+ El “gran negocio”, ahora resultó el “gran fraude”
Sólo quien no conoce los detalles de la construcción de Ciudad Administrativa, se traga el cuento de que, con el sismo del pasado 20 de marzo, simplemente “aparecieron” las cuarteaduras que hoy tienen fuera de funcionamiento cuatro de los ocho edificios que integran ese complejo gubernamental en Oaxaca. Esos daños estaban anunciados desde el principio. Y si sus constructores pecaron de pillos al esconder las fallas, los funcionarios actuales han pecado de ingenuos al no hacer revisión real de las edificaciones; al creer, además, que esta es una circunstancia fortuita; y que antes del temblor los edificios se encontraban en perfectas condiciones.
En efecto, seguramente es una desproporción pensar que los edificios tengan daños estructurales. Hoy, hasta las construcciones más sencillas, en una zona sísmica como Oaxaca, son construidos bajo ciertos estándares de ingeniería que minimizan los riesgos de colapso, o daño estructural, en las edificaciones. Esto explica por qué los daños ocasionados por el sismo del pasado martes sólo ocurrieron en zonas semi urbanas o, de plano, en poblaciones rurales; pero por qué prácticamente ninguna edificación en la capital oaxaqueña tuvo afectaciones considerables.
Esa razón sencilla nos permite prever que los edificios de Ciudad Administrativa difícilmente puedan tener daño estructural. Sin embargo, lo cierto es que el movimiento telúrico sí provocó daños considerables a los falsos plafones, cristales, pisos y paredes cuando menos en cinco de los ocho edificios. Esos daños, pueden explicarse perfectamente sólo recordando el proyecto original de Ciudad Administrativa, los fallos en su construcción, y los parches que le pusieron tanto para esconder lo mal hecho, como también para encarecer deliberadamente el costo de la obra, y obtener mayores ganancias económicas de ella.
En efecto, tal y como lo dimos a conocer en este espacio desde el mes de octubre de 2007, Ciudad Administrativa originalmente era un proyecto noble, económico y funcional. Quienes idearon el primer proyecto (mismo que prevaleció, pero con docenas de parches) lo hicieron bajo un concepto arquitectónico denominado “brutalismo”, el cual implica bajísimos costos y austeridad total en acabados, privilegiando con ello la inversión para cuestiones de funcionalidad y seguridad.
De hecho, en el proyecto original de Ciudad Administrativa no estaba nada de lo que resultó dañado con el sismo de la semana pasada. Es decir, no se contemplaban ni los falsos plafones, ni los pisos de loseta, ni las divisiones de cristal o tablaroca. ¿Por qué? Porque la idea era construir edificios con pisos únicamente con acabados en cemento firme, divisiones mínimas, sin aire acondicionado, sin lujos, y sin ocultar todo lo que finalmente quedó bajo los pisos de loseta y los techos cubiertos con plafones. Eso es lo que implica el brutalismo.
Sin embargo, dos factores fueron determinantes para que todo eso fuera finalmente incluido en la construcción de los edificios. Uno fue el económico, y otro, el de cubrir las fallas que presentaba la construcción de ciudad administrativa, incluso antes de ser entregada al Gobierno del Estado para su uso. Veamos primero el factor económico.
A la empresa que finalmente construyó los edificios, le convenía encarecer la obra. Esto porque, a mayor inversión, mayor crédito generaba con el Gobierno del Estado, y con ello habría más intereses a favor y más ganancias para los “inversionistas” (que eran socios de los más connotados integrantes del entonces grupo gobernante).
Por eso, para poner pisos de loseta a los más de 48 mil metros cuadrados construidos que implican los ocho edificios, se tuvo que hacer una inversión extraordinaria, que rondó los 25 millones de pesos (suponiendo que el m2 de piso marca Intercerámic, como el que tienen todos los edificios, valga unos $500.00, instalado). Esa misma extensión tuvo que ponerse de falsos plafones, los cuales tienen un costo por m2 de unos 500 ó 600 pesos, instalado. Es decir, que sólo para cubrir ese “lujo” (que no estaba considerado en el proyecto original) se necesitaron unos 50 millones de pesos adicionales al ya de por sí elevado costo de la obra.
DAÑOS CONOCIDOS
En este y otros espacios lo señalamos desde hace años. Y la cita, que es textual, explica los daños que hoy tiene con pánico a miles de trabajadores que ocupan los edificios dañados de Ciudad Administrativa. Dijimos desde octubre de 2007: “Conforme fue avanzando la construcción de la obra, aparecieron errores notables. Uno, es que los edificios se inundan. Otro, que al no respetarse los lineamientos de la construcción de las lozas de concreto que sirven como pisos y techos de los edificios, ya presentan cuarteaduras. Y quizá el más notable, que a pesar de los retrasos y la constante modificación del proyecto original, la infraestructura de la edificación presenta deficiencias estructurales que no serán sencillas de subsanar, y que en su momento evidenciaran la falta de previsión social en el proyecto.
“Para remediar las inundaciones, señalan, es necesario replantear —y reconstruir— todo el sistema hidráulico de la obra. Detalle que, comentan quienes conocen la obra, no ha sido revisado estructuralmente. Las cuarteaduras, lejos de ser subsanadas, fueron escondidas con la colocación de falsos plafones y pisos de loseta (…) Lo anterior, más otros defectos técnicos, ha venido representando incrementos en el costo final de la obra. De ello nació el planteamiento de la empresa constructora encabezada por (Neftalí) García Arango, de aumentar el monto del crédito en 185 millones de pesos más. De algún lugar tenía que salir el dinero para costear los añadidos y las reparaciones que presentaba desde su construcción la Ciudad Administrativa.”
FRAUDE EVIDENTE
Es claro que los plafones y los pisos sólo evidenciaron grietas que ya existían. Es también evidente que los muros de tablaroca y los cristales crujieron, porque no son parte original, sino meros parches, de un proyecto que no estaba planteado con esos elementos. Más que lamentarse por los daños, lo que habría que agradecerle al sismo es que puso al descubierto las pillerías de quienes construyeron Ciudad Administrativa, y la ingenuidad de quienes recibieron el complejo ya no digamos sin revisar el estado real de los edificios, sino sin siquiera leer lo que en la prensa ya se decía sobre los daños al mismo. Todo está al descubierto. No hay crimen perfecto.
esin
Muy buena crítica amigo Adrian; solo falto indicar que la “empresa” propietaria de la obra tiene que proceder a reparaciones e indemnizaciones por daños y perjuicios al gobierno del Estado al tener que desocupar edificios.
Deberán mantener en integridad y funcionalidad la totalidad de construcciones y así entregarla al finiquitar el contrato de 15 años.