+ Todos serán medidos “con la misma vara”
La suerte está echada para los priistas oaxaqueños. El arribo del nuevo delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Arturo Osornio Sánchez, significa la toma de control tanto del partido en la entidad, como de las decisiones que se deban tomar respecto al proceso electoral federal que hoy arranca formalmente. La operación que llevará a cabo, seguramente no gustará a los priistas locales. Porque queda claro que los emisarios del ex gobernador Enrique Peña Nieto, en todo el país, irán a medir cualidades y capacidades de triunfo, pero no a reconocer ascendencias, familias o feudos de ex gobernantes.
Osornio Sánchez fue recibido por el Comité Directivo Estatal del PRI, en los términos más institucionales posibles. Es decir, que la dirigencia que encabeza el diputado federal Eviel Pérez Magaña, cubrió todas las formalidades debidas, pero sin hacer grandes alardes ni expectativas por el nombramiento y llegada del Delegado del CEN, que durante meses han exigido todas las corrientes internas de ese partido.
La razón de ese recibimiento institucional —que podría parecer hasta frío y algo distante—, en realidad parece ser más bien estratégica. Esto porque, si una de las razones por las que la dirigencia estatal priista ha sido tan atacada y cuestionada en estos últimos meses, es justamente porque ésta ha sido incapaz de generar unidad a partir de compromisos. Y queda claro que la llegada de Osornio Sánchez, como delegado del CEN, significa la posibilidad de que, por fin, el priismo oaxaqueño tenga la posibilidad de iniciar el proceso de recomposición basado en el establecimiento de compromisos.
Ante este panorama, surgen dos preguntas en particular: primera: ¿por qué el Comité Estatal del PRI ha sido incapaz de comprometerse? Y, sobre todo, la segunda: ¿de verdad viene el Delegado del CEN a “pactar” y a partir el pastel de las posiciones y las candidaturas entre priistas institucionales y disidentes?
La respuesta a la primera pregunta es bastante lógica: el priismo oaxaqueño ha sido incapaz de comprometerse con su militancia y ciertos dirigentes políticos reales que hoy lo cuestionan, por el simple hecho de que ni su legitimidad ni su capacidad de decisión se encuentran hoy reconocidas por nadie en los altos círculos de ese partido. Es decir, que el dirigente Pérez Magaña no estableció compromisos (en el otorgamiento de posiciones y candidaturas, por ejemplo), porque sabe que nada obliga al CEN del PRI, o al equipo de trabajo del inminente candidato Peña Nieto, a reconocerlos y mucho menos a cumplirlos.
En ese sentido, el problema para el priismo local es que aquí se combinó la falta de capacidad de acuerdo, con una deficientísima operación política. Esto porque además de no poder decidir nada, el Comité encabezado por Pérez Magaña no tiene capacidad para demostrar su liderazgo, ni para sostener su presencia frente a los sectores representativos, e incluso ni siquiera para poder articular una estrategia institucional que le permitiera consolidarse como eje fundamental del priismo local.
Por eso, si de por sí no puede decidir, y además sus incapacidades generan que hoy ciertos sectores de la militancia no lo reconozcan, entonces lo único que le quedaba fue lo que finalmente hizo: administrar (literalmente) a la dirigencia estatal en el más bajo de los perfiles, aguantar los embates y cuestionamientos únicamente cobijados con el paraguas de la legalidad de su nombramiento, y esperar a que llegara el momento de que el CEN tomara las riendas del partido y la militancia, para deshacerse de los cuestionamientos que hoy lo ahogan, y para no ser ellos quienes paguen el costo político por las decisiones poco populares que puedan tomarse.
VAN POR LA MEDICIÓN
En el fondo, a casi nadie en Oaxaca le pareció la llegada del delegado Osornio Sánchez, porque éste viene a iniciar un proceso que, asimismo, no le gusta a todos los priistas que aspiran a algo: el Comité Nacional, a través de sus operadores políticos, irán a las entidades federativas no gobernadas por el PRI, no a reconocer a los herederos de viejos dirigentes o Jefes Políticos, ni a premiar a los que pretenden construir su liderazgo fuera de las normas, los tiempos o los medios por los que puede hacerse.
Y es que pareciera que, en Oaxaca, todos los que tienen cierta presencia en el priismo local, sin excepción, aspiran a algo. Todos se dicen ganadores en la preferencia del electorado, todos se dicen los más eficaces, los más conocidos e incluso los más “populares”. Cuando todo eso no les alcanza, entonces sacan a relucir su ascendencia política, la pertenencia a una familia de viejo cuño priista, e incluso la posición que momentáneamente pudieran tener dentro del partido.
Sin embargo, lo cierto es que la elección de los candidatos del PRI a diputados y senadores tendrá una lógica distinta: el CEN, sin premiar a nadie, pero tampoco sin consultar con nadie, medirá estadísticamente a todos los candidatos para determinar quién sí tiene la capacidad de ganar una elección, y quién debe esperar a otro momento en que tenga un mejor posicionamiento.
Eso último, es justamente lo que no le va a gustar a los priistas. No les gustará, porque en el fondo todos quieren ser beneficiarios del llamado “piñatazo”, pero no en base necesariamente a su capacidad y aceptación popular, sino justamente por todo lo contrario. Es decir, por pertenecer a un grupo (el del ex gobernador Ulises Ruiz), por su ascendencia política o familiar, o simplemente porque cree que con mucho dinero se puede reparar la imagen de desprestigio que tiene (la mayoría).
No obstante, la medición tendrá la lógica de depurar esa larga lista de aspirantes, y de nombrar a quien le garantice mejores comicios y mayores votos para el proyecto presidencial de Peña Nieto. Por eso veremos que más de uno de esos acelerados se queda en el camino, y que finalmente escogerán a quien puede ganar, sin importar de qué corriente venga ni a qué interés responda. Eso pasará. ¿Apuestan?
AVISO, ¿PARA QUIÉN?
Además de los destinatarios directos que en los últimos días han realizado actos de presión en contra del gobierno del Estado, ¿quiénes son los demás destinatarios de la dura advertencia lanzada por el gobernador Gabino Cué, en el sentido de que no gobernará por presión de nadie? ¿Deben escuchar tanto los de dentro de casa, como los que están afuera? Es obvio. ¿Pero quiénes y por qué lo dice ahora mismo el Mandatario? Abundaremos.