Oaxaca: Burocratismo y mal trato a ancianos

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Apoyos, no regalos, de gobierno a los abuelos

 

Justo mañana 28 de agosto, se celebra el día del abuelo. A partir de este año, en Oaxaca se estableció un programa social del Gobierno del Estado, con el cual los ancianos recibirán un apoyo económico, consistente en la entrega de alrededor de mil pesos bimestrales.

Pues bien, aunque la finalidad parece loable para un sector tradicionalmente olvidado de la población, a ras de tierra no todo es ni tan bueno, ni color de rosa. Los ancianos en Oaxaca se han tenido que enfrentar, sólo en el arranque de este programa, a una serie de vicisitudes que, con sensibilidad y sin soberbia, debieran atender y resolver los funcionarios estatales… que algún día llegarán a la edad adulta mayor y posiblemente sean tratados con la indolencia y prepotencia con la que hoy ellos tratan a los abuelitos oaxaqueños inscritos en esos programas oficiales.

La primera de esas experiencias, tiene que ver con la forma en cómo fue organizado el acto inaugural con el que se arrancó dicho programa. A cientos de ancianos se les convocó puntualmente, el pasado 3 de agosto en la Alameda Central de la capital oaxaqueña, con la promesa de que ahí recibirían una tarjeta con su filiación, y un cheque con su primer apoyo económico.

La convocatoria tenía como objeto “llenar” el espacio designado para el acto inaugural, al que asistirían una serie de autoridades estatales. A los abuelos, se les condicionó su presencia en ese evento, para que les fuera entregado el apoyo. Todos iban con la seguridad de que el viaje y los peligros valdrían la pena, pues volverían a casa con su primer cheque del programa referido. Cosa que simplemente no ocurrió.

Podría suponerse, sin embargo, que quienes sí recibieron su apoyo económico vivieron un final distinto. Pero no. Las personas que sí fueron acreedoras a un cheque por mil pesos, luego tuvieron que pasar un nuevo vía crucis en la institución bancaria designada para el pago de los documentos de crédito.

El Gobierno del Estado no tomó en cuenta que los beneficiarios de los cheques son ancianos. Nada de esto importó para que se dispusiera que sólo el beneficiario, en persona, y previa identificación, pudiera cobrar su apoyo en el banco.

¿Cómo haría esto, un anciano de más de 80 años, postrado en una silla de ruedas o en una cama sin poder moverse por sí mismo, que vive en una colonia marginada o en una zona de difícil acceso, que no tiene familiares con tiempo y recursos suficientes para hacer un viaje hasta el centro de la ciudad para ir a cobrar personalmente ese cheque?

Eso fue algo en lo que no pensaron los sesudos creadores del programa de apoyo económico a los adultos mayores.

 

PREPOTENCIA Y BUROCRATISMO

Esto último fue lo que denunció, en estas mismas páginas, nuestro querido amigo, el licenciado Ildefonso Reyes Soto, en sus artículos de ayer y anteayer. Retomamos algunos extractos de su crónica, la cual parte del momento en que se inscribió, desde el mes de marzo, para ser convocado hasta cuatro meses después, para asistir al evento inaugural de dicho programa, en el cual prometieron entregar el primer apoyo económico, aunque él regresó con las manos vacías a casa.

El licenciado Reyes Soto, luego de todo eso, señalaba lo siguiente: “Los coordinadores estuvieron muy desorganizados. Solo entregaron cheques a unos cuantos viejitos y a quienes no, se nos dijo que fuéramos en los días subsecuentes a calle Veinte de Noviembre No. 707.

“Dos días después del acto en la Alameda, fui al número 707 de la calle Veinte de Noviembre, pensando que ahí recibiría mi cheque y la tarjeta de grandes beneficios. Solo me dieron un papelito que decía “lunes 15 de agosto 2011”. Verbalmente me dijeron que debía ir ese día debía ir a Santa Lucía del Camino; me aseguraron  que me atenderían solo ese día. Por un asunto me fui al Distrito Federal sin olvidar la cita, por lo que haciendo el máximo esfuerzo regresé a Oaxaca el día 14.  A una hora prudente me dirigí a Santa Lucía y me informaron que el apoyo los estaban dando en el edificio del DIF municipal. Con extrañeza vi que ahí no había viejitos; me acerqué a una señorita que estaba en el interior del edificio y le presenté la ficha que 15 días antes me dieron en la calle 20 de Noviembre. Ella me dijo que solamente atendían a 50 personas al día y que había que sacar otra ficha. Le dije que nada de eso me  explicaron, sino que atenderían todo el día, en eso un individuo empezó a gritarme diciendo: “claramente se les explicó el día de la concentración y yo toda la mañana lo he estado repitiendo. No sé para que les dieron ese papelito”. Le pedí que no me gritara y que me dejara hablar. “Hable, pues”, me dijo de mala gana. Lo vi tan alterado que preferí no hablar más y me retiré.

“Fui dos veces más y siempre estaba el mismo señor, dándome cuenta que continuaba con sus “50 fichas” y había bastantes colegas viejitos, por lo que decidí ir hasta el lunes 22 de agosto. Al llegar, había dos filas diferentes; les pregunté a los mismos beneficiarios de la ayuda para qué era una y para qué la otra, me dijeron que una era para recoger el cheque y otra para recibir la tarjeta. Unos decían que primero se formaba uno en la de cheques, otros que en la de tarjetas. Los mismos encargados de atendernos no nos  precisaban nada y por eso tuve que encargar mi lugar en ambas ‘colas’ y a ver en cual pasaba primero. En la de cheques me pidieron mi credencial de elector y en unos 15 minutos me llamaron para decirme que no había salido el mío. En donde me tardé más fue en la de las tarjetas y nuevamente me solicitaron mi credencial de elector. También aquí me dijeron que no estaba la mía y que fuera nuevamente a Veinte de Noviembre 707 para preguntar la causa del retraso. Ese mismo lunes 22 un amigo me dio un ‘aventón’ y fui a oficinas centrales del ‘apoyo’.

 

BUROCRACIA INFAME

¡Me dijeron que no entregué la CURP; pero la convocatoria decía ‘curp o acta de nacimiento’. Yo entregué acta. Un joven me dijo ‘traiga su curp y con eso se resuelve su problema’. El martes 23 llevé una copia del documento y ordenaron a otro joven que me volviera a inscribir ‘respetando la fecha del 10 de marzo’ en que me registré inicialmente. Al ver la credencial de elector que es de las llamadas ‘o3’, su jefe ‘ingeniero’ le dijo que no la aceptara. ‘Tiene que volver a empadronarse’ me dijo el joven. Le agradecí, me paré de la silla y royendo mi coraje salí de la oficina.”

En esas condiciones, amargo día del abuelo.

 

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