+ Replanteamiento priista: un imperativo inminente
El 4 de diciembre de 2010, en entrevista con TIEMPO, el ex candidato a la gubernatura y presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, Eviel Pérez Magaña, atribuyó la derrota electoral de su partido a tres factores: el abandono de su dirigencia nacional; la pugna entre Ulises Ruiz y Jorge Franco, y la conformación de la Alianza PAN-PRD-PT-Convergencia. Es claro que, ni entonces ni ahora, la dirigencia priista comprende, y comparte con su militancia, las razones que los llevaron a entregar el poder.
Esto es lo que, hace casi dos meses, dijo textualmente en entrevista el diputado Pérez Magaña a nuestro compañero Juan Carlos Medrano: “Nuestro error fue no haber tenido el apoyo, ni los acuerdos necesarios, tanto con la cúpula nacional que se generó producto de esta confrontación, porque estamos hablando de confrontaciones de Ulises con los ex gobernadores, luego de un cruzamiento de muchos personajes…”
“Yo esperaba ver a la presidenta de mi partido, Beatriz Paredes Rangel, poniendo una denuncia ante las instancias correspondientes, por la intromisión del presidente de la República en la elección, pero hasta el día de hoy, no sé por qué no ocurrió así…”
Ante el cuestionamiento de si había influido el rompimiento entre el entonces gobernador Ulises Ruiz y el diputado Jorge Franco Vargas, Pérez Magaña señaló: “¡Claro que pesó; todos son cuadros valiosos, pero pues se llevó una confrontación a un terreno en el que no tuvo por qué darse; hoy, hay que decirlo: ¡ya ni se hablan!”
Hoy, cuando los más importantes grupos políticos al interior del priismo oaxaqueño velan armas para iniciar una pugna política por la renovación de la dirigencia estatal, particularmente vale la pena recordar esas palabras del Líder priista, para entender las razones por las que cada vez más grupos exigen no sólo una nueva directiva, sino el replanteamiento total de los grupos y prácticas que confluyen al interior del tricolor.
La importancia de las palabras dichas por Pérez Magaña a inicios de diciembre, radica en el hecho de que por lo menos demuestran la existencia de un análisis inexacto y extraviado sobre el estado en que se encuentra el priismo oaxaqueño, y sobre el rumbo que debe tomar ahora como fuerza de oposición.
En el primero de los puntos, ¿Cómo poder asegurar que hubo un supuesto abandono de las figuras nacionales de su partido, cuando no hubo un solo personaje de talla nacional del priismo, que no estuviera volcado en Oaxaca durante las campañas proselitistas?
Más bien, si se recuerda, fueron por lo menos tres ocasiones en las que estuvo la dirigente nacional Beatriz Paredes Rangel; al menos otras tres, las que vino exclusivamente a realizar labor proselitista el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Y era a los representantes y líderes partidistas estatales con legitimación, y no a Paredes, a quienes les correspondía encabezar la defensa legal, y las denuncias ante la opinión pública por las presuntas intromisiones de funcionarios federales, o de otros gobiernos, en la operación electoral de estos comicios.
Así, en un primer momento, el dirigente Pérez Magaña debía cuestionarse seriamente si fue en realidad el abandono de la dirigencia y figuras nacionales lo que se convirtió en un factor para su derrota, o si, por el contrario, fueron las “grandes figuras” locales quienes de verdad lo abandonaron, lo traicionaron, o hicieron un trabajo tan deficiente que finalmente redundó en su derrota.
No parece creíble el argumento del abandono del priismo nacional. Y si todo esto se ve así, las otras razones dadas para explicar su derrota son aún mucho menos verosímiles.
PLEITO MAGNIFICADO
Suponer que el pleito entre el entonces gobernador Ruiz y el diputado Franco Vargas, fue uno de los tres factores fundamentales para su derrota, es tanto como:
a) magnificar a una figura de por sí desgastada, deslegitimada y rechazada como lo es Franco, que sólo fue poderoso y eficaz en la medida que tuvo de su lado el aparato y los recursos gubernamentales para hacer las tareas que se le encargaban; y,
b) negar que la derrota priista tiene una connotación mucho más profunda y explicable en los errores, la frivolidad y los excesos cometidos por toda una administración estatal que gobernó al margen de la credibilidad, cercanía y aceptación ciudadana, y debería ser explicada, comprendida y analizada a la luz de factores de verdad reales, y no de reyertas cupulares que en realidad fueron intrascendentes.
Veamos si no. El diputado Franco Vargas es un personaje político eficaz, sólo en la medida que tiene los elementos del poder para ejecutar las tareas que se le encomiendan. Como Secretario de Gobierno le tocó jugar el papel de villano e implacable, porque era lo que el momento requería.
Después, como líder priista reforzó las estructuras electorales, gracias no a su carisma o talentos personales, sino a los elementos —económicos, de coacción política, clientelares y hasta de violencia— que pusieron a su alcance para “unificar” a la estructura priista. Sin embargo, nunca ha demostrado algo sustentable como político, como hombre con visión de Estado, e incluso como un personaje con perspectiva de sociedad en relación a lo que necesita Oaxaca. Y es, por si fuera poco, el más apático e improductivo legislador federal que tiene el priismo y nuestra entidad.
Pero además, reducir la derrota priista del 4 de julio a un pleito entre dos personajes, es tanto como querer tapar el sol con un dedo respecto a lo que fue el ulisismo en Oaxaca. ¿A poco la visión maquiavélica de un personaje logró volcar a la sociedad a favor de su adversario (Gabino Cué) para darle más de 100 mil votos de diferencia?
Eso, ni cercanamente, fue así. El PRI perdió por los excesos de Ulises Ruiz y quienes lo acompañaron en el gobierno; perdió por la mala operación electoral que realizaron; por las traiciones y el abandono de que fue objeto el entonces Candidato por parte de sus propios compañeros; y perdió porque, les guste o no, la mayoría de los electores los rechazaron implacablemente en las urnas.
PRI SIN RUMBO
El PRI, a juicio de sus corrientes, debe dejar los maniqueísmos y chovinismos con los que quieren maquillar, o culpar a otros, de sus errores y su derrota. La disputa, en el fondo, debía ser no sólo por la dirigencia o las candidaturas, sino por construir la verdadera oposición en Oaxaca, que hoy simplemente no existe.
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