+ Ciudadanía: ir al rescate de valores nacionales
Aunque la distancia entre el poder público y la sociedad es tan amplia, y las discordias entre éstos son tan perceptibles, pocas veces los mismos ciudadanos podemos fijar claramente el punto central de nuestra inconformidad. Señalamos, sí, al Presidente de la República o a los Gobernadores de los Estados por sus ineficiencias o el resultado de sus estrategias; pero pocas veces centramos nuestros señalamientos en contra de los demás responsables que, además de agazapados, siempre terminan arrebatándonos nuestras banderas y sacando ventaja de ellas, sin compartirnos —o retribuirnos— ganancia social alguna.
Desde hace algún tiempo, por ejemplo, al Presidente de la República le sobran los calificativos y los cuestionamientos por los resultados de la guerra contra el crimen organizado. Aunque no todo lo que ocurre en el país es responsabilidad del Ejecutivo Federal, en realidad parece que a la mayoría de los mexicanos nos gusta aprovechar el cuestionamiento para hacer también escarnio partidista de asuntos que más bien son de interés público.
¿Por qué asegurar lo anterior? Porque, siguiendo con el ejemplo, al presidente Felipe Calderón se le acusa de ser el responsable de las más de 30 mil muertes relacionadas con el crimen organizado, que han ocurrido en lo que va de la administración. Queda claro que el número es incuestionable y es estratosférico.
Pero una cosa es que todo eso haya ocurrido en el marco de la lucha anticrimen (una “guerra” declarada inicialmente por el gobierno, que está mal planteada desde la estrategia hasta el término “guerra” que legitima a los criminales como fuerza actuante) en un periodo de gobierno determinado, y otra muy distinta que el Presidente fuera directamente responsable de todos esos crímenes, como si él hubiera ordenado que se ejecutaran.
Sin embargo, más allá de los señalamientos o el cuestionamiento por el fracaso de la lucha anticrimen, para muchos mexicanos el presidente Calderón es el único responsable. Y es que en realidad, no es que el Mandatario no sea responsable (de hecho lo es en grado importante); pero también es cierto que no es el único responsable de esos hechos.
No obstante, ese se ha convertido en el señalamiento favorito de los últimos tiempos. Todo aquel que no es panista, ni simpatiza con la causa presidencial, ocupa el tema de los treinta y tantos mil muertos para cuestionar al Presidente, y de paso para socavar la imagen y credibilidad del partido gobernante, para tratar de bajar cualquier tipo de popular o preferencia electoral que pudiera tener.
Sin embargo, a muchos mexicanos que hemos incurrido en esa práctica, se nos ha olvidado hacer un cuestionamiento más “parejo”. Es decir, cuestionar lo mismo a los gobernantes, que a quienes son sus opositores (pues si éste puede fracasar en la conducción del gobierno, los otros también corren ese riesgo al hacer una oposición inoperante, entregada o carente de idea), e incluso la incorrecta apreciación que muchos tienen de los grupos criminales, a quienes ven como héroes, cuando en realidad son los villanos de esta historia, porque son los que matan, extorsionan, secuestran, violan y envenenan a nuestros conciudadanos.
¿Cuándo hemos cuestionado ese aspecto de nuestra realidad? Tal parece que muy poco, o casi nada. Y es que los problemas del país son tan grandes y complejos, que responsabilizar a una sola persona o grupo por un problema tan lleno de aristas, parece cuando menos un grave asunto de reduccionismo o simplismo, que debía tenernos asimismo preocupados a todos.
CUESTIONAMIENTO FUNDADO
Los partidos políticos, particularmente, tienen una actuación en el escenario nacional que, más allá de las fobias y las filias, dejan mucho que desear. Ellos, cuando son oposición, se cargan por completo a favor del supuesto “interés ciudadano”, hasta que sacan alguna ventaja política, y entonces se olvidan tanto del tema como del ciudadano. En este sentido, no tiene desperdicio la crítica que hace el poeta Javier Sicilia en el marco de la Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, a la que él mismo convocó y que hoy mismo encabeza.
Sicilia dice, en recriminación a los partidos políticos que ahora intentan sumarse a su causa, que “son omisos, en ese sentido el Presidente tiene razón, pero ¿de dónde vienen las omisiones? Pues de los partidos políticos, de los presidentes municipales que están siendo cómplices también del narcotráfico y vienen de los partidos políticos, los partidos políticos tienen una gran responsabilidad en esto”.
“Ahorita sí se montan con nosotros para pegarle al Presidente y tampoco se vale, ellos tienen omisiones muy fuertes porque son los que van a ser Gobierno, fueron Gobierno y están haciendo Gobierno, también ellos tienen una gran responsabilidad con la gente de sus filas que está llegando al Gobierno”.
El problema es muy hondo en el País, señaló el poeta en declaraciones al periódico Reforma, pero la responsabilidad de aportar soluciones es de todos, incluso de los ciudadanos. “Esa responsabilidad también es de los ciudadanos y los ciudadanos ya no vamos a permitir que sigan manejando el País como se les pega la gana a espaldas de nosotros, haciendo pasar leyes sin consensuar a la Nación, leyes que nos afectan a todos”, señaló.
Habría que considerar con mayor detenimiento lo que dice el Poeta. Hasta ahora, vemos una enorme distancia entre la supuesta preocupación de los partidos políticos por los temas ciudadanos, y las posturas que abordan al momento de tomar decisiones para beneficiar, más que a ellos, al país.
¿Cómo olvidar, por ejemplo, que hace apenas unos días la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados, aseguró que “no hay prisa” en la aprobación de la reforma laboral, sobre la cual había consenso inicial —y urgencia para el país— pero finalmente resolvieron que no había ninguna necesidad de discutir ahora el tema. Todo esto ocurre, como corolario, mientras el país todos los días pierde competitividad frente a otras naciones.
CENTRAR LA DISCUSIÓN
Los mexicanos comunes debíamos ser más responsables al momento de señalar y exigir. De nada sirve que se nos exalte el priismo, el panismo, o lo que sea, si esto no es en beneficio nacional. ¿Hoy qué partido puede decir que de verdad toma decisiones a favor del país? es claro que la distancia entre el dicho y el hecho no sólo no es corta, sino que cada día es más grande.