Zorrilla: Oportunismo continuado en Partido Verde

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+ Hoy busca explotar cuestionamientos a derrotados

 

Ana Luisa Zorrilla sí que sabe aprovechar las oportunidades. A lo largo de casi una década, capitalizó diversas oportunidades, coyunturas y momentos para hacer de la representación estatal del Partido Verde Ecologista de México, un pequeño feudo que le fue altamente redituable. Hoy, sin embargo, aislada del poder —y sus beneficios— busca aprovechar el cuestionamiento de que es objeto la dirigencia priista local (sempiterna aliada del PVEM) para ver si logra recuperar los espacios que, según parece, ha perdido para siempre.

En efecto, todo aquel que conoce la vida del Verde Ecologista en Oaxaca, sabe perfectamente que el grupo que hoy cuestiona al dirigente estatal, Rogelio Enríquez Palma, está lejos —pero lejos, lejos— de tener la calidad suficiente como para hablar de democracia, de rendición de cuentas, de resultados electorales aceptables, de inclusión y de equilibrios dentro de ese partido. Si las cuentas entregadas son pobres para la actual dirigencia, sus antecesores (y ahora cuestionadores) no parecen poder hablar de algo mejor que eso.

Ana Luisa Zorrilla, para quien no lo recuerda, tuvo el control del Partido Verde desde inicios de la década anterior, hasta casi finales de la misma. Para acceder al Comité Directivo Estatal, se valió del hecho de que, en aquellos años, una pariente cercanísima suya, de nombre Ana Victoria Gutiérrez Zorrilla, era empleada administrativa en el CEN del Verde.

Ante la inexistencia de representación de ese partido en la entidad, aquella recomendó a Ana Luisa Zorrilla como una posible representante. Una vez ostentando el cargo, la entonces Dirigente se dedicó a manejar discrecionalmente los recursos económicos del partido, sin que éste lograra obtener de verdad resultados importantes.

De hecho, la primera parte de ese largo periodo de gestión al frente del Verde, se caracterizó por la negación total de recursos económicos para los comités municipales, además de los nulos apoyos para campañas proselitistas. Incluso, en aquel tiempo puso a su chofer, a su hija, a su sobrino, y a los amigos de su hijo, como candidatos a diputados federales. Fue justamente en ese momento, cuando apareció por primera vez el ahora “dirigente estatal legítimo” del Verde, Hafid Alonso García, cuyo único mérito es ser amigo del hijo de Zorrilla.

Luego vino la elección de Gobernador en 2004, en la que el Verde ya apareció formalmente como aliado del PRI en Oaxaca. Habiendo negociado una “cuota de partido” para unas diputaciones plurinominales que, según, iban a quedar fuera del Congreso, Zorrilla Moreno fue la única candidata plurinominal, que además iba en la lista del PRI.

Ahí, por primera vez, negoció para ella a costillas del Verde y fue diputada local por la vía de la representación proporcional. Tres años más tarde, al terminar su periodo como legisladora —en el que se caracterizó por haber hecho nada productivo para Oaxaca—, negoció nuevamente el “apoyo” (testimonial) del Verde al PRI en los comicios citadinos de octubre de 2007, pero ahora para aparecer como candidata a regidora en la planilla del PRI. Y fue tres años síndica hacendaria, en el gobierno municipal de José Antonio Hernández Fraguas.

A lo largo de todo ese tiempo, Zorrilla Moreno fue también dirigente del Partido Verde en Oaxaca. Y Hafid Alonso fue su secretario particular tanto en el Congreso como en el Ayuntamiento citadino. Además, en aquellos tiempos como concejal, su sobrino José Ángel Álvarez fue director de Bienes y Servicios Municipales.

Fueron muchos pagos, personales y familiares, en todo ese tiempo, a cambio del apoyo al PRI, de un partido que realmente captaba pocos votos y simpatías de un electorado que ya para entonces se había dado cuenta del gran negocio familiar que constituía el Verde para los Zorrilla, su parentela y su círculo de amistades.

 

PODER PERDIDO

Sin embargo, la gracia se les acabó en 2009 a los Zorrilla. Impulsado por el aún poderoso gobernador Ulises Ruiz, en aquel momento el Verde se vio obligado a cambiar de manos, para pasar al control de Rogelio Enríquez. Éste, un militante añejo de ese partido, llegó a la dirigencia no tanto por sus méritos, sino por la ascendencia e influencia del aún Jefe Político del priismo y sus aliados en Oaxaca. Su arribo no fue precisamente un destello de democracia, aunque sí constituía el fin de una larga dirigencia que pretendía ser perpetua.

Mientras fue perceptible la influencia del ex gobernador Ruiz como Jefe Político, Zorrilla se disciplinó hasta concluir su periodo como concejal. Pero hoy, cuando lleva casi un año separada de los beneficios (y los recursos económicos) que otorga el poder, pretende regresar no a tomar el control del Partido, sino a tratar de convertirse en un factor de negociación con su dirigencia nacional, para que esto les permita acceder a un posible reacomodo en los cargos legislativos que estarán en disputa el año próximo.

¿De qué hablamos? De que, abiertamente, Zorrilla, y sus incondicionales, están aprovechando el momento de incertidumbre que vive el PRI estatal (que es cuestionado por un grupo disidente, que ya constituyó una dirigencia alterna a la formal) para emular los posibles escenarios favorables de la disidencia. Es decir, que a partir de generar inestabilidad, pueda convertir su oposición en un abierto factor de negociación, a través del chantaje, para tratar de conseguir las candidaturas o los espacios de los que hoy es simplemente ajena.

Al igual que los priistas disidentes, el movimiento “legítimo” de Zorrilla en el Verde, pretende que la dirigencia de su partido se sienta insegura, y a partir de eso generen espacios de negociación que, ella espera, les sean favorables. Es posible que esta disidencia sea también financiada y alentada desde el gobierno estatal. Pero también lo es, que podrían estar aprovechando la coyuntura para regresar al control de un partido que, como a nadie, les ha dado mucho.

 

NEGOCIO DE LA OPOSICIÓN

Así uno de ellos hubiera llegado al cargo de Gobernador, de todos modos grupos como el Frente Popular Revolucionario pronto se declararía opositor y mártir del régimen. ¿La razón? La dijimos desde el momento del triunfo opositor: a nadie que ha obtenido todo por la vía de la presión, le conviene llegar al poder; no le conviene porque entonces tendría que defender lo que antes atacaba. Por eso, aunque el Gobernador fuese un efeperrista, de todos modos ese grupo hoy estaría haciendo los desmanes que, impunemente, protagoniza.

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