¿Qué en Oaxaca ya no queda ningún liderazgo?

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+ Ciudadanía y gobierno: sin interés por lo público

 

El conflicto magisterial en Oaxaca continúa su ruta hacia lo incierto, y no parece haber algo, ni alguien, capaz de aglutinar a todos los sectores de la sociedad que resultan afectados por las acciones de la Sección 22 del SNTE. Esta realidad debe llevarnos a una reflexión urgente sobre el interés real que le brindamos a los problemas que al ser públicos, son de todos.

En efecto, llevamos en Oaxaca más de cincuenta días de acciones continuas de los profesores de la Sección 22, pero hasta ahora nadie, desde ningún sector, ha podido construir una respuesta sólida a esas acciones. Es alarmante que a pesar de que la lucha de la Sección 22 no tiene hoy un asidero visible, y tampoco una ruta y un fin definido, no haya capacidad o posibilidad de nadie en el gobierno, los sectores empresariales, los liderazgos sociales, o la propia ciudadanía, ya no para convocar, sino para concretar, el gran pacto que tanto le urge a Oaxaca para superar esta crisis.

Y es que resulta que hoy la lucha magisterial tiene un rumbo cada vez menos preciso. ¿Razones? Que, por un lado, el gobierno estatal ya dio prácticamente por concluidos los trabajos de negociación, al haber reconocido el secretario General de Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval Hernández, que en lo que toca a la relación del magisterio con el gobierno estatal, no queda ningún tema pendiente por negociar o atender, acaso algunos pendientes administrativos que sólo es cuestión de tiempo y trámites burocráticos para que se resuelvan.

Si esa es la situación que prevalece en el ámbito administrativo, en el ámbito político la relación entre el gobierno estatal y la Sección 22 del SNTE pasa también por un momento de serenidad. ¿Por qué? Porque al margen del contenido de las iniciativas de Ley Estatal de Educación presentadas en el Congreso del Estado, lo cierto es que el gobierno cumplió su parte del acuerdo político con la 22, relativo a permitirle que fuera ésta quien redactara, en los puntos esenciales, la iniciativa que finalmente es motivo del mayor análisis por parte del Poder Legislativo local, y la Federación, en estos momentos. Y hasta hoy, el Congreso ha afirmado que estudia las propuestas presentadas, aunque lo cierto es que resulta irrelevante qué iniciativa apruebe porque a partir del 1 de enero serán las normas federales en materia de evaluación de la educación las que regirán la situación laboral de los profesores oaxaqueños.

Si esta situación pone en entredicho las razones de la permanencia del plantón y las acciones magisteriales de hostigamiento, todo se agrava ante la decisión del gobierno federal de no continuar negociando con la Sección 22, y de sólo hacerlo a través de su Delegado en Oaxaca. El mensaje que está enviando la Federación es simple: también con ellos se agotaron los temas sustanciales de negociación, y únicamente quedan algunas cuestiones tan relativas por dialogar con los profesores oaxaqueños, que por ello puede y debe hacerlo el Representante de Segob en Oaxaca, y ya no el Subsecretario federal de Gobierno.

Todo esto se enmarca en otra circunstancia palpable: que desde hace semanas la Asamblea Estatal de la Sección 22 no ha definido ninguna nueva ruta de acción política encaminada a los objetivos que se supone que busca. Esto parece comenzar a ser proporcional: el magisterio quiere todo, y como no puede conseguirlo ni por la vía de la presión ni de la negociación, entonces decide quedarse en nada. Y al no conocer los matices asume que su ruta es la del choque contra la pared. El problema es que eso los está llevando a la nada. Y esa nada se pone cada vez más de manifiesto ante la incapacidad del propio magisterio de plantear rutas alternas a las ya establecidas.

El problema de eso es que somos los oaxaqueños quienes pagamos las consecuencias: llevamos 50 días de un plantón que hoy ya no tiene una expectativa o fundamentación clara, y tampoco tiene para cuándo concluir; y todos los días los ciudadanos somos blanco de pequeñas acciones del magisterio con las que quebranta el orden para —según ellos— presionar a un gobierno, que públicamente sostiene que ya no quedan temas por negociar.

Ante este callejón sin salida, ¿debemos conformarnos los ciudadanos? Queda claro que no. El problema es que no hallamos —y parece que tampoco queremos buscarla— una ruta para enfrentar a un gremio organizado pero sin objetivos, y a un gobierno que se conforma con cuidarse la espalda aunque no responda a lo que sus ciudadanos necesitan.

 

¿Y EL “GRAN PACTO”?

En varios momentos, funcionarios, empresarios, y políticos oaxaqueños han convocado a lo que ellos denominan como “un pacto”. El último fue el Presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani, pero antes fueron representantes empresariales, y un Secretario de Gobierno; todos, con un común denominador: que no pasaron del simple llamado, y que no pudieron materializar su convocatoria en algo concreto a favor de todos los oaxaqueños.

La cuestión es alarmante. Porque queda claro que, al menos en el ámbito de los Poderes del Estado, sus integrantes (el Gobernador, los diputados, etcétera…) sí están dispuestos a la firma de pactos, pero sólo en lo que se refiere a acordar con poderes fácticos con la Sección 22; los sectores empresariales locales están desorganizados y desacreditados por su servilismo del pasado reciente; y la ciudadanía no halla cómo enfrentar a una organización (el magisterio) que tiene el respaldo incondicional de quienes deberían ser aliados de la ciudadanía, y no de los poderes fácticos.

Al final, lo que queda es lamentable para todos. Nadie parece tener el interés, o la estatura, para convocar efectivamente a un gran pacto a favor de la gobernabilidad y los derechos de la ciudadanía. Los poderes del Estado están hoy dispuestos a hacerse uno con sus detractores. Los sectores económicos sólo rumian sus pérdidas pero sin alcanzar a entender que sus inconformidades tendrían más eco si ellos se aliaran con la ciudadanía, antes que esperar a que ésta se compadezca de su desgracia, y de ellos. Y los ciudadanos hemos preferido el desinterés de la resignación, que la capacidad para indignarnos, y actuar en consecuencia, con todo lo que ocurre en Oaxaca.

 

NO HAY FUTURO

Al final queda claro que los liderazgos, en general, están liquidados, y que ante esta realidad, sólo nos queda esperar a que pase quién sabe qué —incluso nada— con la gobernabilidad en Oaxaca.

 

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