+ Granados Chapa, las negaciones y la realidad
El pasado 23 de enero, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa anunció, en su columna Plaza Pública del periódico Reforma, que Televisa compraría la compañía de telefonía celular Iusacell, propiedad de Grupo Salinas, quien a su vez es dueño de su principal competidor en el ramo de la comunicación, Televisión Azteca. La noticia causó revuelo, por la importancia que revestía el hecho de que los dos gigantes de la televisión mexicana se unieran para hacer frente al poder de las empresas de telefonía fija y móvil de Carlos Slim. Era, por así decirlo, el principio de una guerra en la que se enfrentarían dos de los principales —y más representativos— monopolios de nuestra nación mexicana.
Hace dos meses, cuando Granados Chapa dio la primicia de esa operación entre Televisa y Grupo Salinas decía que: “Si no puedes vencer a tu enemigo, recomienda un refrán, únetele. Y si puedes, mejor cómpralo. Esa fórmula se aplicó esta semana, cuando Televisa adquirió la totalidad de acciones de Iusacell, la empresa que en busca de su propio provecho presentó más de 40 recursos legales contra la licitación 21, confeccionada a favor del consorcio Azcárraga. Esa operación jurídica, y política, de la que se da cuenta en esta columna antes que en ninguno otro lugar, permitirá a Televisa además de desembarazarse de su principal adversario en tribunales, contar de golpe y porrazo con 53 megahercios del espectro radioeléctrico, los que posee Iusacell.”
En aquella columna, Granados Chapa daba cuenta de una serie de acuerdos no sólo comerciales entre ambas empresas, sino también de la construcción de los consensos políticos necesarios para hacer transitar una operación debe pasar por el aval del gobierno federal. En ese sentido, el Periodista daba cuenta de dos potenciales signos claros de la construcción de ese acuerdo, tanto interno como externo entre Televisa, Grupo Salinas y el gobierno federal.
Hacía referencia, en ese sentido, a un encuentro habido entre el presidente Felipe Calderón y los principales ejecutivos de Televisa, encabezados por Emilio Azcárraga, en Punta Mita, un elegante balneario de Nayarit, en el que habrían acordado esta “monumental operación”, como también la denominó Granados Chapa.
El otro punto al que hacía referencia, fue que por esas mismas fechas ocurrió la salida de las filas de Televisión Azteca de la conductora peruana Laura Bozzo, quien debutaría justo al día siguiente de la aparición de aquella entrega de Plaza Pública (24 de enero) como la conductora principal de Televisa.
“En otros momentos, sonsacar a una estrella de la televisión era tenido por la competidora como una declaración de guerra. Hoy, al contrario, la transferencia de la locutora peruana (que tuvo dificultades con la justicia de su país a causa de su relación con Vladimiro Montesinos, la eminencia negra del dictador Alberto Fujimori) ha ocurrido con tersura, como ocurren las mudanzas de las estrellas del futbol, ámbito de negocios en que los integrantes del nuevo acuerdo también tienen intereses complementarios.”
Sin embargo, las ventajas reales de aquel negocio iban mucho más allá de las posibles presentadoras de programas tipo talk show.
GRAN NEGOCIO
La potencial operación de Televisa y Grupo Salinas se inscribía no sólo en la guerra que habían librado en los últimos años esos dos grupos por el control de las nuevas frecuencias del espectro radioeléctrico que habría de concesionar el gobierno federal, sino también en la nueva batalla que libran esos dos consorcios —y que hoy está del todo abierta— en contra del Grupo Carso.
La cuestión es simple: Las televisoras desean entrar con fuerza al negocio de la telefonía, y las empresas de Carlos Slim desean incursionar en el ámbito de la televisión. El problema es que ambas son actividades monopólicas en México. Y es que si existe alguna razón poderosa para que no existan ni más compañías telefónicas ni más empresas televisivas en México, es justamente la negativa de Televisa y Azteca, por un lado, y de Telmex y Telcel, por el otro, a permitir que existan más competidores.
Por todo eso, Granados Chapa establecía lo siguiente: “La nueva situación le permitiría asociarse (a Televisa) de nuevo a Nextel, con lo que eliminaría otro riesgo, el que se deriva de que pudiera cancelarse la concesión que estaba en juego en la licitación 21. Ésta se resolvió a favor de una persona jurídica compuesta por esas dos empresas, por lo que al retirarse Televisa desapareció la solicitante (luego titular) de la concesión, fragilidad que podría conducir a la obligación de reponer la licitación, riesgo que se suprimiría con el retorno de Azcárraga a la sociedad con Nextel.
“Iusacell pasó en dos décadas de ser la pionera y la más importante empresa de telefonía celular a ser superada por Telcel y Telefónica. Creada por el dinámico Alejo Peralta como parte de su imperio relacionado con instalaciones eléctricas (Iusa), Iusacell fue adquirida en junio de 2003 por el Grupo Salinas en sólo 10 millones de dólares, cifra irrisoria que se explica porque en la misma operación ese grupo se hizo cargo de su deuda de 800 millones de dólares. Una deficiente gestión previa, y posterior a esa compra, condujo a Iusacell a la paradoja de que su principal producto en el mercado fuera la porción de espectro radioeléctrico que poseía y deseaba vender, dado que el número de sus usuarios quedaba servido por sólo una fracción del bien que tenía concesionado.
“La licitación 21 fue diseñada para contener a Iusacell y ensanchar los horizontes de Televisa. ¡Cuán dilatado es ahora su ámbito cuando en una sola operación compró el silencio de su adversario y al adversario mismo, con su patrimonio a cuestas!”
¿NO QUE NO?
Cuando Granados Chapa dijo todo eso en enero, de inmediato Televisa y Grupo Salinas desmintieron la versión. El periodista se disculpó, sin retractarse, por haber incurrido en la omisión de no consultar a las fuentes aludidas “omisión motivada por la firme confianza que me merece la fuente de que abrevé esa información”, explicó. Sólo que pasados apenas dos meses, el tiempo le dio la razón. El pasado miércoles, ambos grupos anunciaron la sociedad que involucra directamente a Iusacell. Tal parece que se siguen armando para luchar contra Telmex. El problema es que, globalmente, no parecen ser muchos los beneficios que esto pueda traer al usuario final. Ojalá que esta guerra de titanes no termine haciendo sino acentuar los monopolios que tanto daño le han hecho a México.