Gripe aviar revela avaricia de comercializadores

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+ El primer gasolinazo fue también de ambiciosos

Un brote de gripe aviar contagió más de dos millones y medio de aves en la región occidental de nuestro país. De todas las aves infectadas, alrededor de un millón murieron o fueron sacrificadas, y esto obligó a declarar la emergencia sanitaria en uno de los principales asientos de la industria avícola del país. Aunque esto se preveía como una contingencia de consecuencias catastróficas, lo único realmente grave y lamentable que ha dejado toda esta historia es la comprobación de la codicia y la avaricia de quienes, especulando con la comercialización y valiéndose de verdades tergiversadas, han tratado de aprovechar la ocasión de obtener ganancias arteras e injustificadas.
En los últimos días se informó que el gobierno mexicano había decretado, desde el lunes pasado, un dispositivo de emergencia de salud animal en todo el país, a raíz del brote provocado por el virus de la influenza aviar tipo A, subtipo H7N3, que no afecta a los seres humanos, según las autoridades.
Según la información publicada por diversos medios informativos de la capital del país, el brote fue detectado el 20 de junio en una zona de granjas que comprende los municipios de Acatic y Tepatitlán, que concentran la principal zona avícola del estado de Jalisco, el estado mexicano que lidera la producción de huevos. En la zona del brote se concentra una parvada de 14.4 millones de aves de los 90 millones que se estiman viven en Jalisco.
Una vez que se supo lo anterior, comenzó la especulación no de quienes producen, sino de quienes se dedican a la distribución y comercialización sobre todo del huevo de gallina. De inmediato, por todo el país comenzaron a brotar denuncias de personas y comunidades enteras, que aseguraban que argumentando la gripe aviar, en sus localidades se había dado un alza importante a los productos avícolas como el huevo.
En varias zonas del país se detectaron incrementos de casi el 100 por ciento respecto al precio que tenían antes del brote. Esto, también generó la idea de que se podía importar huevo para evitar el alza generalizada. Todo iba en una carrera desenfrenada, en la que los únicos que pagaban las consecuencias eran los consumidores que ya pagaban altísimos sobreprecios por los productos avícolas, hasta que el mismo gobierno federal debió aclarar que no había tal escasez de productos, y que por tanto cualquier alza de precios sería producto de la especulación y no de un encarecimiento justificado del precio del huevo y del pollo.
De hecho, el secretario de Economía del gobierno federal, Bruno Ferrari, afirmó tajante que no hay justificación para los elevados precios que registra el huevo y que si su cotización, es alta responde a especuladores y personas que buscan beneficiarse del actual contexto de la influenza aviar. El funcionario dijo que ya se hizo una solicitud para revertir la escalada de precios de ese alimento y que en caso de que el problema persista, entonces se consideran algunas medidas como la eliminación de aranceles del huevo.
Criticó algunas prácticas como la especulación o el abuso que han tomado algunos productores o comerciantes sobre este asunto e incluso destacó que en Sinaloa se bloqueó la entrada del huevo a esa entidad, medida que afecta a la población, pues hoy es Culiacán donde se reporta el precio más alto en el país con 85 por ciento. Entre las sanciones que se aplicarán a quienes incurran en estas prácticas están una multa que puede ir desde 10 por ciento de sus ingresos hasta la cárcel.
Lo peor de todo esto, es que esta no es una historia nueva en México. De hecho, cada que existe una contingencia relacionada con productos de consumo general, de inmediato surgen los especuladores que están dispuestos a manipular los hechos para sacar algún beneficio de él.
En este caso, manipularon la existencia de una contingencia que afectó a una parte mínima de la población avícola del país, para sostener que derivado de eso había escasez de huevo y pollo para el consumo humano, y que por esa razón los productos tendrían un incremento de precio. Lo más lamentable, es que seguramente ese sobreprecio comenzó a aplicarse sobre productos que estaban almacenados desde antes de que se diera la contingencia, y que su aparente escasez fue producto del tradicional ocultamiento del producto para influir en su precio.

GASOLINAZOS Y ESPECULACIÓN
Eso mismo ocurrió hace unos años, cuando el Congreso de la Unión comenzó a discutir, como parte de las negociaciones del presupuesto de egresos, un posible incremento al precio de las gasolinas. Los grupos políticos de inmediato bautizaron la medida como “gasolinazos”. Pero casi al mismo tiempo, otras personas, con mero ánimo de especular y sacar ganancias del momento y del rechazo popular a la medida, decidieron ocupar la impopularidad de los gasolinazos para dar un golpe a la economía de los mexicanos. Sólo que, a diferencia de lo ocurrido con el precio del huevo y el pollo, entonces los especuladores sí consiguieron su objetivo.
¿Por qué? Porque, en efecto, aquellos gasolinazos comenzaron a discutirse a mediados de septiembre de 2009 mientras también se analizaba la propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación que había enviado el Presidente de la República. Los diputados se inconformaron de inmediato y tomaron la decisión de hacer pública la propuesta de incremento gradual al precio de los combustibles. Sólo que no calcularon que su denuncia tendrían un efecto inusitado en la economía. ¿Qué pasó?
Que casi de inmediato los transportistas, comercializadores y demás comenzaron a incrementar los costos de sus productos y servicios, argumentando un incremento a la gasolina que aún no se daba. Dijeron que como todos los productos debían transportarse, y el combustible es indispensable, entonces se veían en la necesidad de incrementar sus costos para poder cubrir sus gastos. Esto generó una escalada de precios que el gobierno ya no pudo evitar. Lo único que habían hecho los especuladores era incrementar sus ganancias, porque el precio real de los combustibles se incrementó hasta el mes de enero del año siguiente.

TRAICIÓN
Con esas prácticas nos traicionamos a nosotros mismos. Es cierto que nunca faltarán los codiciosos. Pero es inadmisible que el gobierno permita que prácticas como éstas se concreten y prevalezcan. Atentan contra millones de personas que no tienen opción. O pagan o pagan. Porque nadie las protege.

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