de terrorismo tienen importantes implicaciones políticas, pero que también es ejecutado por grupos terroristas que cuentan con financiamiento importante, logística y conocimientos precisos sobre acciones paramilitares. Se entiende, entonces, que un civil cualquiera, no sobrevive al incursionar tanto en la guerrilla, y mucho menos en el terrorismo, sin una preparación escrupulosa sobre diversos aspectos relacionados con las acciones que ejecutan, y sobre su propia seguridad persona, y como grupo.

Sin embargo, a diferencia de la guerrilla —que esencialmente encamina su lucha contra el Estado, y se considera a sí misma como parte del pueblo, al que no se debe agredir ni lastimar con sus acciones porque “el pueblo no mata al pueblo”—, el terrorismo busca conseguir objetivos políticos a partir del miedo y el dolor colectivo.

Al Qaeda y ETA, entre muchas otras organizaciones, son ejemplos precisos de grupos extremistas que están vigentes hoy en diversas regiones del mundo, y que han ejecutado acciones de grandes magnitudes, como los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, o la colocación de artefactos explosivos en cuatro estaciones de trenes, el 11 de marzo de 2004, en las cercanías de Madrid, España. En el primero de los ataques, conocido como el 11-S, hubo, aparte de los 19 secuestradores, 2 mil 973 personas fallecidas confirmadas, y 24 continúan desaparecidas. En el segundo, conocido como el 11-M, fallecieron 191 personas, y mil 858 resultaron heridas. La reivindicación de los ataques se centra en motivos meramente políticos.

¿Lo ocurrido en México no puede considerarse como un acto de terrorismo, por no tener una motivación política exacta? Aunque el gobierno diga que no, tal parece que la respuesta sí puede ser afirmativa. Hemos estado acostumbrados a que el terrorismo tenga meros fines políticos, pero si acudimos a la definición que indica que esos actos tienen como objetivo la generación de un estado de incertidumbre y miedo a partir de víctimas civiles, podremos ver que la definición sí encuadra con el hecho.

¿Por qué? Porque el coche bomba de Ciudad Juárez fue puesto no para agredir directamente a la policía, sino para afectar a cualquiera que estuviera ahí; fue un acto premeditado, y perpetrado luego de un proceso de planeación y preparación tanto del artefacto explosivo, como de las condiciones. Aunque no parece del todo visible la bandera o reivindicación política que tanto se busca y que aseguran que no existe, sí se puede ver que dicho acto es la consecuencia de una inconformidad de un grupo frente al Estado, que busca ser satisfecha por medio de la generación de condiciones de terror.

LA GUERRA SE TRANSFORMA

Era previsible, desde hace mucho tiempo, que las organizaciones criminales trataran de tomar nuevos rumbos y métodos en su lucha contra el Estado. El gobierno federal decidió emprender una cacería de ciertos grupos poderosos y violentos; y éstos, no estando mancos, decidieron atacar primero de frente, y por momentos también bajo mantos tan funestos como el del terrorismo.

¿Los llamados “granadazos” ocurridos la noche del 15 de septiembre de 2008 en Morelia, Michoacán, no eran un acto de terrorismo? Claro que lo eran. Se buscaba generar pánico generalizado a partir de una acción de fuerza. Eran tan terrorista como lo fue el coche bomba de hace unos días.

El crimen organizado está andando los pasos que los grupos subversivos (la guerrilla y el terrorismo, respectivamente) ya caminaron y exploraron hace mucho tiempo. La diferencia entre esos grupos, radica en que mientras la subversión busca la instauración de cambios políticos e ideológicos a través de vías radicales, el crimen lucha por sobrevivir y preservar un lucrativo negocio ilícito.

Lo más grave de todo esto, es que aquel que quiera perpetrar un acto como éste, tiene completa facilidad en un país como el nuestro. Una nota publicada ayer por el periódico Excelsior reseñaba lo siguiente: “La Procuraduría General de la República (PGR) determinó que el explosivo utilizado en el coche que estalló el pasado jueves en Ciudad Juárez, Chihuahua, es Tovex, un compuesto utilizado para la demolición de acero y piedra utilizado por empresas constructoras. También la dependencia federal determinó que el hecho ocurrido en esa entidad no constituye un acto de terrorismo sino de delincuencia organizada para generar confusión y temor para desestabilizar a la autoridad local y federal, y no por cuestiones ideológicas o de fundamentación religiosa ni política.”

El explosivo Tovex con el que hicieron explotar el auto, es el mismo que fue encontrado en 2007 en las inmediaciones de la llamada Barricada de Brenamiel, y es el mismo con el que, se dicen, fueron volados los ductos de Pemex en varios puntos del país, también ese mismo año, por el Ejército Popular Revolucionario. Lo más revelador, es que desde el mes de agosto de 2007, el diario El Universal, documentó plenamente cómo existe un mercado negro, amplísimo, y aquí mismo en Oaxaca, sobre la venta de este tipo de explosivos.

VIDEO REVELADOR

Esto fue captado en video, que puede verse siguiendo la liga: http://www.eluniversaltv.com.mx/detalle3638.html Ahí se establece que por una cantidad de dinero relativamente mínima, es posible comprar cualquier cantidad de explosivo tipo Tovex, a personas cercanas al negocio de la construcción de obra civil, y que aún frente a los dichos de la Secretaría de la Defensa Nacional respecto a que vigila estrictamente el uso de los mismos, éstos se pueden conseguir por un costo mínimo. Eso, en las manos equivocadas, es por sí mismo un riesgo para la sociedad.

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