+ Participación en 2006: el argumento fácil
A muchos causó sorpresa la renuncia de Andrés Webster Henestrosa a la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca. Más asombro provocó la causa de su dimisión: había sido invitado a formar parte del equipo de transición del jefe de Gobierno electo del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera. No tardaron en aparecer las descalificaciones y las incredulidades. Curiosamente, nadie pareció alegrarse por la aparente buena suerte del oaxaqueño, que ahora estaría en vías de integrarse al segundo gobierno más influyente del país. ¿Cuál es la razón de ello?
El paso de Andrés Webster por la Secretaría de las Culturas no puede explicarse sin su origen y, sobre todo, sin sus alianzas. Antes de incorporarse al gobierno de Oaxaca, el nieto del escritor Andrés Henestrosa no tenía experiencia en el ámbito público y, a ras de suelo, tampoco en el sector cultural. Llegó, de hecho, impulsado por la necesidad de legitimación y de inclusión que tuvo en ese sector el gobierno de Oaxaca cuando, en 2004 y con el arranque de la administración del gobernador Ulises Ruiz, elevó el Instituto Oaxaqueño de las Culturas al rango de Secretaría, y anunció que a través de ésta habría un impulso sin precedentes a la actividad cultural de nuestra entidad.
La primera secretaria de Cultura, quizá algunos lo recuerdan, fue Patricia Zárate de Lara. A ella, sin embargo, no la dejaron nunca concretar sus objetivos razones personales, de salud, pero también la lucha por el poder que se dio dentro de la propia Secretaría que a ella le había tocado iniciar. Pronto se le enquistaron todo tipo de “gestores” y “promotores” que no hacían sino responder a intereses de pequeños grupos de artistas, que no alcanzaban a generar los consensos ni la homogeneidad y aceptación del sector, que según parece, era fundamental para el trabajo de cualquier titular de esa Secretaría.
Patricia Zárate se fue de esa Secretaría, por motivos que nada tenían que ver con el conflicto magisterial o las intrigas por las que ahora algunos pretenden descalificar a Webster. Zárate no era parte del sector público, no entendió su compleja dinámica, y por eso nunca pudo enrolarse en él. Por eso se fue. Y Andrés Webster se quedó como subsecretario encargado del despacho de la Secretaría. Y así duró meses, hasta que finalmente fue ratificado, no tanto por ser una figura determinante para el proyecto cultural del gobierno, sino simplemente para terminar con las ambiciones de más de uno, que ya se veía despachando en el espacio que meses antes había dejado la maestra Zárate.
Según se vio, Webster pudo no haber sabido mucho de cultura, pero sí entendió bien el escenario en el que se desenvolvía. Por eso, desde el inicio de su gestión selló su permanencia a través del establecimiento de dos alianzas que, a la vista de todos, son las que hacen realmente funcionar a la cultura en Oaxaca. Por un lado, Webster trabó alianza con el maestro Francisco Toledo, y con él se adhirió todo el conglomerado de instituciones, personajes, gestores, corredores de arte, exposiciones, y grupos que encabeza el connotado pintor juchiteco.
Y por el otro, Webster recibió la venia del filántropo Alfredo Harp Helú, quien, desde sus propias trincheras culturales (que, sin duda, son las más importantes de Oaxaca, por las razones que señalaremos en líneas posteriores) decidió abrir el paso a la gestión de Webster, pero sólo como coadyuvante subsidiaria de su propia agenda cultural para la entidad, y no como un colaborador privado del gobierno… como en la lógica normal se supone que debería ser.
Por eso Andrés Webster fue un secretario inamovible hasta que quiso irse del gobierno de Oaxaca. El hecho de que por un lado el maestro Toledo no lo cuestionara ni lo descalificara, implicaba tener uno de los mayores consensos (¡qué paradoja!) del mundo cultural local. Y con el respaldo de Alfredo Harp, y su abrumadora capacidad económica, tenía garantizados una serie de elementos, espacios, festivales, actividades, recursos económicos, relaciones, y demás, que habrían podido sostener por sí solo a cualquier individuo que, con esas alianzas, ostentara el cargo aludido.
MUNDO SIN MATICES
Cada sociedad tiene su propia dinámica, y sólo entendiéndola uno puede comprender lo que es necesario para poder subsistir en ella. Webster entendió claramente eso y por eso pudo sobrevivir incluso a lo inimaginable: la alternancia de partidos en el poder en Oaxaca. Aunque no era bien visto, tuvo que ser soportado por los “agentes del cambio” que veían en él una reminiscencia del pasado que querían borrar. Y seguramente, esas alianzas pudieron haber sido determinantes para la invitación que le formuló Mancera para incorporarse a su equipo de trabajo.
Sin embargo, aunque Oaxaca tiene una de las más intensas vidas culturales de todo el país, y aquí conviven varios de los personajes más influyentes del país en ese ambiente, lo cierto es que la dinámica oaxaqueña no es la misma que la de la capital del país. Por eso, los sectores influyentes de la Ciudad de México respingaron de entrada ante su nombramiento, y ante la imposibilidad de pelearse con los aliados de Webster, todos optaron por sacar a relucir su participación el gobierno de Ulises Ruiz.
Y es que, según parece, nadie estaría dispuesto a pelearse con alguien como Francisco Toledo, que hoy por hoy encabeza el sector de los artistas plásticos en el país, o con Alfredo Harp, que es uno de los principales financiadores del ambiente cultural de Oaxaca y de toda la República Mexicana. Por eso, aunque todos se molestaron porque esos dos factores fueron los que triunfaron en el ánimo de Mancera, unos y otros cuestionaron otros temas relacionados con Webster, que ni siquiera tienen que ver con la eficacia de su actuación como titular de Cultura del Gobierno de Oaxaca.
SUS ALIANZAS
Ahí tendrían que hacer blanco todos los cuestionamientos que se hacen en su contra. No fue un Secretario de Cultura excepcional, y tampoco fue un gran administrador, como quizá también tendría que ser necesario para cualquier dependencia gubernamental. Su gestión no estableció agenda o parámetro cultural alguno en Oaxaca. Y tampoco tuvo los alcances por los que alguien, con su solo talento y trabajo, podría pasar de un gobierno a otro. El tema son sus alianzas. Por eso tiene ahora tantos malquerientes. Pero por eso mismo, a pesar de que en Oaxaca el gobierno es coadyuvante de la cultura en manos de privados, a Webster lo premiaron con una propuesta de trabajo de ese tamaño.
Muchas felicidades a Webster! No esperemos reconocimiento de los que lo rodearon, siempre la tonta envidia gana, en vez de aplaudir es mas fácil demeritar. Veremos qué tal le va aquí con Mancera y si no fue únicamente suerte su nombramiento. Interesante, muy interesante…
Felicidades Lic. Andrés por haber sido nombrado por el Jefe de Gobierno electo del DF, Dr. Miguel Angel Macera como parte de de su equipo de transición en el área de cultura, y si hay personas que no les gusta esta designación es porque seguramente una de ellas ya se sentía parte del gabinete del Dr Mancera. Yo les pediría con todo respeto que lean la Constitución Política y los ordenamientos locales del DF para que vean las facultades de un Jefe de Gobierno.